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Nunca o una eternidad

Tras más de tres lustros en la música la ex modelo argentina edita su primer disco; una bocanada de aire fresco al pop femenino del continente, de la mano de sus propias composiciones y del trabajo de un equipo de lujo.

15 de Enero de 2012 | 22:12 |
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Hay códigos visuales y sonoros que han ido indefectiblemente ligados: Unos campos de trigo bañados por el sol por lo general aluden a canciones primaverales, con muchos o pocos toques acústicos (nunca nulos) y algo de melancolía (según cuán inclinado e intenso esté el sol). Si no, baste recordar el famoso video de "No rain", de Blind Melon, insigne en este calce estético.

Suponiendo la fidelidad de esa relación, la sola carátula del disco Nunca o una eternidad, de la argentina Deborah de Corral, ya habla de lo que encontraremos adentro, pese a que el rostro sombrío y algo apenado de la ex modelo llame a engaño. Porque son los tonos luminosos, floridos, primaverales y femeninos los que imperan en este álbum, el primero de la ex de Charly Alberti y Gustavo Cerati, pese a sus 16 años vinculada a la música (su seguidilla de proyectos partió con Plum, en 1995).

Todos esos elementos encarnan en las canciones firmadas por De Corral (algunas junto al chileno Koko Stambuk), pero también en el preciso trabajo instrumental y de producción realizado por un equipo de lujo, integrado por el propio Stambuk, Cristián Heyne, Alejandro Terán y los Bajofondo Juan Campodónico y Luciano Supervielle, entre otros.

Así, la canción "Irreal" puede resaltar por su tono campestre, pero también por su diálogo de bronces, y por la pertinencia del ukelele y la guitarra slide (antojadizos en muchos otros trabajos), que destacan su carácter fresco y lúdico. "Todo el oro", en tanto, es un pop enérgico y luminoso, que avanza en momentos marcados, y en el que el coro es capaz de cubrir toda la atmósfera con su combinación de voces. Algo similar ocurre con las cuerdas en el epílogo de "Te espero", un tema que se ubica en el lado más optimista de lo romántico.

Nunca o una eternidad, de este modo, no puede ser menos que una bocanada de aire fresco en el pop femenino del continente, cuya atmósfera estaba algo enrarecida desde que Julieta Venegas soltara el timón, pero donde afortunadamente aparecen nuevas tripulantes como Deborah de Corral, para seguir inyectando energía.

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