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Gonzalo Rojas ya ocupa un lugar entre los inmortales de la poesía en Chile

Tras la muerte del hombre comienza a vivir el mito, al alero de versos imperecederos que se citarán junto a los de Neruda, Mistral, Lihn y Huidobro. El recorrido que llevó al poeta a ese lugar, lo repasamos acá, en su historia y en sus términos.

25 de Abril de 2011 | 11:34 | Emol
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El poeta falleció esta mañana a los 93 años en Santiago, tras más de siete décadas dedicado a la literatura.

Cristián Carvallo

SANTIAGO.- Más de 70 años dedicado a la poesía, más de cuarenta libros editados y un lugar indiscutido entre los más grandes poetas que haya dado Chile en su historia.

Eso es parte de lo que deja Gonzalo Rojas con su partida, a los 93 años de edad. Sin embargo, en autores como él hay una historia que no se acaba con la muerte, sino que continúa desarrollándose tras ésta, tal como han demostrado Pablo Neruda, Gabriela Mistral, Pablo de Rokha, Vicente Huidobro y Enrique Lihn, entre otros con los que el vate nacido en Lebu se codea.

Porque Rojas es, desde hace mucho, uno de los más grandes nombres en la historia de la poesía chilena, reconocimiento que alcanzó a percibir en vida. De ello son prueba los numerosos galardones que recibió, entre ellos el Nacional de Literatura (1992), el Reina Sofía de España (1992), la Orden al Mérito Gabriela Mistral (2009) y el prestigioso premio Cervantes (2004), considerado el Nobel de las letras hispanas.

Pero además de los galardones y los aplausos del mundo literario, está el reconocimiento público que Gonzalo Rojas pudo percibir. De Chile, el poeta conoció el dolor del exilio (1973) y el desarraigo, pero también la cercanía de un pueblo que rescató su obra desde la zona acotada en que gran parte de la producción poética suele mantenerse.

Una de las pruebas más elocuentes de ello está en "Qué se ama cuando se ama", poema publicado por primera vez en 1964 en el libro "Contra la muerte", pero que en los años venideros sería plasmado en miles de pergaminos y postales.

Pero no sólo eso consiguió Rojas con esa publicación. El poemario, además, terminó de instalarlo en un lugar de privilegio en la poesía nacional, y se transformó en una de las más celebradas obras de toda su producción.

De ello es prueba la encuesta Bicentenario publicada por El Mercurio el 18 de septiembre de 2010, en que muchos de los más relevantes escritores nacionales de la actualidad escogieron los títulos esenciales de toda la historia literaria chilena. Allí, "Contra la muerte" aparece en el lugar 11, sólo superado por portentos como "Altazor" (1931), "La Araucana" (1569), "Residencia en la Tierra" (1935) e "Hijo de ladrón" (1951).

Otros títulos que revelan la preocupación de Rojas por los temas universales del hombre y sus circunstancias, son "Del relámpago" (1981) y "La miseria del hombre" (1948), su primer volumen publicado, y que larga un continuo de más de 40 ediciones.

En ellas, además de su obsesión por temas tan vastos como el amor y la muerte, Rojas revela también su particular acercamiento al surrealismo, movimiento del que formó parte oficial a través de su fichaje en La Mandrágora (1938), aunque en sus versos se expresara de forma mucho más intuitiva y personal.

Y aunque llegó a ser un activo político —fue diplomático y embajador en el gobierno de Salvador Allende—, el mayor compromiso de Gonzalo Rojas fue siempre con la libertad y con sus propias concepciones. Desde esa esfera, se mantuvo atento al acontecer del mundo hasta la actualidad, con juicios claros sobre su devenir.

Así, en una entrevista concedida en 2009 a la agencia internacional ANSA, el poeta aseguraba que "el hombre en general, en estos parajes nuestros llamados Iberoamérica, está enfermo de miedo, porque está como incapacitado para marchar con la fiereza y la gracia de los muchachos que son los progenitores, los del siglo XIX".

"Nuestra América es nuestra América, y aunque se caiga el mundo vamos a seguir siendo los temerarios y veremos cómo el siglo XXI, o pasando para el XXII, vamos a estar nosotros, con toda la vivacidad", agregó en la misma ocasión.

Pero si de definir a Gonzalo Rojas se trata, nada mejor que él mismo. En parte fue ése el ejercicio que hizo en uno de sus últimos poemas revelados, "De qué más de te acusa Gonzalo Rojas", una lista de 23 puntos en los que el poeta se repasa, y que publicó en 2010 en el volumen "Con arrimo y sin arrimo". De todo esto Rojas se acusa:

1) De libertino y adivino, ciego por fuera pero no por dentro, de bazofia y más bazofia, de fibrosis pulmonar desde el 2003, pero el paisano no se queja.

2) De andar en los cien y seguir viviendo como un loco sin ser ningún Apollinaire.

3) De no dar nunca con el tono.

4) De mear contra el cielo, de escupir a Dios por escupir, que se me entienda bien, de quedarme llorando en ese internado el 27 toda la larga noche en los abismos.

5) De seguir escribiendo lo inescribible en esas máquinas de la picantería que se compran con tarjeta.

6) De olvidar el lápiz de leche y el cuaderno de copias.

7) De apestado por los premios, yo no concursé.

8) De viudo inconsolable sin ninguna de las dos.

9) De no haber muerto a tiempo y seguir sangrando por la nariz.

10) De confiar en cuanto analfo anda por ahí en la maniobra de la publicidad vergonzosa.

11) De no haber nacido en México con todo el hambre de México que me sobra.

12) De haber soltado los remos esa vez, esa única vez a la siga del suicidio, para escándalo de las gaviotas, pero no salió el tiro.

13) De silbador de serpientes para ver si vienen las estrellas.

14) De no haber vuelto a besar a mis 5 hermanas que era todo lo que tenía, descontando al Jacinto y al Juan, remeros de lujo, qué se fizo el encanto.

15) De con arrimo y sin arrimo aguantar el huracán.

16) De no haberme encatrado con la Tsvietáieva, ¡y ésa sí que hubiera sido!

17) De en cambio seguir durmiendo a lo lagarto en mi mismo catre de alambre.

18) De nadar torrencial a los 18 y acuérdate y acuérdate.

19) De haber nacido heraclíteo con manchas de parmenídeo.

20) De no haber olfateado el corazón de no sé quién.

21) De dormir en pelotas por si se cumple en mí la resurrección.

22) De llegar desnudo a los diez mil y que se hunda el Mundo. De eso,

23) de eso será que se me acusa.

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