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Errores del Patio 29 despiertan inquietud en otros familiares de desaparecidos

Fernando González, hijo de una de las víctimas de Paine, ya no tiene la certeza de que los restos que le entregaron en 1992 sean los de su padre. Más aún, tiene miedo de haber estado visitando la tumba de un extraño.

02 de Mayo de 2006 | 14:14 | M. Teresa Anguita, El Mercurio en Internet

José Emilio González Espinoza, víctima de Paine.
SANTIAGO.- Su padre no aparece en la lista de las víctimas que fueron mal identificadas por el Servicio Médico Legal, pero este error le generó un manto de dudas en torno a los restos que le entregaron en 1992.

Fernando González (37), peluquero y productor de moda, es el hijo mayor de José Emilio González Espinoza, uno de los campesinos que desaparecieron en Paine días después de estallar el golpe militar, entre septiembre y octubre de 1973.

Efectivos pertenecientes al Regimiento de Infantería de San Bernardo lo sacaron de su casa la madrugada del 3 de octubre, cuando la familia dormía, y lo trasladaron al centro de detención de Cerro Chena, donde lo torturaron. Posteriormente fue derivado a la cuesta Chada. Esa fue la última vez que lo vieron con vida. Hoy, sus restos descansan en el Cementerio de Huelquén.

El día en que le fueron devueltas las osamentas estaba convencido de que era su padre. "Era la certeza de su ropa. Fue tan impactante ver ese trozo de rombo de su chaleco. Tú sientes, no sé, tu corazón te dice que era, te da la tranquilidad por lo menos", recuerda Fernando González.

Hoy su sensación es distinta, luego que días atrás el Servicio Médico Legal admitiera que hubo una equivocación en el reconocimiento de 48 restos de víctimas del Patio 29.

"Me da mucha rabia porque uno trata de vivir sanando esta herida, que se ha demorado años. Entonces resulta que todos los días te echan limón, te traicionan, la misma gente de tu sector político, la misma gente de tu lado", cuenta González, quien no vacila en considerar este escándalo un retroceso en la superación del tema de los derechos humanos.


Fernando González
-Cuando habla de traición, ¿a quién se refiere?

"Al Gobierno. El 12 de enero de 1992 nos entregaron osamentas de mi papá y he vivido y he creído que esas osamentas que me entregaron, que nosotros le dimos sepultura, son y yo creo que son las de mi papá. Y hoy día vienen y me pueden decir, '¿sabes qué?, nos equivocamos'. Entonces yo encuentro que aquí ha habido un mal manejo de la información, que hay un abuso de la gente que trabajó (…) encuentro que es una falta de respeto, no encuentro que sea justo".

-Cuando se dio a conocer la lista de las personas que fueron mal identificadas, su padre no figuraba en ella.

"No, afortunadamente mi padre no estaba en las listas del grupo que se dio ahora, pero esos son los temores que están, los temores que todavía existen. Porque si yo veo que hubo este error, a mí me podían haber entregado ropa, que yo creo que era la de él, pero a lo mejor eran de otro que estaba al lado".

-Entonces, ¿teme que los restos que le entregaron no sean los de su padre?

"Yo temo… o sea tengo la certeza con lo de la ropa, con lo que me dijeron, pero temo… y temo por mí, por mi mamá, de la tranquilidad que hoy día tenemos de ir a una sepultura y poner flores, ir cada domingo y saber que está ahí. ¡Qué doloroso sería el que no fuera y partir todo de nuevo, con ese dolor de decir dónde está, que a lo mejor le estuviste poniendo flores a una persona extraña un montón de tiempo!".

Fernando González al igual que su familia ha mantenido distancia de la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos. No se siente representado por esa entidad y se ha desmarcado de toda discusión política, convencido de que ésta no hace más que desvirtuar el drama de los detenidos desaparecidos.

"Soy un convencido de que lo que pasó se lo tengo que dejar a Dios, porque hoy día se habla de hacer justicia y las cosas no resultan, ni siquiera del lado del color político en que estamos".
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