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Terrorismo global: Chile también puede ser víctima

A pesar de que aún no se sabe con exactitud quién fue el responsable de los atentados en Madrid, el hecho es que en el siglo XXI nadie puede sentirse ajeno a la forma de violencia que está imperando en el mundo.

16 de Marzo de 2004 | 13:22 | Felipe Gálvez T, El Mercurio en Internet
Atentado a las Torres Gemelas
De esta forma empezó el siglo XXI.
SANTIAGO.- El terrorismo volvió a golpear con fuerza al mundo occidental. Las explosiones en los trenes españoles no sólo nos evidenciaron que el flagelo sigue con vida tras las guerras en Afganistán e Irak, sino que también nos hicieron revivir el temor que nos invadió tras el 11 de septiembre de 2001. Otra vez hay miedo, incertidumbre y dudas por saber si, alguna vez, nos puede tocar a nosotros aquí en Chile.

A pesar de que aún no se sabe con exactitud quién fue el responsable de los atentados en Madrid, el hecho es que en el siglo XXI nadie puede sentirse ajeno a la forma de violencia que está imperando en el mundo. Chile tampoco. Porque a pesar de que estamos "al final del mundo", en una región que algunos analistas ni siquiera consideran como parte del mundo Occidental, la duda existe. ¿Si ayer fue en América del Norte y hoy en Europa, porque mañana no podría ser en algún país de América Latina?

Existen muchas posibilidades, pero mínimas probabilidades. Eso al menos es lo que piensa el académico Fernando Wilson, Magister en Ciencias Políticas de la Universidad Católica, y actual docente de la Universidad Adolfo Ibáñez.

"Dado que Chile tiene una economía globalizada, ha optado por un modelo de desarrollo abierto y utiliza sistemas comerciales internacionales, por supuesto que existe la posibilidad de ser víctimas de un ataque terrorista. Somos parte de Occidente", puntualiza.

Sin embargo, rápidamente explica que al entrar en el terreno de las probabilidades, la opción de un atentado en el país es mínima. "No somos un punto central del mundo cultural. No representamos un objetivo central para un atentado terrorista", sostiene Wilson.

Agrega que "en Europa y Estados Unidos abundan los blancos fáciles y, entre comillas, propagandísticamente útiles. Por ejemplo, una bomba en el metro de Chile no produciría más que una pequeña nota en el 'New York Times', mientras que una bomba en el metro de Londres es una conmoción mundial".

Sin embargo, un ataque terrorista nunca puede descartarse. Menos aún considerarlo un hecho ajeno.

Uno de los objetivos del terrorismo actual es afectar globalmente. Además, su principal arma no está en el ataque en sí, sino que en la incertidumbre generada posterior al hecho. Explosiones como la del jueves 11 en Madrid, acaban con vidas humanas, pero también son origen de un temor que afecta a quienes no fueron víctimas directas del ataque, porque dejan la sensación de que pueden volver a hacer algo.

Atentado a trenes en Madrid
Este tipo de violencia amenaza con continuar.
"No hay que preocuparse por si nosotros podemos o no ser víctimas de un atentado terrorista directos, sino que hay que inquietarse porque un atentado internacional ya de por sí nos causa daño", manifiesta Wilson, quien también es experto en temas de Defensa y Relaciones Internacionales y trabajó en investigación en la Academia Nacional de Estudios Politicos Estratégicos (ANEPE).

Y para aterrizar el tema a lo que es nuestra realidad, pone el siguiente ejemplo: "Puede que no destruyan la estación Baquedano del Metro o la Estación Central, pero sí perdemos como sociedad económica, por la onda de shock que afecta a los sistemas".

"Hay que sacarnos la mentalidad insular chilena de que las cosas nos afectan sólo cuando ocurren aquí", agrega.

Terror en Latinoamérica

Latinoamérica se sitúa en la periferia del mundo actual. Una región conformada por países en vías de desarrollo y otros derechamente subdesarrollados, ya tiene varios problemas propios como para que el terrorismo cumpla su objetivo de infundir caos y temor.

Las FARC en Colombia, los conflictos del Presidente Chávez en Venezuela o los mineros ilegales en Brasil, además de la criminalidad de las grandes urbes, explica Wilson, son algunos ejemplos para entender por qué grupos como Al Qaeda, pueden resultar ajenos en la región.

"Sin embargo, no se puede descartar la presencia de terroristas en América Latina", sostiene el académico. Basta con recordar el interés mediático que se centró en la denominada Triple Frontera, entre Paraguay, Argentina y Brasil. Las investigaciones estadounidenses apuntaron a que miembros de Al Qaeda y de células fundamentalistas utilizaron esa zona para el contrabando de drogas en incluso armas, dada las facilidades para hacerlo, por el mínimo control fronterizo.

Combatir el narcotráfico, mecanismo claramente vinculado al terrorismo como fuente de financiamiento, es una de las maneras de hacer frente a este flagelo, según explica Wilson.

"Se puede reducir en forma tremenda la facilidad de movimiento y la viabilidad de estos actos (terroristas), como controlando las fronteras, coordinando los servicios de seguridad mundiales, o facilitando el intercambio de inteligencia", agrega.

Sin embargo, no existe la protección total. "La iniciativa permanece en las manos del grupo terrorista", dice el académico, además de explicar que "una sociedad que se basa en parámetros de libertad, tiene una vulnerabilidad intrínseca", que es ser considerada blanco de grupos que tienen como objetivo principal acabar con la libertad.
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