EMOLTV

Norah Jones regala una noche de calma en la Arena Movistar

En su primera presentación abierta en Chile, la norteamericana se paseó por sus clásicos femeninos y su lado más experimental, ante cerca de siete mil personas.

04 de Diciembre de 2012 | 22:54 | Por Sebastián Cerda, Emol
imagen

Norah Jones cumplió su primer show público en Chile; antes había realizado presentaciones privadas en nuestro país.

Luciano Riquelme, El Mercurio

SANTIAGO.- Alguna vez las radios "para la mujer" estereotiparon a Norah Jones como una artista inofensiva y floral. De la mano de sus singles, la norteamericana tampoco hizo demasiado por contrarrestar esa carga, y su voz al servicio de comerciales de jabón y otros productos de target femenino terminaron por configurar un cuadro que la marcó a oídos del auditor promedio.

Pero lo cierto es que no demasiada justicia ha habido en ese perfil, y si la cantautora de 33 años ya lo dejó en claro este año con la edición del celebrado disco Little Broken Hearts, esta noche en la Arena Movistar, y ante cerca de siete mil personas, terminó de evidenciarlo.

Es verdad que lo de la hija de Ravi Shankar anda decididamente a bajas revoluciones, y que no existe aquí ni medio momento que invite a pararse de la silla, pero en esta suerte de café concert que Jones levanta circula también ese tratamiento tan delicado como profundo en que se ha embarcado al alero de géneros como el country, el jazz y el cabaret.

Todo eso es lo que se vio esta noche en el recinto de Parque O'Higgins, tras la partida a las 21:00 horas con "Cold cold heart", el cover de Hank Williams que incluyó en su disco debut, Come away with me (2002). Entonces la que saludaba era la Norah tradicional, algo que la aplaudida "What am I to you?" no hizo más que refrendar a continuación.

Pero ya en el tercer corte, con "Out on the road", la artista se embarcó en mostrar principalmente "canciones de mi nuevo disco" (única frase que sabía en español además de "muchas gracias"). Así, también se sucedieron de forma consecutiva "Little broken hearts", "Say goodbye" y "Take it back", poseedoras del filo más experimental y desolado que hasta ahora haya probado la cantautora.

Sean apuestas más pop o más sofisticadas, los elementos que se reordenan allí son los mismos: La voz aterciopelada y el piano nocturno de Jones, una orquestación elegante y matemática, y un tono cinematográfico y misterioso que atraviesa a las piezas, en buena medida gracias a las etéreas cortinas que levanta su guitarrista, cuyos punteos se diseminan a lo ancho del recinto.

La apuesta se mantiene a lo largo de los 90 minutos de show, aunque con espacios para que la cara más conocida de la norteamericana vuelva a mostrarse en temas como "Don't know why", con ella sentada sola frente al piano.

El momento fue uno de los más celebrados por un público abrumadoramente adulto, al igual que el cierre con otros pequeños clásicos, "Sunrise" y "Come away with me", que terminaron por reequilibrar la balanza entre las distintas esferas en que Jones se ha adentrado durante su década en el ruedo.

Ambas piezas pasaron en versiones cien por ciento acústicas e íntimas, con todos los músicos rodeando a la artista al medio del escenario. Pero entonces vino lo curioso, porque esos momentos de tranquilidad extrapolada fueron también los únicos en que esta contemplativa audiencia mostró algo lejanamente similar al fervor. Costó sacudirlos, pero al final hasta de eso hubo.

EL COMENTARISTA OPINA
¿Cómo puedo ser parte del Comentarista Opina?