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El ciudadano Bip!: Defectos y virtudes que trajo el Transantiago

En Santiago no todos pueden ser VIP, pero sí Bip! Con el nuevo plan de transportes se masificó una forma de actuar, donde parece haber aflorado lo mejor y peor de los capitalinos.

10 de Agosto de 2007 | 11:10 | Natacha Ramírez, El Mercurio Online
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Nueva postal de Santiago al amanecer: Las verdaderas estampidas humanas que había al inicio del plan fueron sustituidas por ordenadas filas de usuarios.

Diario El Mercurio

SANTIAGO.- Con el arribo del Transantiago a la ciudad no sólo llegaron las colas, los transbordos, los mapas ininteligibles, los "GPS humano" y los guardias con "espada láser". Sino que poco a poco, así como ha ido aumentando la frecuencia de "troncales" y "alimentadores" (nuevas palabras que pasaron a formar parte del bagaje del santiaguino), se han ido manifestando nuevos aspectos en las personas.


De alguna forma, y como toda situación límite, el Transantiago hizo aflorar lo mejor y lo peor del santiaguino, que se convirtió en algo así como un "ciudadano Bip!". Hoy, cuando se cumplen seis meses desde que el plan se implementó con bombos y platillos, y con Iván Zamorano como estandarte, vale la pena recogerlas, según el punto de vista de una usuaria.


- Organización: Desde que comenzó el plan, cuando la ciudad era un caos, todos luchaban por subirse a la micro y regía la ley de la selva, tal como al principio de los tiempos surgió la necesidad de organizarse. Por esto las aglomeraciones comenzaron paulatinamente a convertirse en ordenadas (y largas) filas, que en algunos concurridos paraderos -como Los Leones con Providencia- incluso incluyen las especificaciones de "fila para los que se van sentados", que tiene la preferencia, y "fila para los que se van de pie".


- Expresión: El interior de las micros se convirtió en un verdadero centro de debate público, una suerte de "ágora" pos moderna, donde las personas se sienten libres de expresar su opinión política, generalmente crítica del Gobierno, y de reclamar por sus derechos. De alguna forma el Transantiago, con sus espaciosas micros sobrepobladas y sus prolongados tiempos de espera, revitalizó al ciudadano opinante.


- Adaptación: Con el nuevo sistema de pago el dinero plástico se extendió a todos los capitalinos. Niños, jóvenes y ancianos, con más o menos dificultad y muchas veces por ensayo y error, aprendieron a usar la emblemática tarjeta Bip! No obstante, esto tuvo su contrapunto en los artistas callejeros, cuyos ingresos se vieron perjudicados porque las personas comenzaron a portar menos monedas.


- Agudeza: Cuando las restricciones del mercado aumentaron y ya no se podía vender arriba de las micros, los comerciantes ambulantes hallaron nuevos nichos donde poder transar sus productos: las filas de espera. Algunos comenzaron además a entregar un valor agregado, cumpliendo el servicio de dar información sobre los recorridos y dirigir la fila cuando llega la micro, usando frases como "hasta aquí los sentados, ahora les toca a los paraditos".


- Creatividad: Cuando el problema es muy grande y no se avizora solución, a  veces lo único que queda es reírse. Por esto los chistes sobre el Transantiago comenzaron a abundar y no es extraño escuchar a personas diciendo "beee" cuando salen del Metro, simulando ser un ganado. Además, el juego parece ser ahora "Póngale nombre al Transantiago...", que ya tiene numerosos apodos como Tranchantiago, Transantiasco, Transtortuga, Transmentira y Transmuleitor, entre otros, sin dejar de lado el famoso apelativo de "mala palabra" que le puso la propia Presidenta. Como era de esperarse, también proliferaron los videos burlescos, de toda índole, en el sitio Youtube y hasta juegos para descargar de Internet.


- Actividad: Un beneficio colateral del nuevo plan de transporte es que insta a los usuarios a realizar un mayor esfuerzo físico cada mañana para alcanzar el bus, que ahora obstinadamente sólo se detiene en el paradero. De este modo los pasajeros, siempre ávidos por llegar a la hora al trabajo, han debido desplegar sus dotes atléticos para poder alcanzar la micro cuando finalmente sucede aquel instante sublime en que pasa y se detiene, usualmente lejos del hogar. Junto a esto, hay que considerar que muchos santiaguinos deben desplazarse a través cuadras para interceptar algún recorrido que le sea útil.


- Evasión: Como era de esperarse, el Transantiago también hizo emerger aspectos más oscuros, como el instinto natural de no pagar. De este modo, en medio de las aglomeraciones y a veces verdaderas estampidas de usuarios, la evasión del pasaje se institucionalizó, corroborando el dicho de que "la ocasión hace el ladrón" o creando el nuevo de que "a micro revuelta ganancia de colados". También cabe destacar la serie de artilugios para sacarle el máximo provecho a un único pasaje con la tarjeta Bip!


- Individualismo: Una mujer embarazada o una señora cargada con bolsas ya no son suficiente estímulo para ceder el asiento. Salvo excepciones, los santiaguinos se han vuelto más individualistas arriba de la micro. Ante el aumento de usuarios por metro cuadrado, la falta de aire y en algunos casos desmayos, cada cual lucha por preservar su espacio vital y, en tal escenario, tener un asiento propio se vuelve un bien preciado difícil de transar.


- Agresividad: Aunque hace un año parecería imposible imaginarlo, ahora son los choferes quienes les llegan a temer a los pasajeros. Generalmente ofuscados por problemas nuevos, como la "malla de recorridos", los "transbordos" o la "baja frecuencia", están más susceptibles a reaccionar, mientras que los conductores se han vuelto más diplomáticos y ahora hasta saludan cuando la gente aborda el bus.


- "Alienación": Así como ahora hay máquinas que desempeñan el rol de las personas, como los cobradores Bip!, también hay humanos que, por la necesidad de suplir las falencias del Transantiago, se vieron impulsados a cumplir la función de la máquinas. Un caso emblemático es el "GPS humano", encargado de indicar la ubicación del bus, una evolución del antiguo "sapo", pero que esta vez entrega información privilegiada a las empresas.

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