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La vida el cielo el mundo el infierno

El grupo chileno pone a sonar el más monumental de sus cuatro discos a la fecha sin que nunca deje de ser música pop.

16 de Julio de 2013 | 09:40 |

Si, a pesar de empinarse apenas sobre los veinte años y de haber entrado por primera vez a un estudio de grabación, un grupo elige para el primer disco de su vida el título Antología, eso se llama convicción. Si siete años después el cuarto disco del mismo grupo se llama La vida el cielo el mundo el infierno, así todo junto de corrido sin siquiera poner comas para tomar aire entre tamañas palabras, eso se llama coherencia. Ese grupo es Primavera de Praga, el quinteto iniciado en 2001 en la sureña Los Ángeles que con su nueva grabación se muestra a la altura de la convicción renovada en cada disco previo, y en especial sale airoso en la tarea de su disco más ambicioso.

Pop rock. Así se oye Primavera de Praga por definición, un grupo que se niega a renunciar a la idea del pop como música para escuchar además de bailar, como ellos han dicho. Es pop rock la elección de los timbres con que pintan de colores múltiples y luminosos el disco entre guitarras, teclados y pianos, y es pop rock la sustancia de las canciones, accesibles y cantables. Pero sobre todo el grupo no pierde el control del contraste entre complejidad y simplicidad que es el rasgo definitivo de este disco. Muchas canciones son toboganes vertiginosos de acordes de comienzo a fin, pero son acordes simples, mayores y menores; están combinados con imaginación pero con naturalidad, y sobre ellos siempre viajan las melodías como el atractivo principal.

Ese juego entre varios acordes y canción pop funciona no una ni dos ni tres veces, sino cuatro o cinco o más, por ejemplo en esa seguidilla entre "Emperatriz", "Wake up", "Un poco tonto", "Emperador" y el estribillo de "Momentos antes de morir" instalada en medio del disco. Son méritos que valen para la composición en general, repartida entre el guitarrista Carlos Beltrán ("Momentos antes de morir"), el tecladista Daniel Baeza ("Wake up"), el bajista Pablo Freire ("Emperatriz") y el cantante, guitarrista y tecladista Leo Saavedra (las ocho restantes), con más argumentos a favor en la melancolía de la balada de piano "Ser feliz" y el grato timbre vocal con que Victoria Cordero, del dúo La Reina Morsa, llega a cantar invitada en "La vida y el corazón" y "Emperatriz".

Con esa base, el grupo tiene licencia para anunciarse con los coros épicos y la dedicatoria estentórea del comienzo, para volverse dramático con el recurso de la voz a capela al inicio de "El cuadro perfecto" o con la tensión que crece hacia el final de "Momentos antes de morir", y para desembocar en ese tramo final que incluye una canción de siete minutos cuarenta por cuya estructura progresiva desfilan desde trompetas estilo Beatle hasta el hit más grandilocuente del mismísimo Beethoven. Son gestos coherentes además con las letras, que suenan como declaraciones muy personales sobre asuntos como el hastío, el ego y la ambición ("Yo quiero algo que está muy alto / ojalá que un día lo pueda alcanzar" canta Leo Saavedra en la primera canción) e incluso están organizadas en una especie de guión detallado en el cuadernillo del CD. Desde su nombre para adelante, La vida el cielo el mundo el infierno es un disco lleno de ideas, como puede haber muchos, pero bien administradas, como pasa menos seguido. Quizás este grupo necesite alguna vez grabar con dos guitarras acústicas y un bongó, pero por ahora se ve que el plan era todo lo contrario. Con muchos recursos en juego, Primavera de Praga plantea y resuelve aquí el más monumental de sus trabajos sin que nunca deje de ser música pop.

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