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The Black Keys alza bandera de fiesta en cierre de Lollapalooza

El dúo estadounidense demostró por qué es el nuevo ícono del rock en un ecléctico espectáculo en el Parque O'Higgins, mientras que el DJ norteamericano Steve Aoki colapsó el espacio destinado a la electrónica.

08 de Abril de 2013 | 11:09 | Por Francisca González y Sebastián Cerda, Emol
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The Black Keys sedujo a la masa que se congregó en el Parque O'Higgins para el cierre de Lollapalooza

El Mercurio

SANTIAGO.- No se necesitan más que dos. Esa es la premisa con la que el guitarrista Dan Auerbach y el baterista Patrick Carney se han insertado en lo alto del rock mundial con The Black Keys. Y así lo demostraron el domingo en la noche en su debut en Chile.


El dúo se ha destacado en los últimos años en la industria musical con un proyecto que a simple vista es sencillo, pero que alberga una compleja maquinaria de sonidos y una composición que barre con el tradicional formato de una banda pop.


Los oriundos de Ohio sedujeron a la masa que se congregó en el Parque O'Higgins para el cierre de Lollapalooza. Y aunque la multitud fue inferior a la que llegó en la jornada inaugural para Pearl Jam, la dupla alzó una enérgica fiesta en el recinto.


Con canciones como "Howlin' for You", "Next Girl" y "Gold on the Ceiling" la dupla levantó a la audiencia en sus primeros minutos de show, y lograron retener esa energía por una hora y media.


La potencia de las baquetas de Carney y la voz de su compañero en "Same Old Thing", "Dead and Gone" y "Thickfreakness" fueron aplaudidas tanto por la audiencia que los escuchó con desenfreno en los metros aledaños al escenario como por quienes en una actitud más relajada los oían sentados en los pastos del recinto (muestra de la gran cantidad de áreas libres que había en el lugar, no como en la clausura de la jornada anterior).


Gran parte del repertorio estuvo dedicado a su último y elogiado disco, "El camino" (2011), con el que saltaron las barreras de la popularidad que habían construido con sus predecesores.


Fue precisamente una pieza clave de esta producción, "Lonely Boy", la que elevó el entusiasmo de los asistentes hacia los últimos minutos de espectáculo.


Mientras, el escenario consagrado a la electrónica (esta vez LG) demostró que la jugada de sacar a Deadmau5 a la elipse con el fin desahogar la Arena Movistar sólo podía conseguir un éxito relativo, cuando lo que se está transando es el entusiasmo de un público con la adrenalina arriba.


Así, el anfiteatro volvió a llevar al tope su capacidad para 15 mil personas durante la presentación del DJ norteamericano Steve Aoki, lo que -tal como ocurrió con Fatboy Slim en 2011 y con Skrillex el año pasado- obligó al cierre de puertas, dejando a cientos con ganas de ingresar en las afueras.


Seguro que la mayor parte de quienes llegaron hasta donde Aoki no empatizan mayormente con una propuesta ubicada en las antípodas, como la de Black Keys, por lo que se pasaron directo desde la presentación de Deadmau5 a la Arena.


A ellos, el DJ les dio exactamente lo que estaban buscando: Fiesta al cien por ciento y sin complejos, de la mano de un set para la pista que ni siquiera requirió de demasiados retoques, por lo que el estadounidense se dio el lujo de abandonar como si nada su puesto por largos minutos, para aleonar como maestro de ceremonias a la masa, que por cierto terminó poniendo a sus pies.

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