QUITO.- La silenciosa rutina de un monasterio de clausura en Quito ha comenzado a romperse para instalar un taller donde se restaurarán 250 piezas y vestimentas religiosas de los siglos XVIII, XIX y XX, dañadas por el paso del tiempo, un incendio y el agua que se usó para apagarlo.
La monjas han abierto la puerta de su clausura a los expertos que prepararán la restauración de las vestimentas y así, algunas de ellas añadirán a su labor diaria de maitines, cocina, huerta y reflexión, la tarea de cirujano de reparar las ropas de personas dedicadas, como ellas, a la Iglesia, pero hace siglos.
Las piezas, hechas con sedas, lino, algodón, hilos metálicos, lentejuelas y otros materiales, la mayoría de ellos de origen europeo, estaban en 1990 en la iglesia del Carmen Alto, cuando fueron presa de un incendio provocado por un cortocircuito.
De las cenizas lograron rescatar la cuarta parte de las piezas que estaban en la sacristía, pero el fuego y el agua lanzada por los bomberos dejaron factura: quemaduras, deformaciones, pedazos desaparecidos, entre otros.
Casullas, dalmáticas, estolas, albas, manipulas, bolsas de corporales, cuadrantes y vestimentas de estatuas son, entre otros, los artículos que se someten ahora a una fase de diagnóstico, que terminará en diciembre próximo, con la presentación de una propuesta para su restauración.
Las 250 piezas disputan las miradas por la belleza y delicadeza, pero sobresale una casulla, cuya rica mezcla de color denota el aporte andino, en contraste con las de estilo europeo, que privilegian el rojo y el dorado.
En el proyecto, que podría durar varios años,se prevé la participación de cuatro técnicos del Fondo de Salvamento (Fonsal), la entidad encargada del cuidado del patrimonio de la capital, y de cuatro monjas
La restauradora del Fonsal Gina Rosero dijo que “es evidente” que estas vestimentas “necesita una intervención urgente,” que comenzará por un periodo de “reposo total horizontalmente” en un lugar sin mucha luz ni contaminación. Además, muchos de los materiales para la restauración se deben importar, entre ellos hilos del grosor de un cabello que servirán para sujetar los que ahora están sueltos.
Rosero destacó, por otra parte, la flexibilidad de las 20 novicias y profesas del Carmen Alto para romper su clausura a fin de dar paso a la restauración de la colección.