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Manoel de Oliveira cumple 103 años y sigue filmando: "Tengo muchos planes"

El legendario realizador, que hizo su primera película en el cine mudo de los '30, ahora está concentrado en su nueva cinta: "Gebo e a Sombra", que espera terminar a tiempo para Cannes.

10 de Diciembre de 2011 | 07:45 | DPA
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A sus 103 años, Manoel de Oliveira insiste en que no piensa retirarse del cine.

AFP

LISBOA.- Al cumplir 103 años de edad, el director de cine Manoel de Oliveira sigue sin pensar en la jubilación. El incombustible portugués justo acaba de rodar en París su último largometraje, en el que participaron, entre otros, Michael Lonsdale, Jeanne Moreau y Claudia Cardinale, y festejará el aniversario en su casa de Oporto, en el norte de Portugal, en el seno de su familia.

Con el humor de siempre, Oliveira afirmó estos días, cuando se le preguntó qué regalo desea para su cumpleaños: "Sólo deseo eso, el cumpleaños: llegar y poder festejarlo". Un poco más serio, agrega: "Tengo aún muchísimos proyectos, y espero tener tiempo para realizarlos".

Por estos días esta dedicado de lleno a la elaboración final de la cinta "Gebo e a Sombra" ("Gebo y la Sombra") que espera poder estrenar el festival de cine de Cannes en mayo próximo.

Este "poeta visual", que no solo dirige, sino que también es guionista y productor, e incluso aparece en algunas de sus películas en pequeños papeles, sostiene: "Mi energía me viene de los astros".

Oliveira es considerado uno de los cineastas más influyentes de Europa. Goza de la admiración de auténticos grandes del ramo, como el alemán Wim Wenders, en cuya película "Lisbon Story" (1994) participó como actor invitado, o Clint Eastwood, quien afirma sin rodeos: "Oliveira es mi ejemplo".

Los temas principales de sus películas son el amor no correspondido, la tentación carnal, la ambición por el poder y el reto a la muerte, acompañados por fina ironía y un humor a veces negro.

A pesar de que la crítica no se cansa de elogiar su obra, colocándo al maestro luso a la altura de directores como Jean-Luc Godard, Luis Buñuel o Federico Fellini, Oliveira es casi un desconocido para las grandes masas, incluso en su propio país.

Esto, sin embargo, le tiene sin cuidado, ya que no le agrada el cine comercial: "Simplemente intento fijarme en la complejidad de las cosas, aún cuando ello no me reporte beneficios", señala.

Oliveira fue un auténtico autodidacta: cuando agarró su primera cámara, en la década de 1920, en su ciudad no había más que un estudio de cine mudo, ya abandonado.

La carrera artística de Oliveira comenzó en 1930 con una película muda sobre el río Duero. A esta ópera prima, "Duero, faena fluvial", le siguieron varios documentales, y en 1942 llegaba a los cines su primer largometraje, "Aniki-Bobo", una historia de amor ambientada en el mundo de los niños.

El film causó mucha polémica en Portugal, ya que los sectores conservadores lo consideraron amoral.

La falta de recursos y la represión de la dictadura de Salazar en Portugal ("era muy difícil filmar con los militares", contó), obligaron a Oliveira a dejar el séptimo arte por muchos años.

En ellos, se dedicó a las carreras de automóviles y a gestionar la empresa vinícola de su familia en Oporto. "Sin las cámaras y los autos hubiera sido probablemente un inútil total", suele contar.

Su verdadera carrera cinematográfica no comenzó hasta 1963, cuando realizó "O acto da primavera", una película sobre el calvario de Cristo rodada enteramente con los habitantes de un pequeño pueblo.

Su actividad se intensificó en los últimos años. Desde 1990, lleva a la pantalla grande en promedio una película por año.

"Si descanso me muero", afirma el hombre que nació en Oporto el lejano 11 de diciembre de 1908, en el seno de una familia de la burguesía industrial y que rodó con estrellas como Catherine Deneuve, John Malkovich y Marcello Mastroianni.

En 2009 fue distinguido con la Cámara de Oro del Festival de Berlín. En total, obtuvo más de 40 distinciones, entre ellas el Premio del Jurado de Cannes en 1999 por "La carta" ("La Lettre").

En noviembre pasado, la renombrada Universidad Portucalense le otorgó en Oporto el doctor honorios causa y creó, además, una cátedra "Manoel de Oliveira".

Desde hace un tiempo que Oliveira usa un bastón para caminar, pero al margen de ello, sigue exhibiendo una salud, alegría y fuerza descomunales.

Con voz fuerte y firme reveló hace pocos días, en un debate, su "receta": "La fé. Es imprescindible. Sea moral, política o ética. Sin fé no se sobrevive".

Fé es precisamente lo que los portgueses más necesitan en estos momentos de crisis y desempleo, con una economía que prácticamente no crece dsede hace más de diez años. La crisis del euro complica todo aún más.

La nueva película de Oliveira trata, como el mismo director cuenta, de "honestidad, honor y pobreza". Cualquier parecido con la realidad no es, como siempre en las cintas de Oliveira, ninguna casualidad. El cine es, suele afirmar, simplemente "un espejo de la vida".

La crisis en su país y el creciente empobrecimiento de los portugueses mantienen en vilo a Oliveira. "La situación está muy complicada", se queja.

Con un dejo de resignación, sostuvo recientemente: "El ser humano no ha cambiado. Hemos tenido el progreso, que nos da comodidad, pero es una comodidad incómoda, porque siempre queremos dominar, siempre queremos el poder".

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