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Bailar en la cueva

Las nuevas canciones del autor y compositor uruguayo se bailan, se cantan y se leen. En lograda unidad entre letra, música y movimiento, Drexler, uno de los indispensables de la actual canción de habla hispana, acaba de hacer otra vez un disco a su altura.

06 de Abril de 2014 | 15:01 |
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Para ser un autor y compositor con índices tan altos en letra y música, un tercer elemento igual de importante como el baile bien puede haber sido una deuda en las canciones de Jorge Drexler. Bailar es, en sentido literal, el verbo inicial de este disco, y en sentido poético es su motivo central, en perfecta unidad con esos dos otros elementos en una trilogía de letra, música y movimiento. No es el único motivo poderoso del disco. Igual de atractivo es el viaje continental que Drexler cartografía aquí con la ayuda de sus invitados y por encima de generaciones y fronteras entre un titán brasileño mayor, una rapera chilena lanzada al mundo, una explosión de sabor colombiano y un avezado productor puertorriqueño: Caetano Veloso, Ana Tijox, Bomba Estéreo y Eduardo Cabra, de Calle 13. En ese orden.

Detonantes del baile para Drexler pueden ser los más variados, desde el ritmo casi campestre de algún folclor que sostiene a "La luna de Rasquí", hasta el pop cosmopolita de "Esfera", donde es sugerente escuchar algún eco casi subliminal del cantante y compositor chileno Javier Barría. También es cuestión de decisiones específicas, como la de construir canciones completas sobre un solo acorde de comienzo a fin, un principio de la simplicidad. Es como funcionan la propia "Bailar en la cueva", "Bolivia" y en gran parte "Data data", una composición basada en una línea de bajo obstinada hasta lo hipnótico, que luego se vuelve latina gracias a la percusión, y que tras una letra llena de observaciones pertinentes sobre la sociedad y la información, desemboca en ese modo sabroso en que el cantante canta la palabra "Data" siete veces en el coro, como una invitación siete veces innata también a mover el cuerpo.

Porque este disco será sobre mover el cuerpo, pero no por eso Drexler deja de ser Drexler. O sea, un hombre de letras. De letras de canciones. "Porque eso, una puerta giratoria, nada más que eso es la Historia", dice al cabo de "Bolivia", un homenaje conmovedor a la historia personal del cantante con ese país. Tan conmovedor como hilarante es la imperdible "Plegaria del paparazzo", compuesta en tonos menores y todo. Las canciones de Drexler se cantan, se bailan también ahora, y se leen siempre. Incluso si se trata de bailar, hay frases de gran calado que acuñar al respecto, como el dato con el que termina "Bailar en la cueva" (la canción) y que es casi para buscar la fuente en la bibliografía: "Ya hacíamos música muchísimo antes de conocer la agricultura", consigna ahí el cantante. Y antes está la frase inicial del disco como propuesta: "La idea es eternamente nueva: Cae la noche y nos juntamos a bailar en la cueva". En esa sola línea la cueva puede ser Altamira en la prehistoria, o cualquier club de Londres o Ibiza, a esta misma hora. Imposible no pensar en una conexión de treinta mil años como esa si viene a la cabeza. Imposible no mover el pie al ritmo cuando arranca "Bailar en la cueva". Pensar y bailar: tal vez no sólo es factible hacer las dos cosas al mismo tiempo. Mejor todavía, tal vez sean la misma cosa.

David Ponce

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