
Muchas personas participaron de la tradicional celebración.
SANTIAGO.- Cientos de chilenos salieron hoy a las calles y caminos en distintas ciudades del país para "correr a Cristo" en la festividad católica de "Cuasimodo", una actividad tradicional desde hace 400 años.
La actividad tiene su origen en el cumplimiento de una disposición del Concilio de Trento, según la cual los sacerdotes deben llevar la comunión a los enfermos y ancianos, el domingo siguiente a la Pascua de Resurrección.
Durante su visita a Chile, en 1997, el Papa Juan Pablo II definió la "Fiesta de Cuasimodo" como "un verdadero tesoro del pueblo de Dios".
Con carrozas y bicicletas adornadas con flores, y decenas de "huasos" montados en sus briosos caballos, acompañaron al cardenal Francisco Javier Errázuriz, en sus visitas a los enfermos a quienes llevó la bendición y la comunión.
Después de entregar la comunión a decenas de enfermos apostados en las puertas de sus casas, en la localidad de Renca, el arzobispo recordó que ésta es una costumbre muy antigua de la Iglesia "de poder llevar la presencia del Señor a los que sufren en sus casas".
La tradición comenzó en Chile cuando en la época de la Colonia, los religiosos en sus recorridos eran víctimas de bandoleros que les robaban los ornamentos, principalmente cálices y copones de oro, por lo que grupos de jinetes comenzaron a acompañarles, como protección.
Actualmente existen en los pueblos y caseríos rurales de gran parte del país, e incluso en varios municipios de Santiago, cofradías de "Cuasimodistas" que se preparan durante todo el año para la ocasión.
En la mayoría de los casos, especialmente en la ciudad, las bicicletas han reemplazado a los caballos como medio de transporte, pero en uno u otro caso, los adeptos compiten por presentar los atavíos más vistosos, hechos con papeles multicolores y coronas de flores.
La actividad comienza alrededor de las ocho de la mañana (12:00 GMT) y se prolonga por todo el tiempo que le demande al sacerdote, que es transportado en un carruaje de caballos, para visitar la casa de cada enfermo de su parroquia y culminar con una misa.
Según la tradición, tras la visita de los sacerdotes, la caravana de fieles procede a quemar una imagen que representa a Judas, por entregar a Jesús a los romanos.
Acompañado de gritos y cánticos de los fieles, el sonido de una campana anuncia la llegada de Jesús sacramentado a las casas de los dolientes.
Los huasos no usan sombreros y cubren sus cabezas con pañuelos blancos y amarillos en señal de respeto, al igual que los cientos de fieles que se desplazan en bicicleta.