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Le noise

Ruidismo o erudicción del ruido. Un disco así de desprovisto de trucos es un acto separatista ante tanta dispersión sonora del rock moderno. Aunque ni Neil Young se dé cuenta de eso.

03 de Diciembre de 2010 | 16:44 |
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Un micrófono, guitarra eléctrica, pedaleras y un buen amplificador. Nada más necesita Neil Young (n. 1945) para hacer uno de los discos más radicales de la temporada. No tanto por lo "rockero" o rupturista (Lou Reed y Robert Frip han hecho lo mismo), sino por lanzarlo en un contexto dominado por el collage como política de sonido. Y si reconocemos que tanto melodías, acordes, efectos y arreglos son decisiones y reacciones ante el ambiente, es evidente que sacar un disco "desnudo" es un acto separatista ante tanta dispersión sonora del rock moderno. Aunque ni él se dé cuenta.

"Walk with me" es un blues hecho con la mayor distorsión posible. Capas y capas de guitarras que van dejando un eco eléctrico -algo muy típico de Daniel Lanois el productor- que choca con la voz sorprendentemente adolescente del cantante. "Sing of love" repite la idea, pero desde una melodía más fluída y donde la voz está al mismo nivel que la electricidad en la mezcla. No por nada el título del disco alude al ruidismo. Sin embargo también hay espacio para lo acústico, como los lamentos country-folk "Love and war" y "Peaceful valley boulevard".

Recién ahí entendemos que lanzar un disco tan lo-fi no es un intento primitivista o de falsa vuelta a los orígenes. Es simplemente el formato en que se cantan estas canciones. Solos, en una pieza. Con rabieta post-adolescente, entre la pedalera con su efecto "grunge" y la guitarra limpia, entre el peso de los años y las ganas de seguir gritándole al mundo. Porque con todo lo malhumorado e incluso egocéntrico que puede ser, nadie puede decir que Neil Young no la tiene clara. Incluso durante su "redescubrimiento" a cargo de Pearl Jam y sus amigotes hace ya veinte años.

—JC Ramírez Figueroa

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