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Hugh Laurie y el adiós de "House": "Llegamos al final con nuestra dignidad intacta"

El actor repasa las ocho temporadas de su complejo personaje, los osados caminos que tomó la serie y los últimos pasos antes del capítulo final que se emite el lunes en Estados Unidos.

20 de Mayo de 2012 | 12:08 | AP

NUEVA YORK.- Será doloroso decirle adiós a "House". El drama médico de Fox concluye su octava temporada el lunes en Estados Unidos, con una retrospectiva previa de una hora, y con ello el actor británico Hugh Laurie pondrá punto final al misántropo doctor Gregory House. Excepto que "a alguien se le ocurra hacer un musical", bromea el propio protagonista.

"Siento una gran satisfacción de que llegamos al final con nuestra dignidad intacta", declara. "Nunca he sentido que hayamos hecho algo que no fuese sincero con el personaje o la serie... como que House tenga un perrito de mascota. Creo que es un gran logro", añade.

No queda duda de aquello, pese a que algunos de los misterios médicos que formaban el núcleo de muchos de los episodios, inevitablemente se fueron tornando cada vez más llenos de fórmulas mientras se acumulaban las temporadas. Pareciera que cada semana los pacientes simplemente comenzaban a sangrar desde un orificio distinto antes de cada pausa comercial.

Pero si el ritmo de la investigación parecía ser demasiado familiar, House nunca llegó a serlo. Siempre se convirtió en un personaje cada vez más complejo, escandaloso y fascinante.

Un brillante médico para hacer diagnósticos con maliciosas costumbres, una cojera y un bastón, una reserva de pastillas para el dolor y un perpetuo rostro a medio afeitar. No hubo regla que no violara, eludió casos que lo aburrían y mantuvo a todos en alerta con sus bromas no muy simpáticas.

Holmes vs. House

Fue concebido como un Sherlock Holmes contemporáneo. Como un detective ficticio, House era indiferente de quienes ayudaba, enfocándose en cambio en la naturaleza y el desafío de los misterios que lo convocaban.

Ambos personajes tocan instrumentos musicales, consumen drogas (House es adicto al Vicodin y Holmes tenía inclinación a la cocaína), y ambos tienen confiables compañeros: el doctor John Watson para Holmes y el doctor James Wilson para House, probablemente su único amigo, interpretado con una inusual paciencia por Robert Sean Leonard.

Aún más impresionante fue cómo "House" convirtió a un personaje difícil y desagradable en el gran protagonista y héroe de una serie televisiva.

"Tradicionalmente en la televisión estadounidense los personajes dañados, cínicos y sarcásticos son periféricos", dice Laurie, quien firmó contrato con "House" pensando que su papel sería de las mismas características.

"El convertir a alguien tan irregular y poco comprensivo en un personaje central fue un paso muy atrevido. Y también lo fue aferrarse a esa premisa y nunca sugerir que debajo de todo existiese un corazón de oro. No creo que House tenga un corazón de oro. Está del lado de los ángeles, pero eso no quiere decir que él sea uno", dice el actor.

Quizás ningún otro protagonista en televisión ha sido retratado con una aflicción física de forma tan evidente y constante. House está permanentemente adolorido. Y la idea de ese dolor crónico corría contra todas las reglas típicas de la televisión.

"El dolor explica, hasta cierto punto, su personalidad", dice Laurie. "Pero nunca le dimos al espectador respuestas definitivas sobre cuánto. Y estoy feliz de eso. No es tan simple: existe la posibilidad de que se haya comportado prácticamente de la misma forma sin su dolencia", comenta.

Fue Laurie quien escogió qué pierna sería la que su personaje tendría dañada en la serie, según el propio actor comenta entre risas. "Intenté varias cosas, incluso cojear con ambas piernas, pero eso era simplemente desgarbado", bromea. "Luego me quedé con la pierna derecha. Pero siempre me he preguntado que si hubiese cambiado de piernas en un episodio, alguien se hubiese dado cuenta", añade.

Laurie, fuera de su personaje, no sólo es encantador, sino que divertido, algo que calza con su pasado en series cómicas como "Black Adder" y "Jeeves and Wooster" (donde compartió con Stephen Fry), así como, más recientemente, en las películas familiares de "Stuart Little". Por supuesto que "House" tenía su propio encanto cómico.

"Era extremadamente importante que el personaje fuese gracioso: tenía que ser lo que lo atrajera a la audiencia, y que explicara la tolerancia y amistad de Wilson. Tienes que creer en eso. Al final, Wilson siempre disfrutaba con que House fuese un personaje, aunque a veces escandaloso, siempre divertido como para pasar el tiempo", comenta.

Los últimos pasos antes del final

House nunca perdió su humor, ni tampoco su faceta perversa, incluso en la recta final de la serie, cuando a Wilson se le diagnosticó cáncer. Luego de administrar un duro tratamiento en el sillón de su departamento, House comparte su Vicodin con Wilson para lidiar con los dolorosos efectos secundarios. Pero no tan generosamente: "Recuerda, son un regalo, es maleducado vomitarlos", le dice.

House era uno que creía que la moral no era medida por actitudes, sino que por resultados. "Siendo libre del requerimiento de tener buenos modales, House era capaz de llegar al corazón de las cosas de formas en que otros no podrían hacerlo", dice Laurie. "Pero la pregunta siempre fue si él usaba su condición de 'persona indispensable' para comportarse mal, o si la usaba para decir la verdad. House siendo House, él explotaba esta licencia en un grado sorprendente", afirma Laurie.

En el penúltimo episodio, House continuaba presionando y cargando a Wilson para que no se rindiese en su batalla contra el cáncer. House no puede concebir la idea de perder a su amigo. Pero Wilson, un oncólogo, no quiere atravesar el doloroso proceso de quimioterapia que tan bien conoce.

"Simplemente no quiere vivir con dolor", un colega intenta explicarle a House. "¡La vida es dolor!", le grita en respuesta. "Me despierto todas las mañanas y estoy con dolor. Voy a trabajar con dolor. ¿Sabes cuántas veces he querido rendirme? ¿Cuántas veces he pensado en terminarlo?", exclama.

La serie, que nunca ha dudado en abordar grandes temas, ahora lucha como nunca antes con la pregunta de qué es lo que hace que la vida valga la pena.

El capítulo final, dice Laurie, lleva a House al borde del precipicio que ha tardado ocho temporadas en construirse. "¿Va a caminar hacia adelante o retroceder? ¿Es vida o es muerte? No puedo decir más que eso", dice el actor que ha elaborado uno de los personajes más atractivos de la televisión estadounidense. Ese logro seguirá con vida, más allá del destino final de House en pantalla.

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