Castillo Velasco fue elegido alcalde de La Reina en las elecciones de 1992, 1996 y 2000.
El MercurioSANTIAGO.- El reconocido arquitecto nacional y ex alcalde de La Reina, Fernando Castillo Velasco, falleció esta mañana en su casa de esa comuna, a los 94 años de edad, a causa de un debilitado estado de salud determinado por su avanzada edad.
El ex edil llevaba un tiempo retirado de la vida pública, entre otras razones debido a un cáncer que lo afectaba.
Sin embargo, ello no fue impedimento para que hace apenas unos días asistiera a la ceremonia en que la municipalidad que encabezó durante años le concediera uno de los títulos más simbólicos e indiscutidos que haya recibido: El de "padre ilustre" de La Reina.
El reconocimiento le fue entregado por el actual edil, Raúl Donckaster, quien dijo de Castillo que "es padre, en cuanto él trabajó incansablemente para establecer las bases institucionales del Municipio, la identidad de nuestra comuna, y las orientaciones programáticas de nuestro desarrollo. Y es ilustre, porque sus obras y razones fueron expresión de una construcción dedicada, rigurosa y muy sentida de la vida en comunidad".
La distinción le fue concedida en el marco de las celebraciones por los 50 años de la comuna, y reflejó cuán metido en el alma de ésta se encuentra Castillo Velasco: Para muchos, él es simplemente el hombre que dotó de identidad a ese sector de Santiago, gracias a esas ya famosas residencias organizadas en comunidad, y pensadas para que la clase media también gozara de beneficios residenciales que, según consideraba, no tenían por qué estar restringidos.
Pero no es su única herencia arquitectónica. Gracias a ésos y otros emblemáticos trabajos, entre los cuales se encuentran las Torres de Tajamar y la Universidad Técnica del Estado, Castillo Velasco recibió en 1983 el Premio Nacional de Arquitectura, que puso el timbre a un rango que él ya ostentaba: El de referente de la arquitectura chilena.
Fue, sin dudas, el ámbito que lo hizo célebre, pero no el único en el que se desenvolvió: Además, su nombre quedó inscrito en las esferas académica y política. En la primera, desde la Universidad Católica, la misma en la que se formó y de la que en 1967 (tras nueve años como docente) llegó a ser rector, con el apoyo de la comunidad universitaria. Allí estuvo hasta 1973, cuando tras el golpe de estado se instaló a un uniformado en el cargo.
Gran parte del gobierno militar lo pasó fuera de Chile, determinado primero por la participación de sus hijos en el MIR y, luego, por el exilio que sufrió su hermano Jaime Castillo Velasco, un reconocido dirigente de la Democracia Cristiana, partido en el que él también militaba. Juntos regresaron en 1978, y formaron parte de la oposición a la dictadura.
Tras el regreso a la democracia, su participación política se acrecentaría, principalmente desde la comuna de La Reina, donde triunfó en las elecciones municipales de 1992, 1996 y 2000. De este modo, volvió a desempeñar el cargo de alcalde que ya había ejercido en 1964, primero nombrado por el presidente Eduardo Frei Montalva y, luego, elegido por voluntad popular.
Su siguiente y último paso por el municipio incluyó tres períodos, sólo con un paréntesis marcado por su paso por la intendencia de Santiago, que lideró durante sólo meses en 1994, nombrado por el presidente Eduardo Frei Ruiz-Tagle.
Y aunque vivió 94 años, la salud no siempre lo acompañó, con el episodio más crítico vivido en 1987: Fue ése el año en que se le declaró un cáncer de laringe que lo tuvo al borde la muerte, y que tras un largo tratamiento logró vencer. Sin embargo, quedaría para siempre con una marca que, a la postre, lo identificaría: Una voz tenue y susurrante, que esta mañana finalmente se apagó.
Su legado, sin embargo, es tan firme que los lugares comunes esta vez no están de más: Su obra, definitivamente, es de ésas que seguirá viva en los ojos y en las vidas de miles de santiaguinos.