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Sobreviviente de Antuco: Cereceda tiene culpa pero también "ha sido víctima"

Rodrigo Morales, vocero de los sobrevivientes de la tragedia, dice que al ex mayor del Ejército, condenado a cinco años y un día de presidio, "le cargaron la mata" pues hay personas "mucho más responsables" que no fueron condenadas.

04 de Enero de 2008 | 17:09 | Natacha Ramírez, El Mercurio Online

SANTIAGO.- "Para mí Antuco es más que un relato, es mi vida, marcó un antes y un después". Con estas palabras Rodrigo Morales (21) se refiere a la tragedia militar que lo alejó del Ejército al que "amaba" y que, a casi tres años de ocurrida, su rodilla aún dañada por el frío se encarga de recordarle, al igual que los duros momentos que no puede dejar atrás, como sí debió hacer esa vez con muchos de sus compañeros.


A su sensación de "abandono" por parte de las autoridades y de la institución a causa de las "promesas incumplidas" se suma una nueva decepción con la ratificación de las penas definitivas dictadas contra cinco ex militares por su responsabilidad en el hecho -que costó la vida de 45 soldados-, y por el que el ex mayor Patricio Cereceda fue condenado a cinco años y un día de prisión.


"Yo creo que es humillante para nosotros", señala el vocero de los sobrevivientes, quien considera que el aludido ex uniformado ha debido también pagar por las culpas de otros responsables. "Si bien yo pienso que Cereceda tiene culpa, también pienso que ha sido una víctima en todo esto en el sentido de que sólo a él le han 'cargado la mata'", sostiene el ex conscripto.


En este sentido, opina que "hay gente que realmente está involucrada en el tema y ni siquiera estuvo en el proceso, me refiero a los otros comandantes, a los cabos, sargentos, suboficiales, gente de experiencia que estaba arriba". También critica al ex teniente coronel Luis Pineda, quien obtuvo una pena remitida de 540 días, afirmando que "era una persona muy responsable y que la sacó muy limpia".


Atribuye además una especial "negligencia" a los cabos, pues "estábamos directamente a cargo de ellos, pero se fueron solos, nos dejaron solos". Esto se suma a sus acusaciones de que hubo uniformados que ingirieron alcohol antes de la fatal marcha. "Cuando marché ahí me salvé gracias a mí, gracias a que Dios es grande, no gracias a las instrucciones de nadie", dice. También opina que no fueron asumidas las responsabilidades políticas.


"Lo único positivo es estar vivo"


Con una pequeña hija de un año y cinco meses a quien mantener, que considera "es lo único que tengo", Rodrigo Morales actualmente está cesante, situación que atribuye a las secuelas físicas y psicológicas que le dejó la tragedia, así como a la "estigmatización" de la ha sido objeto por parte de empleadores debido al traumático episodio que vivieron.


Una de las secuelas que más le perjudica y, por el momento, le impide estudiar es una lesión a su rodilla a raíz de la exposición al frío y el esfuerzo realizado durante la marcha. "Me operé hace un mes, pero quedé peor, aún me duele, me caigo, tengo que andar con una rodillera o no puedo caminar", explica.


Asimismo, dice sentirse "abandonado" por quienes en un principio le ofrecieron ayuda y no se concretó. "Como soldado sobreviviente me siento tan dolido, me siento tan abandonado de parte de muchas autoridades, alcaldes, diputados, de mucha gente que se rió de nosotros, de mil promesas que nunca llegaron", como la entrega de vivienda, acceso a salud y ayuda psicológica.


"El Ejército nos brindó ayuda psiquiátrica mientras éramos soldados y después nos dejó botados, nos falta mucha ayuda profesional (...) el tema salud fue un chiste, nos dieron Fonasa tipo A, que puedo conseguir sin ser sobreviviente". Por esto indica que "sacar cosas positivas de Antuco es imposible". "Yo creo que lo único positivo que tengo hasta ahora es estar vivo", sostiene.

"Todo empezó el día 18 de mayo cuando estábamos en el refugio en Los Barros y nos dijeron que teníamos que salir a marchar, a las 5.15 de la mañana. Mi mayor Cereceda nos dijo: 'Compañía mortero se viene una dura marcha, se viene algo muy difícil, pero su misión es llegar bien'", recuerda Rodrigo.

Señala que después de unos 800 metros de caminata y cuando eran cerca de las 6 de la mañana se debieron mojar por la presencia de un estero. "Nos mojamos completamente y eso nos congeló hasta los huesos, hasta el alma", dice. No obstante, indica que "a nadie se le ocurrió volver, la orden era seguir".

Señala que continuaron caminando con mucho frío. Entonces fue cuando "cayó el primer soldado". "Hicimos todo lo posible por tratar de ayudarlo hasta que no pudimos más. Empezaron a quedar más soldados, la gente empezó a huir, las personas que estaban a cargo de nosotros se fueron y nos dejaron solos arriba", afirma.

"El viento nos empezó a botar mucho, empezamos a sentirnos muy mal, los soldados empezaron a caer muertos, nosotros no podíamos hacer nada. Intenté ayudar a muchos soldados, a mis compañeros más cercanos, se me murieron en mis brazos, los traté de cargar, traté de ayudarlos, no pude y eso es lo que lamento todos los días", lamenta.

Afirma que está vivo "gracias a la garra interior, gracias a que fui fuerte". "Fui frío para pensar en las cosas, mi prioridad era vivir y tenía que llegar a toda costa, ésa fue la meta que me puse y gracias a Dios y a mi familia estoy aquí", sostiene.

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