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Asesinato del teniente Merino, el episodio más trágico en disputa por Laguna del Desierto

Declaraciones del canciller reflotaron la muerte del oficial, ocurrida cuando cinco carabineros fueron recibidos a balazos por una tropa de más de 90 gendarmes argentinos.

31 de Marzo de 2009 | 15:04 | Pablo Soto G. El Mercurio Online
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El teniente Merino yace herido de muerte tras ser alcanzado por las balas argentinas.

El Mercurio

SANTIAGO.- Frente a una envejecida unidad policial de Puerto Aysén, en la XI Región, la placa de un busto señala: "En Homenaje al teniente de Carabineros Hernán Merino Correa, fallecido en los trágicos sucesos de Laguna del Desierto".

Es uno de los pocos homenajes que existen en Chile -aparte de los que tiene Carabineros- en el que se rescata la figura de este joven uniformado, asesinado a balazos por gendarmes argentinos en uno de los episodios más cruentos de la disputa por la soberanía de Laguna del Desierto.


El episodio volvió a revivir esta semana con las declaraciones del canciller Mariano Fernández, quien dijo en un programa de televisión que la muerte del teniente Hernán Merino se produjo en "territorio argentino nunca reclamado por Chile".


Sus dichos provocaron la indignación de carabineros y hoy motivaron que el gobierno, a través del ministro de Defensa, Francisco Vidal, rectificara las declaraciones de Fernández, precisando que la muerte del teniente Merino ocurrió en territorio chileno.
 
El hecho sucedió hace casi 44 años, el 6 de noviembre de 1965, en territorio que en aquella época era considerado chileno y que después pasaría a ser controlado por Argentina, luego de una desfavorable negociación del gobierno de Patricio Aylwin que culminó en 1995.

La historia del teniente Merino es recordada por Carabineros como un ejemplo de heroísmo, porque intervino en un episodio en el que los efectivos chilenos eran claramente inferiores en armamento y número ante los argentinos.


La situación marcó uno de los periodos de mayor tensión entre Santiago y Buenos Aires, que en aquella época intentaban encontrar una salida diplomática a las diferencias limítrofes en el sur.


En Santiago, encabezaba el gobierno Eduardo Frei Montalva (1964-1979), mientras su contraparte argentina era Arturo Illia Francesconi (1963-1966).


Denuncia de un colono
 
La sucesión de hechos que culminaron con la trágica muerte del teniente Merino tuvo su comienzo en octubre de 1965, con la denuncia del colono Domingo Sepúlveda, quien llegó hasta el retén de Lago O'Higgins para denunciar que una patrulla argentina lo había amenazado en su propiedad.

Los gendarmes argentinos lo habían conminado a que se presentara a la ciudad de Río Gallegos para normalizar la supuesta presencia ilegal en lo que los efectivos trasandinos consideraban que era territorio argentino.


Alertados por el colono, carabineros partieron de inmediato hacia la propiedad del denunciante para resguardar el territorio nacional.

La patrulla estaba a cargo del mayor Miguel Torres, y la integraban también el teniente Merino, el sargento Miguel Manríquez y dos carabineros.


Durante su permanencia en la zona, los policías chilenos percibieron el sobrevuelo a baja altura de aviones argentinos, una señal más que clara de que el territorio estaba en disputa y que tanto chilenos como argentinos lo consideraban propio.
 
El 6 de noviembre, cuando la situación parecía tender a tranquilizarse, pues no se detectaba la presencia de efectivos argentinos, la irrupción de dos niños corriendo en el pequeño campamento levantado por los chilenos puso un alerta en la avanzada de carabineros.


Los pequeños -hijos de los colonos chilenos de la zona- avisaron que habían visto agazapados a efectivos argentinos que se acercaban al lugar. Según diversos reportes confiables de la época, el número de gendarmes argentinos que integraba esa misión era de alrededor de 90 hombres. Los chilenos eran cinco, lo que dejaba una proporción de 18 a 1.

Alertado por los niños, el jefe de la avanzada chilena se internó en el bosque gritando a los argentinos y pidiendo hablar con el oficial a cargo, con el obvio objetivo de evitar un enfrentamiento.

Al no tener respuesta siguió avanzando, pero esta vez el teniente Merino y el sargento Manríquez se apresuraron en alcanzarlo para que no continuara solo. "Yo lo apoyo, mi mayor", le dijo el joven oficial y se puso detrás suyo.

Al mismo tiempo, el sargento chileno comenzó a gritar a los gendarmes que podían salir, ya que los chilenos no pensaban disparar. Todo era silencio. Pero en ese momento, la quietud se rompió con el zumbido de una bala que salió de la espesura y se cobijó, mortal, en el pecho del teniente Merino.
 
Lluvia de balas


A continuación, una infernal lluvia de balas buscó alcanzar a los chilenos. También cayó herido el sargento Manríquez, en momentos en que el teniente Merino ya agonizaba. "Me fregaron mi mayor", dicen testigos que fueron sus últimas palabras.


Luego de la balacera vino el silencio, que "llenó el ambiente enrarecido por el olor a pólvora mortal", dice un relato de este trágico suceso publicado por Carabineros.


De inmediato los argentinos tomaron control de la situación, y el comandante a cargo del operativo ordenaba que el teniente muerto, el sargento herido y los otros policías chilenos fueran llevados a territorio argentino, como prisioneros.
 
Allí permanecieron hasta el 8 de noviembre de 1965, día en que fueron entregados a las autoridades chilenas en medio una creciente crisis diplomática que reflejaba la indignación chilena por la actitud beligerante de los argentinos.
 
En Santiago, los restos de Merino fueron velados en la Escuela de Carabineros, desde donde se trasladaron a la Capital Metropolitana para ser homenajeados. A esa altura el fallecido oficial ya era considerado un héroe, por dar la vida en defensa de la patria. En su funeral, una marea humana se encargó de demostrar cuán hondo había penetrado el episodio en la conciencia nacional.

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