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Zapping y recambio

Más de cuarenta músicos actuaron el sábado en la comuna santiaguina de Cerrillos y dieron cuenta de un recambio escénico en el circuito musical chileno. La poca disponibilidad de agua fue el mayor llamado de atención, por el calor imperante y la larga duración del espectáculo.

20 de Noviembre de 2012 | 07:53 |
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El homenaje a Jorge González no sólo fue uno d elos momentos más altos, sino también la bisagra que unió a diversas las generaciones de músicos representadas.

Sergio López

Fueron instantáneas registradas en distintos momentos del festival de larga duración celebrado el sábado 17 de noviembre en Santiago. Katona Katrina, la cantante de Vodoo Zombies, criticaba a eso de las dos y media frente a una cámara de TV la falta de bandas rockeras de verdad en un espectáculo que se hace llamar Cumbre del Rock, molesta además por haber tenido que acortar la duración del show del grupo. "Para la gente que le gusta la música chilena hagan un gran ruido" invitaba poco más tarde uno de los integrantes de Movimiento Original, que lejos de ser rockeros hacen rap sobre bases de reggae. "Chao, Cumbre del Pop Rock Chileno", fue la despedida de Álex Anwandter ya entrada la noche, un cantante pop por definición.

Una de las evidencias que dejó la tercera versión de este espectáculo es que la marca Cumbre del Rock Chileno podrá estar registrada y ser muy reconocible, pero que los propios gestores de este festival han tenido el criterio para expandir más que en las dos versiones anteriores la convocatoria del encuentro a varias de las diversas tendencias que hace años coexisten en la música chilena. Y que lejos de de ser un problema, ésa es una perspectiva saludable. La Cumbre del Rock Chileno III fue en realidad un encuentro de rock, fusiones latinas, rap, elementos del jazz, el blues y el reggae, pop rock, folk, funk y electropop, de acuerdo con lo que pusieron a sonar en los dos escenarios los más de cuarenta solistas y músicos invitados.

Sed y calor en el viejo aeródromo

Una primera incógnita más allá de la música era el uso de la Ciudad Parque Bicentenario, ex aeródromo de Cerrillos, como una plaza para festivales masivos. Las versiones previas de la cumbre habían sido hechas en el Estadio Nacional y el Club Hípico, recintos más habituales para estos espectáculos. Esta vez las buenas condiciones de acceso para la llegada y la elección de un sector urbanizado probaron que el viejo aeródromo puede funcionar bien para estos propósitos, si se presta atención a las condiciones climáticas y al suministro de agua, dos variables que, sumadas a lo árido de la explanada, se conjugaron para generar el peor problema de la tarde.

Las treinta mil personas que llegaron a Cerrillos, de acuerdo con las estimaciones de los organizadores, pasaron horas expuestas a un sol inclemente, y los tanques con agua potable dispuestos en la mitad de la explanada no dieron abasto. El público se agolpó frente a ellos en largas filas durate toda la jornada en espera del camión cisterna. Y recién pasadas las seis de la tarde hubo mangueras con agua para refrescar a parte de las primeras filas de la audiencia, inmovilizadas frente al escenario. Del mismo modo se echó de menos la instalación de carpas que permitieran al público permanecer a la sombra, todos factores que va a ser preciso tener en cuenta para futuros espectáculos masivos en este recinto.

Mestizajes y afinidades: las primeras horas

Al inicio actuaron músicos que cuadran con la definición de "emergente" otorgada por la industria a nombres que considera más desconocidos, pero hubo varias buenas lecciones a las que prestar atención en esas primeras horas.

Entre ellas está la garra que sacó a relucir Ángelo Pierattini para aleonar ya temprano al público, o la oportunidad de ver muestras aunque fueran breves del rock de raíz punk de Lilits, del pop rock de Primavera de Praga, del rockabilly de Voodoo Zombies, del sonido blusero de Jiminelson o Perrosky, o de la fusión de rock, rap y jazz de Cómo Asesinar a Felipes, entre varios otros.

Pero también hubo señales importantes de lo que vendría más tarde, en las intervenciones de Pascuala Ilabaca, que ya a las 13.56 refrescó la tarde con sonidos latinoamericanos e instrumentos como acordeón y guitarra acústica; o de Leo Quinteros, que llegó al festival en los mismos días en que ha lanzado su disco Doble plus bueno; o de Dënver, que a las 15.40 hicieron un anticipo del contingente pop que vendría más tarde; o la colaboración entre Juana Fe y Nano Stern desde las 16.14, buena muestra del mestizaje prendido hace ya más de cinco años en el circuito musical chileno.


En un punto hacia las 14.30 sobrevino un par de bloques musicales ordenados por afinidad, primero entre las tendencias del hip-hop que pusieron a sonar Pacto Latino, Cómo Asesinar a Felipes, Zaturno, Legua York, que subieron a escena con integrantes del grupo Soul Nativo y pusieron en juego las rimas siempre combativas de temas como "Centro la mirada" o "Me gustan los estudiantes"; y Movimiento Original, un grupo que volvió a demostrar cómo desde su origen en el underground logró apelar a un público joven mucho más amplio.

Y sobre todo un bloque más ligado al funk y al soul iniciado a las 17.38 hizo una primera marca generacional en la Cumbre. A partir de esa hora actuaron Papanegro, Mamma Soul y, como bono adicional a la presentación de Felo Foncea, la reunión de la banda de rap metal Dracma, seguidos poco más tarde por el sentido del show a toda prueba de Sinergia. Todos grupos iniciados a mediados o a fines de los '90 y programados en el segmento central del encuentro. Y a las 16.59 el trío De Saloon fue el mejor exponente de esa "generación": una banda que sacó máximo partido a un repertorio masificado gracias a la vieja escuela de la radio y que volvió a demostrar en vivo ese arrastre con cuarenta minutos de show.

La nueva generación y el tributo-bisagra
 
"La nueva generación" era el subtítulo de esta edición de la Cumbre, y ésa es la otra evidencia mayor del festival: el balance entre esos músicos que iniciaron sus carreras en los '90 y nombres más recientes aparecidos en la última década. Porque a partir de las 18.39 el escenario fue la prueba de un recambio. Desde la actuación de los flamantes Ases Falsos con su disco Juventud americana (2012).

Entonces pasaron por ahí, unos tras otros, Astro, Fernando Milagros, Chinoy en un planteamiento de cuarteto de rock, Camila Moreno y un nuevo adelanto de su inminente disco Panal, que lanzará el 21 de diciembre; Gepe con una muestra de su recién editado álbum GP (2012); una rutina impecable de pop con Álex Anwandter ("Oh, mi apellido está mal escrito", dijo cuando miró las pantallas gigantes. "Pero es la historia de mi vida"), Javiera Mena enfrentada a una amplificación con bajos muy saturados, Manuel García y una de las más aplaudidas intervenciones sobre la base de su disco Acuario (2012), Pedropiedra y Francisca Valenzuela.

Hay muchas diferencias musicales entre todos ellos, y tampoco están todos los que son, pero sí tienen en común que, salvo en el caso de Francisca Valenzuela, las radios han llegado tarde, mal o nunca a darse cuenta de la existencia de estos músicos, y no porque hagan precisamente rock alternativo. En ese sentido La Cumbre del Rock Chileno III cumplió en gran forma con tomar nota del crecimiento de la música local registrado en los últimos años, y, tal como ha pasado en espectáculos previos como Vive Latino o Lollapalooza, fue una prueba de lo bien que funciona poner a estos músicos en grandes escenarios.

Para el último tramo del festival sí fueron guardados grupos de trayectorias previas, en particular Saiko con su formación original reunida, Los Bunkers con una poderosa actuación final, y Pettinellis con el catálogo en vivo de su único disco, junto a la aparición de Jorge González para ser objeto de un tributo. Y con toda la historia que tiene, el cantante de Los Prisioneros fue la mejor bisagra para unir generaciones. No sólo por el tributo y el trofeo que recibió, sino porque desde mucho antes viene habiendo pruebas de ese reconocimiento en la música. Sólo durante esta jornada Camila Moreno lo mencionó y homenajó en su actuación; Manuel García citó dos versos de Los Prisioneros a su turno; y Javiera Mena volvió a mostrar en vivo la emocionante sintonía que hay entre su disco Mena (2011) y el tecnopop de Corazones (1990).

El maestro de ceremonias del festival, Nicolás Copano, lo decía en algún momento tras el escenario: "Tengo la teoría de que Internet derrotó definitivamente a la radio", proponía, a raíz del hecho cierto de que varios de estos músicos se han hecho oír por Internet ante la consabida desidia de las radios chilenas. Es un diagnóstico atento, aunque puede ser optimista todavía. Por lo pronto, este sábado 17 de noviembre, La Cumbre del Rock Chileno III fue un festival  con una línea editorial despierta y con los recursos de una plataforma de "megaevento" para poner música chilena en vivo a disposición del público. La prueba de que un mejor trato a la música chilena, y sobre todo a la audiencia chilena, es posible.

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