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San Diego 850

En dos CDs y un DVD grabados en vivo en el Teatro Caupolicán, el cantante y autor chileno deja actualizada su agenda musical siempre prolífica, desde sus inicios íntimos hasta colaboraciones actuales con Inti-Illimani y otros músicos.

01 de Mayo de 2014 | 09:26 |
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Hace cuatro años, en una conversación acerca de asuntos como el desapego incluida en su DVD En casa, Nano Stern habló de la conclusión de que lo mejor es desprenderse de equipaje para viajar ligero. Es una idea que merece atención en especial si viene de uno de los músicos chilenos más movedizos de su tiempo, carácter que él ha merecido desde el momento en que empezó a grabar discos en 2006 y que ahora está enriquecido por ocho años de camino. Más allá del nómade casi compulsivo que pudo ser en sus inicios, con Nano Stern el itinerario nunca ha sido sólo geográfico sino también musical, y de eso deja testimonio este nuevo trabajo, para seguir con la figura del viaje: es la declaración de un equipaje crecido por la experiencia.


San Diego 850 es la dirección del capitalino Teatro Caupolicán, donde Stern dio dos conciertos en noviembre de 2013, el segundo de los cuales está contenido ahora en los dos discos y el DVD de San Diego 850. No es el primer registro audiovisual del cantante, que ya tiene el mencionado DVD En casa (2010), ni tampoco su primer disco en vivo, porque además ya había grabado Live in concert (2011) como solista. Pero el hecho de que sea un volumen triple es la primera evidencia de que para 2014 hay más historia nueva que contar. En relación con su discografía previa, aquí hay dos canciones de Nano Stern (2006), seis de Voy y vuelvo (2007), cinco de Los espejos (2009) y tres de Las torres de sal (2011), y más recientes son "Los cantores", que pertenece al EP compartido Juana Fe Nano Stern (2012), y cuatro otras canciones del compilado La cosecha (2013), entre ellas el "Carnavalito del ciempiés", de Mazapán, y el "Takirari por despedida", que Stern grabó antes como invitado en el disco La máquina del tiempo (2012), de Inti-Illimani.


Ese equilibrio entre los distintos momentos de su recorrido permite apreciar los ingredientes sucesivos que ha sumado a la música. Sus inicios acústicos vuelven claros en "Cementerio" y "El tiempo nos dirá", dos viñetas del primer disco recreadas ahora con un cuarteto de cuerdas. Antes y después en el concierto se asoma el rock, en el final de "El amanecer", en el patrón rítmico de "La puta esperanza", que termina con una pincelada casi country, o en el solo de guitarra eléctrica de Stern en "Casualidad". Grandes nombres de la canción chilena están también enunciados aquí, en la cita a la Cantata Santa María (1970) inserta en "El amanecer"; en la invitación a Inti-Illimani a recrear "El aparecido", de Víctor Jara, y en la versión de ese himno para charangos que es "Ventolera", de Eduardo Carrasco y Hugo Lagos, ambos de Quilapayún. Y la intuición de otros aires sudamericanos se escucha en el huayno tradicional "Sonqollay", en los ritmos de tonada y zamba de "Los espejos" y "El río de los tiempos", en la "Tonada de luna llena" que pese a su nombre tiene más de cumbia que de tonada, o en el compás de vals peruano en que está escrita "Los cantores", con Ana Tijoux y Juana Fe como invitados.


Todo este repertorio suena cohesionado por la actual y nutrida banda de Stern, sucesora de ese trío junto a Daniel Navarrete (contrabajo) y Daniel Rodríguez (batería) estrenado en 2010. Ahora son siete músicos que garantizan una variedad mayor de timbres, desde el violonchelo y la voz de Magdalena Rust hasta el piano con que Alejandro Soto Lacoste enriquece la armonía de la balada "Casualidad" o el lazo instrumental entre tango y cueca que tiende con su acordeón Inti González, instrumentista múltiple con experiencia previa en Los Trukeros y Juana Fe. Sobre esa base el dueño de casa hace finalmente un compilado personal de éxitos. Ya en la segunda canción del show está aleonando a la gente a cantar, y se escuchan los primeros coros del público en la intimidad de "Nube" y el entusiasmo de "Necesito una canción" y "Tejequeteteje". Y el cierre es el tramo final que es una fiesta entre la flauta traversa de Hermes Villalobos y el piano sonero en "Acantilado", el guiño al huayno "Ojos azules" con que parte "El vino y el destino"; la cita a la Violeta Parra de "Arauco tiene una pena" previa a "Un gran regalo", y el aire rumbero de "Ópticas ilusiones". San Diego 850 no iba a estar completo sin un DVD que diera cuenta en imagen del despliegue de Nano Stern en escena, para entregar en vivo el inventario más completo de su trabajo a la fecha y para quedar otra vez ligero de equipaje.

David Ponce

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