Transantiago, de 1 a 7 ¿cuánto lo quieren?

SANTIAGO.- El 10 de febrero de 2007 debutó el nuevo sistema de transporte capitalino. Aunque el Transantiago pretendía modernizar la forma en cómo se movilizan los chilenos dentro de la región, al principio los logros fueron menores, casi nulos. En su primera etapa la contamincación no varió, la congestión vehicular no disminuyó y, mucho menos, facilitó los viajes de los pasajeros.

La realidad fue otra. Paraderos colapsados, conductores que no sabían sus recorridos, paraderos en sentido contrario a la dirección del tránsito... Así debutó la rimbombante y más fuerte apuesta de modernización del gobierno de Michelle Bachelet.

A dos años de su puesta en marcha, la gente cree que el Transantiago ha mejorado. Si en el debut lo calificaron con un 1, hoy le asignan un 5. "Aún queda mucho por hacer", dice la mayoría. Las principales quejas son la poca frecuencia y la falta de buses, y la gente cree que "de aquí a 3 ó 4 años, se logrará normalizar".

Quejas, el lado B del Transantiago

Juan Vera Orellana (71) lleva 10 minutos esperando el bus en Estación Central. Quiere hacer el mismo recorrido que antes hacía en una micro directa desde Lo Valledor a San Diego, y que demoraba 20 minutos "como mucho". "Ahora me demoro 45, y eso sin contar lo que se demora en pasar. A veces estoy hasta media hora sentado a todo sol".

A pesar de la espera, Vera cree que volver a las micros amarillas no es la solución: "Hay que agilizar los viajes del recorrido actual, pero no volver atrás. Hay que superarse". Para él la solución está en "poner un poco más de énfasis en la frecuencia, porque los buses se demoran mucho en llegar a los paraderos". Evalúa el Transantiago con nota 4. Para él, "antes de 3 ó 4 años, el Transantiago no se normalizará".

Alejandro Tapia (52) es otro usuario frecuente. Antes le tomaba una hora ir desde su casa al trabajo en Quilicura, y ahora 1:30 hora. Aunque aumentó su recorrido, Alejandro le pone nota 6 al Transantiago. Según él, el problema es que faltan más buses nuevos. "Tomaron las viejas micros y las arreglaron. Hicieron un parche y las tiraron a la calle".

Javier Morales es estudiante y tiene 23 años. Recuerda que al principio "la gente se hacinaba, costaba tomar locomoción, los recorridos se demoraban mucho en pasar y los paraderos estaban mal ubicados", y que producto de eso "varias veces llegué atrasado a clases".

Para Morales, el Transantiago mejoró de un 2 a un 5, a pesar de que "aún quedan cosas por arreglar". "Faltan paraderos, nuevos recorridos, porque hay partes a las que simplemente no llegan. La frecuencia también hay que mejorarla". La solución sería "los mismos recorridos del modelo antiguo, pero con la tarjeta BIP, eso es lo único bueno".

Cecilia Muñoz (42) trabaja hace doce años en las afueras del Metro Estación Central, en plena Alameda, y a pesar de reconocer que no utiliza los nuevos buses, porque vive fuera de Santiago, "ahora se ve mucha más gente esperando en los paraderos". Para ella, el mayor atochamiento ocurre en las horas punta, cuando "la gente sale de acá del Metro ahogada. Vienen sin aire, casi sin respiración". Para ella, la tarjeta BIP es un problema: "La gente se queja que cuando se queda sin carga, tiene que tomar obligada el Metro".

Sin embargo, no todas son críticas. Incluso Gilberto Uribe (48) se dio maña para ponerle un siete porque "es una maravilla para los pobres". "Aquí él que quiere paga, y él que no tiene plata no paga".

Sin referirse al tiempo de demora en los recorridos, Uribe cree que económicamente el sistema "ha sido un aporte económico para ahorrarse 20 ó 24 lucas mensuales. Para dos personas que trabajan en una casa y que se ahorran 40 lucas al mes, es bueno". Y, según Uribe, eso pasa porque el "sistema es permisivo" y deja que cualquiera se suba.