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Cat Stevens puso un punto aparte en el Festival y se anotó con otro hito para su historia

El británico Yusuf Islam hizo un alto en las estridencias y los excesos que abundan en este evento, para ofrecer una pausa cálida y reconfortante al amparo de sus clásicos y su guitarra.

28 de Febrero de 2015 | 00:35 | Por Sebastián Cerda, enviado especial a Viña del Mar

Cat Steven y Nano Stern los protagonistas de la última noche

VIÑA DEL MAR.- Para esa masa numerosa que se ufana de despreciar el Festival de Viña del Mar, éste no es más que el templo de la estridencia, el exceso y el mal gusto. Una visión un tanto cliché y, a estas alturas, algo aburrida, pero que mucho de cimiento en la realidad tiene, no lo vamos a negar.


Sin embargo, como portando un antídoto que contrarresta todo ello de una vez, apareció esta noche Yusuf Islam, el artista antes conocido como Cat Stevens, que a punta de temas anclados en la intimidad de su guitarra demostró que aquí también se pueden escribir páginas destacadas de estos 56 años de historia, con otra tinta.


Porque en el mismo escenario en que un bachatero se revolcaba anoche sobre una cama de seda roja, el cantautor británico se plantó hoy sin más armas que un puñado de canciones, acuñadas sobre todo en discos fechados en la primera mitad de los 70.


Un cancionero íntimo, a ratos más minimalista ("Sad Lisa") y a ratos más rockero ("You are my sunshine"), seguido por un público concentrado en sus asientos, sin cartelitos saludando a localidad alguna, e incluso sin smartphones registrando el momento.


Toda una rareza en la Quinta Vergara, que se tiñó de esta atmósfera excepcional nada más pronunciado el nombre del artista por parte de los animadores: Entonces, sólo con un sonoro aplauso de fondo, apareció por un costado Stevens, y se dio el lujo de saludar y acomodarse a un ritmo que la televisión convencional resistiría.


Pero la de hoy, entre pasadas las 22:00 y poco antes de la medianoche, no fue la televisión convencional, sino una que abrió espacio a una propuesta musical de altura, que arrancó con ese clásico eterno llamado "Wild world", que sólo en el coro conoce los sonidos del resto de la banda, a partir de entonces una presencia apenas sutil y precisa que acompaña el rasgueo de Stevens.


La tónica se repite en "First cut is the deepest", que también abre un coro rotundo en palco y galería, replicado luego en "Oh very young". "How can I tell you", en tanto, es seguida con un silencio conmovedor, polo apuesto a la ovación que resuena tras "Moonshadow" y el clásico "Father and son".


Y ése era el cierre pauteado, tanto así que para entonces los animadores ya habían ingresado dos veces y el cantautor ya se había llevado las dos gaviotas —que el público, en mensaje claro, había solicitado por primera vez apenas el músico pisó el escenario—. Pero dejando aflorar una mezcla de generosidad con la audiencia y goce con lo vivido, Yusuf despachó fuera de libreto "Another saturday night", para cerrar definitivamente con los ánimos arriba.


En su retiro, ya sin guitarra al cuello, en el torso de Yusuf Islam puede verse una polera con el nombre de Cat Stevens. Algo extraño en quien está desapegado de egos desde su abrazo religioso, y que además renunció a esa identidad hace cerca de 40 años. Pero esta noche quedó demostrado que ése es un nombre que, pese a las décadas de silencio, difícilmente podía desaparecer en el corazón de sus seguidores... Y tampoco en él mismo.

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