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Patiperros

El dúo rockero y blusero santiaguino acaba de iniciar una gira de un mes por Europa, trayecto que los tendrá a fin de mes de vuelta en el festival Primavera Sound, en Barcelona, para mostrar su reciente disco, Vivos: el octavo registro de un recorrido cada vez más internacional.

07 de Mayo de 2013 | 20:06 |

Cuando el domingo 7 de abril de este año los hermanos Alejandro y Álvaro Gómez salieron al mediodía a uno de los escenarios de la elipse del santiaguino Parque O'Higgins, estaban registrando una marca personal para su historia en vivo: haber tocado con días de diferencia en dos versiones internacionales del festival rockero Lollapalooza, primero en Brasil y luego en Chile.


La marca es de Perrosky, el dúo de rock, blues y otros ritmos que forman los citados Alejandro Gómez (voz, guitarras y armónica) y Álvaro Gómez (batería), que un mes más tarde vuelve a acumular millas, esta vez con la gira que acaban de emprender por cuatro países de Europa (ver recuadro al final de la nota) y que los llevará de vuelta al festival Primavera Sound en Barcelona este 25 de mayo.


Es otro hito más de una serie reciente que parte a fines de 2012, primero con el décimo aniversario de su sello disquero independiente, Algo Records, en noviembre de 2012; luego con el más reciente disco del grupo, Vivos, lanzado en marzo pasado; continuado por la doble dosis de Lollapalooza que se administraron en abril para testear su música ante nuevos públicos, y seguido ahora por la gira europea.


En ambas versiones de Lollapalooza el grupo fue programado en escenarios principales del festival. Y había más incertidumbre sobre su fecha en la versión chilena que en su incursión a Brasil, un país donde Perrosky ha tocado antes. "En Brasil hemos hecho un trabajo, la última gira que hicimos fue larga y es interesante volver después del tiempo y la energía que hemos puesto yendo allá", comenta Álvaro Gómez. "En Chile era primera vez que estábamos como 'artistas main (principales)', en un escenario grande, y podíamos pedir que instalaran la batería adelante", explicaba el mismo baterista días antes, y fue tal cual: Perrosky salió ese día al frente con los dos hermanos a tocar cerca del borde de la tarima, de cara al público.

-Cuesta llenar el escenario nosotros dos -dice Alejandro Gómez-. Pero vamos para adelante nomás.


Tres grados de separación con Carl Perkins


Doce años yendo adelante tiene cumplidos Perrosky, desde que en 2001 ese nombre designaba las primeras actuaciones con guitarra acústica que daba un solitario Alejandro Gómez en paralelo al grupo de rock Guiso, integrado también por ambos hermanos y hoy disuelto.


Transformado en dúo en 2003, el grupo suma ocho grabaciones en diversos formatos: el debut en caset Añejo (2001), el EP o disco de duración intermedia Otra vez (2004), su estreno en larga duración con El ritmo y la calle (2006), la colección de adaptaciones de canciones de otros autores Doblando al español (2008), la trilogía de nuevos EPs entre Campante y sonante (2010), Son del montón (2010) y Tostado (2010) y su citado disco largo Vivos (2013).


Esos tres discos de 2010 marcaron un año atareado. Campante y sonante es un concierto grabado en vivo; Son del montón, un compilado de canciones previas, y Tostado es el disco de siete pistas que Perrosky grabó en Nueva York junto a los músicos Jon Spencer y Matt Verta Ray, el primero de ellos iniciador de grupos de rock tan electrizantes como Pussy Galore en los años '80 y Jon Spencer Blues Explosion en los '90.


-Fue bien movido ese año, con toda la pega de mezclar y escuchar Son del montón, editar la sesión en vivo de Campante y sonante y después componer las canciones para el disco en Yanquilandia e ir a grabarlas -resume Álvaro Gómez, el baterista. En contraste, el año siguiente fue dedicado a tocar en vivo, con fechas cumplidas en España y Brasil. Y el nuevo disco estuvo terminado a fines de 2012, de vuelta en el formato de larga duración. "Es como un disco doble", dimensiona el baterista. "El doble de largo".


-Perrosky tiene sus extremos: o hacen EPs o sacan un disco casi doble.
-Pasaron como dos años de hacer canciones y fue el minuto de grabarlas. Ocurre por períodos. Mientras más canciones puedas plasmar es mejor: te renueva, te mantiene más activo y rápido.


-Partimos en Guiso con esa idea -recuerda Alejandro-. Después de mucho tiempo de tocar y ver otras bandas y otros sellos, no habíamos visto que alguien hiciera singles, de dos o tres canciones. También era una apuesta, en un tiempo donde no existía la idea de descarga (digital) ni del MP3. Y pensábamos en singles en vinilo, pero los hacíamos en CD, un formato megabarato que vendíamos prácticamente al costo.


"Ahora sí hacemos singles de Perrosky en vinilo", concluye el cantante. Porque el dúo tiene efectivamente un par de discos de 45' editados en los últimos años: "En la línea" / "Todo" (2011) y "Todos quieren llegar" / "No me gustan los demás" (2012). Pero el más nuevo de los singles del grupo fue un estreno digital. Es "Exilio", estrenado a fines de 2012 como adelanto de Vivos.


-Fue el puntapié del disco -define Álvaro-. Tenía un beat medio Rolling Stones.


-¿De ahí vendrá lo de "Exilio", de Exile on Main Street a lo mejor? ¿O es un alcance de nombre?
-Sí, fue una especie de juego con eso -dice Alejandro-, es algo que también se me vino a la mente.


-No se me había ocurrido -reconoce Álvaro-. Es un beat quizás no tan blues como generalmente tocamos, un swing diferente a otras cosas que habíamos hecho. En los discos de nosotros no hay una sonoridad uniforme: (usamos) distintos micrófonos, distintos amplificadores, para experimentar rápido con ciertas cosas, (tomar) decisiones más radicales.


-En ese aspecto nos sirvió harto la grabación de Tostado -destaca Alejandro, a propósito del disco grabado en Nueva York-. Porque aprendimos a jugar un poco más en estudio, nos enseñaron a poner varios micrófonos en la batería y en la mezcla elegir cuál suena mejor.


-¿Siempre pensaron que, aparte de grabar un disco, ésa iba a ser como una escuela?
-Ésa era la idea. Más que la firma (de los productores), el fin era ir a aprender.


-De hecho las canciones eran como un pretexto para ver cómo lo hacían ellos -dice Álvaro-. Acá no hay una escuela tan directa de los estilos que nos gustan. Era el aprendizaje de primera fuente. Estos gallos han aprendido directamente del que grabó (al precursor rocanrolero de los años '50) Carl Perkins a ocupar éste o este compresor.


-Y nos gustaba además la postura radical que tienen ellos con su sonido -agrega Alejandro-. Lo encontramos bien vanguardista en esta época. Siempre admiramos a Jon Spencer por ese lado, por ser capaz de mezclar estilos, sin miedo a que algo suene muy saturado.


Es también una cuestión de pachorra frente a la tecnología, sugiere el cantante. "Escuchas los primeros discos de Jon Spencer, o ahora de Heavy Trash (el grupo de Spencer con Matt Verta Ray), o de Elmo Williams o de Fat Possum (un músico de blues y un sello disquero de Mississippi respectivamente), y uno a veces se quema porque se equivocó en un acorde… pero todos estos viejos yo creo que con suerte mezclan el disco. Se trata de ser más inmediatos en algunas cosas, como decía Álvaro. Siempre hemos hecho lo que hemos querido con nuestros discos. Tratamos de quedar súper conformes nosotros primero, y es bueno transmitir eso en vivo: que uno está haciendo algo que le gusta".


-Y sin temor a la radio ni al qué dirán -concluye Álvaro-. Es cierto que todo artista quiere que a su disco le vaya bien y que la gente lo escuche. Pero en el fondo tienes esa libertad de mandar todo al carajo.


Regreso a Cataluña: Perrosky en Primavera Sound


Hay dos índices concretos de la reciente actividad internacional de Perrosky. Uno está en los discos, desde la factura neoyorquina de Tostado hasta las pistas de esas mismas sesiones que luego dieron origen al mencionado par de singles en vinilo. "En la línea" / "Todo" (2011) fue editado por Gravadora Discos, el sello independiente del grupo brasileño Autoramas, y "Todos quieren llegar" / "No me gustan los demás" (2012) fue fabricado en México durante la visita de Perrosky al festival Vive Latino.


Y otro registro es el relato de los viajes. En 2011 el dúo hizo una gira por ciudades de Brasil en marzo, debutó en el festival Primavera Sound en Barcelona en mayo y volvió a Buenos Aires en junio. Luego en 2012 tocaron en el citado festival Vive Latino y en dos fechas más en Ciudad de México en marzo, durante su tercera visita a ese país, y emprendieron una gira por las ciudades españolas de Madrid, Toledo, Sevilla y Cádiz en octubre.


-En Primavera Sound lo heavy es que uno ve a todos estos artistas con los que rayamos: Grinderman (la banda del cantante australiano Nick Cave), Pulp, (el grupo experimental alemán) Einstürzende Neubauten… La tocata de nosotros estuvo súper buena -recuerda Álvaro-. Y en Vive Latino, aunque tenemos un disco editado en México, somos desconocidos. Pero los mexicanos bien prendidos se fueron sumando.


-Pasó algo parecido en Primavera Sound -recuerda Alejandro-. Partimos con muy poca gente… ¿Quién estaba tocando al mismo tiempo que nosotros?


-Belle and Sebastian y alguien más.


-Pero la gracia es que quedaba a la entrada, y la gente que venía de Belle and Sebastian pasaba por ahí y muchos se quedaron.


A Primavera Sound el grupo llegó en 2011 junto a otros músicos chilenos: Javiera Mena, Gepe, Fernando Milagros, Philipina Bitch y Astro. Y en Vive Latino la delegación local en 2012 consistió en Francisca Valenzuela, Javiera Mena, Dënver, Perrosky, Pedropiedra, Astro, Ritmo Machine y los chileno-mexicanos Hoppo! "Había una sartalada de chilenos", recuerda Álvaro. 


-¿Y efectivamente llama la atención en especial el pop chileno en esos festivales?
-Sí, más que nada el pop chileno allá está pegando, en España igual que en México.


-¿Cuánto tiene que ver Perrosky con esa música pop?
-Como que no encajamos -sonríe el baterista-. Creo que en esa tercera vez que fuimos (a México) prendió y vimos realmente la llegada de nuestra música. Las otras veces se la vacilaron, pero creo que el mexicano es mucho más pop, más melodioso. Y en España nos ha tocado ir al País Vasco: el rock español como que está en el País Vasco, hay harto grupo más rockero que nos gusta.


Ambos mencionan entre esos gustos personales a grupos vascos como el trío Guadalupe Plata y el quinteto Wau y los Arrrghs!!!: "Es una banda garage, súper buena. Pero allá no lo cacha casi nadie", se ríe Alejandro. Y su hermano resta importancia a las clasificaciones.


-Si es más pop o más rock… en el fondo es la pega que estás haciendo. Tampoco vamos a decir que somos una banda radical: igual las canciones de nosotros tienen un coro, duran tres minutos, hay un tinte de canción. No es la experimentación de un dúo como Mostro, que es batería y guitarra pero van por otro camino.


-A propósito de Mostro por ejemplo, ¿esos límites no existían hace algunos años? ¿Los grupos se mezclaban más?
-Es que ahora hay un público más específico -dice el cantante, y el baterista cita una conversación reciente con Elisa Punto, tecladista del trío Makaroni junto a Marcelo Peña, ex integrante del grupo experimental Tobías Alcayota. "Ella no sabía que Tobías Alcayota había tocado, no sé, cinco veces con Guiso. Y (preguntaba) qué tenían que ver esas dos bandas", recuerda. "Es que no había bandas, no había escena, te caían bien las personas y tocabas con ellos. Ahora quizás se da menos eso".


-¿Por qué crees que al final la música pop llamó la atención? ¿Los músicos menos guitarreros y más melódicos tomaron más vuelo?
-Yo creo que eso tiene que ver con que sellos como Algo Records, Cápsula, CFA, los mismos Quemasucabeza en ese momento, apostaban con bandas súper interesantes, pero la grabación, el disco que entregaban, no era algo radial. Entonces teníamos mucha prensa, mucha gente a la que gustaba el rock, pero no la masividad de la radio. Siempre nos ha gustado grabar saturado. Claro: escuchas "Acción" (una canción del grupo rockero Ramires!, grabada en 2004) y si no te gusta el rocanrol sucio, o si estás acostumbrado a escuchar otro  tipo de canciones… te invento: comparas "Acción" hoy día con una canción de los Ases Falsos, y vas a decir "¿Qué es esta chatarra?" (por "Acción"). En buena onda: todo saturado. Si lo pones en ese contexto, nuestra música nunca fue radial.


-Era más en vivo que para la radio.
-De hecho nuestros discos con Guiso tampoco eran técnicamente lo mejor hecho… -sonríe Alejandro.


-Que fue, yo creo, lo que hicimos valientemente: como en esas guerras antiguas, donde mandai a todos los de la infantería a morir adelante -compara Álvaro-. Nosotros éramos como ésos, estábamos ahí haciendo el trabajo pesado, sin desmerecer lo que hacen los chiquillos ahora, pero tocando en la schopería… 


-…  en el Quitapenas frente al cementerio
-… en lugares de ese tipo. La escena se mantenía porque los músicos querían hacerla, no porque existiesen medios. Hoy se habla de otro tipo de agente: booking, manager, roadie, stage. O sea, antes la banda que tenía roadies (asistentes técnicos) eran Los Prisioneros. Gente que llevaba años.


-Le contaba a otra persona que con Perrosky llevábamos, no sé, cuatro o cinco años tocando -recuerda el cantante-, y todavía me acuerdo de cuando nos pagaron sesenta lucas. Y fue como "sesenta lucas: buena, bacán". Esa paga era buena.


-Y encuentro que eso habla bien de la escena musical chilena, de que ha aprendido -concluye el baterista-. Hay bandas nuevas como (el dúo de música psicodélica) Holy Drug Couple, que ahora se fueron de gira con un sello por Estados Unidos con las bandas más importantes de su estilo. Tal como es bueno que Javiera Mena salga en las revistas más destacadas de España como la artista pop chilena. Habla de un trabajo bien hecho. Claro, nosotros éramos como algo desparramado que después se empezó a ordenar, y en esa misma línea también hemos querido mejorar la calidad de nuestras grabaciones.


Diez años con sello propio


El propio sello disquero de los hermanos Gómez es también parte de ese tránsito. Con 42 discos publicados desde 2002, Algo Records tuvo una celebración de diez años en 2012 que incluyó dos actuaciones de Guiso, la banda que integraban Alejandro Gómez y Álvaro Guerra (voces y guitarras), Bernardita Martínez (voz y bajo) y Álvaro Guerra (batería), y que no subía a un escenario desde 2010.


-Con nuestro sello partimos por instinto. Y salían cosas buenas o malas -dice Álvaro Gómez-. Pero ahora hay mucha más conciencia de lo que estamos haciendo. Un festival como Pulso (el concierto de siete grupos realizado en junio de 2004 en el Teatro Novedades de la capital) lo ves hoy en día y es un desastre.


-Para empezar la prueba de sonido se topó con el inicio del festival.
-Y el sonido era cualquier cosa. Hablamos de que si ibas con la idea de un festival de música ninguna marca de chela te iba a poner algo (de auspicio). Ahora hace poco fue el festival Neutral (encuentro anual organizado por el sello Quemasucabeza en el Centro Gabriela Mistral), del que ya se han hecho varios: ya hay un nombre, un conocimiento, técnicos. Antes funcionaba con un amigo que tenía un par de cajas (parlantes), el sonido salía por un par de chelas. Y está bueno porque era la manera que había de trabajar.


-Lo bueno era la onda que se armaba -agrega Alejandro-. Así nos llegamos a conocer bien muchas bandas.


-Y al final cada uno fue aprendiendo su manera de hacer las cosas y ahora siguen su camino -dice Álvaro.


-¿Cómo lo pasaron en las dos actuaciones de reunión de Guiso el año pasado?
-Bien, estuvo entretenido. Al principio estaba achacado porque a (Álvaro) Guerra se le había quemado el ampli, pero después dije "Nunca ha sido diferente, nunca va a cambiar". Siempre fue Guiso.


-La segunda vez tiraron una guitarra al público. ¿Es simbólico de que no van a tocar más? ¿O podrían seguir juntándose?
-Ahí estamos viendo, si nos ordenamos podríamos hacerlo.


-¿Se puede preguntar por qué se separó el grupo?
-Porque estábamos cansados. Era un momento en que estábamos queriendo, escuchando y pensando cosas muy diferentes y musicalmente era inmantenible. Empezamos a hacer música porque éramos amigos, teníamos gustos musicales en común y estábamos remando para el mismo lado. Cuando ya no estás remando para el mismo lado…


-Yo creo que fue culpa de la tecnología -sonríe Alejandro-. Mucha desconexión nomás, cada uno por su lado.


-¿Básicamente eran tres lados: los otros dos integrantes y ustedes dos juntos?
-Sí, puede haber sido difícil para ellos dos -considera el cantante-. También trataba de ponerme en el lugar de Bernardita y Guerra: nosotros éramos una parte importante de la banda, somos hermanos y eso pesaba de repente. A la hora de tocar tenemos una relación no sé si telepática, pero bien afiatada, hacíamos hartas canciones, teníamos conciencia de hacer una canción cada vez más sucia… quizás estábamos un poco desconectados de ellos. Como que nosotros estábamos volviendo a lo primitivo.


-Había criterios diferentes -coincide el baterista-. Yo veía a Álvaro (Guerra) que estaba chato de tocar las mismas guitarras rockeras. Pero buena onda: cuando yo ensayaba con Guiso, me acuerdo, en (la calle) Diez de Julio, nunca se me pasó por la cabeza que la banda iba a durar diez años. Bacán que haya durado tanto, aunque yo sabía que todas las cosas tienen caducidad, a menos que seas los Rolling Stones y te juntes cada cinco años a hacer un tour. Pero si te mueves rápido obvio que van cambiando las cosas entre las personas. Tampoco digamos que con Guiso nos hacíamos un sueldo, entonces eso también va desgastando un poco.


-Todos queríamos cosas diferentes, como dice Álvaro. Fuimos creciendo. Y Guiso estuvo con nosotros mucho tiempo en ese crecimiento -dice Alejandro. "Por eso juntarnos el año pasado no fue un tema", concluye Álvaro: "hagámoslo, toquemos las canciones que sabemos tocar, sin mucha discusión, y pasémoslo bien. Somos amigos y veo a los chiquillos con harto cariño, en vez de haber terminado sin querer verles la cara. No se puede perder el cariño por una persona por tenerla haciendo música contigo. La música es algo que tiene que juntarte".

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