Pocas veces es tan distinta la experiencia de escuchar un disco y ver un concierto del mismo grupo como pasa con La Guacha, y no porque una cosa sea mejor que la otra sino porque este cuarteto chileno tiene la capacidad especial de marcar cada uno de esos dos bordes con un carácter distintivo e igual de personal. A pesar de que Virgen es sólo su primer disco –o a lo mejor es justo por eso–, estos músicos expanden aquí un repertorio de fusión latina en varias direcciones, pero no por mucho abarcar dejan de hacerlo bien.
Es harto y está bien tocado. Poner Virgen es subirse a un bus que para en todos lados. Si hay una escala que hacer, La Guacha la hace, y esta expedición pasa por las siguientes estaciones en el siguiente orden, una por cada una de las doce canciones: carnaval nortino, ranchera, ska, drum'n'bass, bolero tocado con acordes de jazz, versos en décimas, un ritmo mestizo entre son cubano y cumbia, música afroperuana con la atracción especial de unos tambores batá cubanos, chachachá, una especie de reggaetón personal con rap, más cumbia y rock latino.
Y más que estaciones son en realidad puertos de embarque, porque La Guacha considera estos sonidos como puntos de partida antes que como géneros fijos. Es un grupo de fusión porque las raíces no están puras sino por el contrario mezcladas, y tampoco están sólo puestas unas al lado de otras sino integradas. La guitarra siempre eléctrica de Juan Pablo Escares por ejemplo es un timbre que cohesiona todo el disco con un timbre venido del rock, y en general los arreglos y la ejecución son impecables, pruebas claras del oficio de unos músicos que tienen estudios formales no con el afán de demostrar esa escuela sino con el buen tino de ponerla al servicio de la música. La cantante Soledad del Río sella todo con versos que van desde la soledad al despecho y aparte dice cosas como "Que mi guacho en la vereda / a su padre aún espera", que es otra manera de ser latinoamericanos y tercermundistas. La misma cantante se desata para transformar todo esto en una atracción distinta cuando sube al escenario. Entonces La Guacha además es espectáculo, y ése es al mismo tiempo otro capítulo y el definitivo doble sello personal del grupo.