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Arturo Pérez-Reverte publica la primera novela romántica de su carrera

El escritor español lanza hoy "El tango de la Guardia Vieja", obra en que no olvida las intrigas que caracterizan sus relatos.

21 de Noviembre de 2012 | 14:48 | DPA
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EFE

MADRID.- Hace un año, cuando presentaba la última entrega de "El capitán Alatriste", Arturo Pérez-Reverte contó que ya estaba cansado, que en adelante tendría que seleccionar muy bien lo que le quedaba por escribir. Y eso ha hecho. "El tango de la Guardia Vieja", que hoy llega a las librerías, no es solamente una novela, afirma el autor: "Es una profesión de fe intelectual, una declaración de principios sobre la mujer." Nada menos.

A punto de cumplir -el domingo- 61 años, a Pérez-Reverte le han salido ya esas arrugas que, según dice, necesitaba para afrontar esta novela. Por eso, en la última página de "El tango de la Guardia Vieja" (Alfaguara) aparecen dos fechas: Madrid, 1990 y Sorrento, 2012. Veintidós años en los que el escritor, reportero de guerra y académico español ha ido adquiriendo poco a poco un tono más oscuro y crítico, sin que eso le haya impedido ponerse romántico.

Y es que, por primera vez, esta novela gira en torno a una historia de amor. "Ya tocaba", dice sonriendo. Pero no hay que asustarse: también sigue habiendo mucho lance e intrigas marca de la casa, sólo que ahora todo eso es accesorio.

Tres encuentros, tan breves como apasionados, marcarán profundamente al "bailarín mundano" Max y la bella y rica Mecha a lo largo de cuatro décadas, desde el Buenos Aires de 1928 pasando por la Niza del 37 hasta el Sorrento de los 60.

Salta a la vista que Mercedes (Mecha) Inzunza es una mujer "revertiana", a las que al autor de "El maestro de esgrima" o "La Reina del Sur" tanto le gusta retratar. Pero no hay que confundirse: "No es una mujer de rompe y rasga, de las que golpea la mesa, la que está en mi novela", explica. La que le interesa es la mujer inteligente, esa mujer "consciente de que está en un territorio hostil" -el de los hombres-, y sin embargo, sabe que es superior.

¿Y en qué consiste esa superioridad? No se trata de clase social, ni de dinero o belleza, sino de su manera de "afrontar con serenidad la vida", aclara Pérez-Reverte. "Encajar el dolor, el fracaso, la soledad, la traición o la felicidad de una manera serena es algo muy femenino. Las mujeres hacen eso mejor que los hombres." Por eso, afirma sentirse "orgulloso" de que Mecha sea de verdad, "no un hombre disfrazado".

Frente a ella, un "bailarín mundano" y ladrón de guante blanco de modales impecables, capaz de sostenerle la mirada. Inspirado en parte en su padre, Pérez-Reverte se apresura a exclamar que éste era un absoluto caballero, no un "truhán". Y ya más serio, confiesa que sí, que "uno pone lo que tiene", experiencias, actitudes y pensamientos.

El otro protagonista de la novela -la primera también cuya escritura ha compartido con sus lectores en un blog- es el tango. El tango en todas sus variantes: desde el afrancesado y "casi honorable" que baila la gente bien en los salones al de la "Guardia Vieja", ese que resulta más lascivo que elegante, bailado por prostitutas y rufianes. Y, por supuesto, el tango no escrito que brota por toda la novela. "El tango es sexo, en vertical y vestidos", afirma el escritor. Y engaña: "Es la mujer la que teje la tela de araña geométrica en torno al hombre."

Y es que, nuevamente, las líneas y las geometrías vuelven a configurar el terreno por el que se mueven los personajes, como ya sucediera el "El asedio" o "La tabla de Flandes". "No siempre el ajedrez se juega sobre un tablero", escribe Pérez-Reverte. Y en "El tango de la Guardia Vieja", ese tablero es la vieja Europa, culta, refinada y lujosa, que se desmorona con la Gran Guerra.

"La que describo era una sociedad injusta y clasista, que merecía desaparecer, y estuvo bien que la Guerra Mundial la barriera", reflexiona. "Lo que pasa es que tenía que haber venido un mundo más justo y mejor y no fue así". Y además, "se han perdido las maneras". Antes, al menos, un canalla como Max tenía maneras, respetaba ciertos códigos. Ahora cualquier canalla -pongamos Berlusconi, apunta- podría ser ensalzado y convertido en icono sin el menor esfuerzo. "Sin haber ganado nada, hemos perdido maneras."

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