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La historia de la niña británica que fue amiga de Napoleón

Basada en hechos reales, la novela de Staton Rabin recrea los últimos años del cautiverio de Bonaparte en la isla Santa Elena.

10 de Noviembre de 2008 | 11:42 | Alberto Rojas M.
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La obra toca la figura del emperador en la última etapa de su vida, exiliado por los británicos en la remota isla de Santa Elena, literalmente perdida en medio del Atlántico.

Ediciones B

SANTIAGO.- "Francia, el Ejército, y a la cabeza del Ejército, Josefina". Estas fueron las últimas palabras de Napoleón Bonaparte, emperador de Francia, antes de fallecer a las 17:49 del 5 de mayo de 1821, exiliado en la isla de Santa Elena. Una fecha que marca el fin del hombre que redibujó las fronteras de Europa y el inicio de su propia leyenda.

Pocos personajes históricos han despertado tanta fascinación a lo largo de los años como Napoleón. Al punto que hasta hoy se mantiene, por ejemplo, el debate en torno a las circunstancias en que murió y si fue realmente envenenado o no con arsénico. Y ni hablar de las numerosas películas y libros inspirados por su vida.

Ahora la figura de este joven oficial forjado en las llamas de la Revolución Francesa —y que tras convertirse en el emperador de 82 millones de almas sólo pudo ser realmente derrotado por el invierno ruso— revive de la pluma de la escritora Staton Rabin en “El Monstruo de Longwood”(Ediciones B, 2007).

Pero no hay que engañarse. Esta no es un libro sobre campañas militares y conspiraciones políticas. Por el contrario, en esta verdadera "novela histórica para jóvenes", Rabin toca la figura del emperador en la última etapa de su vida, exiliado por los británicos en la remota isla de Santa Elena, literalmente perdida en medio del Atlántico.

Allí vive la joven Betsy Balcombe, quien junto a sus padres es uno de los pocos habitantes de esta lejana posesión de la corona. Y cuya vida se verá trastocada aquel otoño de 1815 por la llegada de este hombre, que incluso tras su derrota definitiva es capaz de seguir despertando temor y respeto en todos aquellos que lo rodean.

¿Pero cómo es la relación entre esta niña, que no parece sentir ningún miedo ante este hombre, y el otrora poderoso emperador? ¿De qué manera una pequeña de sólo 14 años (aunque en realidad tenía trece) logró tocar las fibras más íntimas de un veterano de mil batallas como Bonaparte?

Rabin construyó su novela sobre la base de hechos y personajes reales. Sí, tal cual, porque la joven Betsy y su familia efectivamente existieron. Y precisamente por su condición de prisionero de la corona británica, todas las actividades y conversaciones de Napoleón durante sus últimos años en Santa Elena quedaron detalladamente registradas.

“El Monstruo de Longwood” es de esos libros que tienen la capacidad de sorprender y fascinar sin pirotecnias idiomáticas ni tramas rebuscadas. Y que al final, cuando se cierran las últimas páginas, nos dejan la sensación de que parte de ellos seguirán junto a nosotros por largo tiempo. Como los viejos buenos amigos.

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