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Clockwork Angels

El trío canadiense demuestra su carácter incombustible con un disco a la altura de lo mejor de su carrera. Con más de tres décadas de trayectoria, la banda está lejos de echarse en sus laureles: Mientras otros hace rato viven de las rentas, Peart, Lee y Lifeson dejan en claro que lo suyo es seguir proponiendo.

08 de Julio de 2012 | 09:45 |
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Cuando una banda entra a la categoría de leyenda, ya ciertas cosas son incluso perdonables. El mejor ejemplo de ello son The Rolling Stones, quienes parecen cómodos desde su sitial de íconos del rock. Lo bueno es que no todos los sobrevivientes de los setentas se muestran así, y Rush, el trío canadiense, sigue trabajando y demostrando que pese a ser llamada "la banda de culto más grande del planeta", lo que en realidad mantiene unidos a Geddy Lee, Alex Lifeson y Neil Peart es una pasión por hacer mejores discos conforme sigue creciendo su legado.

Clockwork angels, su más reciente producción, no es otra cosa más que eso. No se puede hablar de "retorno" en el sentido estricto de la palabra, porque claramente el trío canadiense debe ser de las pocas bandas sobrevivientes de esa época que mantiene cierta periodicidad al momento de sus entregas. En efecto, su placa de estudio anterior Snake & Arrows, es de 2007. Y entre medio nos encontramos con al menos tres registros en vivo más el documental "Beyond the lighted stage" (2010). Hablamos entonces de una productividad que ya se quisieran algunos nóveles grupillos de rock más contemporáneo.

Entonces, el "retorno" al que se hace mención es al sonido crudo que marca a Clockwork Angels. Quizás desde los tiempos de Counterparts (1993) o, más cercano, Vapor trails (2002), que Rush no hacía gala de tanta fuerza, con el clásico virtuosismo de la banda al servicio de canciones directas. De entrada, el sencillo "Caravan" cimenta lo que es, sin dudas, un registro visceral, y "BU2B" —uno de los grandes temas del disco— da la razón a este argumento. Otro corte que también decanta en un rock más directo, a pesar de su extensión, es "The anarchist", otro de los puntos altos.

Pero no hay que olvidar que es Rush de quien hablamos, y que el componente ligado al progresivo va más allá del virtuosismo en la ejecución de Peart, Lee y Lifeson. El trío vuelve a lo conceptual, y en estas doce canciones relata la historia de un tipo común y corriente, y sus luchas por conseguir sus sueños. Y es en esta búsqueda en la que la banda trata de retratar los convulsionados días que se viven, reflejados en los distintos personajes ("The anarchist", por ejemplo) y su relación con "The Watchmaker", el protagonista. Quizás la mejor explicación sea sumergirse en los detalles del track "Clockwork Angels", uno de los mejores cortes de este disco, o de la poderosa "Carnies". Asimismo, no estaría de más quedarse en esa joya que es "Seven cities of gold" o "Headlong flight".

Expertos en el arte del disco conceptual, leyendas en el también arte de hacer rock de alto vuelo, con más de tres décadas de trayectoria, Rush continúa en la misma senda en la que comenzó en el año 1974, con el disco Rush. Un camino que habla de hacer música sin fijarse en estilos o modas, y que tiene al trío como una de las agrupaciones más respetadas a nivel global, algo que seguramente se acrecentará con la edición de Clockwork angels.

Felipe Kraljevich M.

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