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Ex guardadores de Matilde: Nos negaron la adopción por defender el "sistema"

El matrimonio Porter-Castillo cuenta a Emol cómo han vivido los primeros meses sin la niña, y aunque saben que está en una familia que la quiere, ambos coinciden en que es como si hubieran perdido a un hijo.

28 de Enero de 2010 | 12:06 | Por Renata Robbio, Emol
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Eduardo Porter y Marcela Castillo nunca pensaron que perderían la adopción de Matilde.

SANTIAGO.- Aunque ya se apagaron los flashes que persiguieron la lucha judicial de los ex guardadores de Matilde, que pelearon por la adopción de la niña; el matrimonio Porter-Castillo todavía tiene encendida una luz, que según cuentan, nunca se les apagará: El recuerdo y el dolor de haberla entregado, luego de sentirse padres por cinco meses.


Tres meses después de que dejaron a la niña, aún hay cosas en su departamento que recuerdan el paso de Matilde por sus vidas. Hay una caja que guarda su ropita, sus juguetes y la cuna en donde durmió cuando estuvo con Eduardo (54) y Marcela (52). Ellos sólo se quedaron con un oso de peluche y un montón de fotos y videos.


En su primera entrevista con un medio tras el 20 de octubre, cuando entregaron a la niña, cuentan a Emol lo difícil que ha sido vivir el “duelo”, tras su partida, “quería verla crecer, darle lo mejor y no pude. Yo creo que es como haber perdido un hijo”, dice Marcela.


Para su marido, el proceso tampoco ha sido fácil y aunque trata de mostrarse fuerte y apoyar a su mujer cada vez que ella se quiebra, su mirada refleja la ausencia de Matilde en su vida.


“Yo creo que los sentimientos se van desarrollando y tú no sabes cómo. A la Matilde de repente la bañaba y lo pasábamos chancho, yo le decía: ‘Matilde, aquí le tenís que poner empeño porque, o si no, sonamos los dos”, cuenta Eduardo.


Matilde llegó a sus vidas de improviso, de hecho, Marcela reconoce que pensó que no había quedado aceptada en la Fundación como guardadora, ya que siempre manifestó dudas sobre si quería eso o la adopción.


“Yo creo que a lo mejor nunca asumimos el papel de guardadores. Cuando me la pasaron me sentí altiro mamá (...). Tenía que darle el cariño suficiente. No quería que sintiera tristeza. Tenía que hacerlo todo perfecto”, dice.


A los dos meses de estar con Matilde, los Porter-Castillo se plantearon la idea de adoptarla. Ya no era una niña de “paso”, sentían que era su “hija”. Es por eso que quisieron hacer las cosas bien, estaban esperanzados en que tenían posibilidades de legalizar su afecto y así se lo manifestó Marcela a la directora de la Fundación Chilena de Adopción, María Elena González.


Sin embargo, tras una reunión con ella se percataron de que la pelea por Matilde iba a ser dura, “María Elena siempre se cerró a la posibilidad de que la adoptáramos. No nos dio ni una oportunidad”, cuentan.


Desde ese día, comenzó la odisea legal por ganar la adopción de Matilde. Contactaron abogados, psicólogos, buscaron otros casos de guardadores, de padres adoptivos, incluso solicitaron una reunión privada con la Presidenta Michelle Bachelet, la cual nunca se concretó.


“Siempre pensamos que teníamos que pelear por ella, porque se lo merecía y no me arrepiento de nada (...). Siempre creí que lo íbamos a lograr, que nos íbamos a quedar con Matilde. Pensé que ganaríamos”, confiesa Eduardo.


Hoy ambos se miran y confiesan el dolor que sentían cada vez que la ley o el “sistema”, como dicen ellos, les cerraban las puertas, y poco a poco, debieron ir preparándose para el día de la despedida.


“Fue muy duro, pero tenía confianza en que todavía teníamos alternativa. Me despedí de ella creyendo en que iba a ser cortito y lo único que pensaba era cómo la iba a compensar después. Nunca me planteé la separación como algo definitivo”, comenta Marcela.


Eduardo recuerda que el día anterior fue hasta San Expedito a pedirle un “milagro” y no asumió la separación, hasta que la entregó.


“A nosotros no nos dieron a la Matilde por defender un sistema, nada más. ¡Imagínate, si nos hubieran dado la razón, habrían llegado diez casos más de guardadores y a los jueces se les complica la pega!”, alega Eduardo con un dejo de impotencia.


Su mujer va más allá y no sólo siente pena, también cree que fue culpa de ellos, por no saber expresar bien el motivo por el cual querían quedarse con Matilde.


“Lamentablemente uno no sabe comunicar bien. Queríamos comunicar que no lo estábamos haciendo de ‘chochos’, lo estábamos haciendo por ella. Por lo mejor para ella y estábamos dispuestos a criarla, a invertir en ella porque se lo merece, porque la veíamos como nuestra hija. Ella se hizo ese espacio”, asegura Marcela.


Y va más allá, si bien asegura que el “sistema” de guardadoras no es malo, recalca que hay que reconocer que tiene una serie de deficiencias: “Hay que trabajar más con las guardadoras, seleccionarlas mejor. Quizás yo no era apta para serlo y nunca me debieron haber elegido, es por eso que este problema no lo generamos nosotros, en gran medida lo generaron ellos (Fundación)”.


Cuando la entregaron, la menor se quedó con un conejito de peluche que tenía un cascabel. Fue el primer regalo que le hicieron los Castillo-Porter.


“Si llego a verla con el conejito alguna vez, me muero. Creo que la voy a reconocer sí o sí, con o sin conejito. Es algo que siento. No me imagino cómo va a ser (físicamente), pero si la llego a ver, voy a saber altiro que es ella”, asegura Marcela.


Pese a toda la pena, impotencia y angustia que sienten, por el bien de Matilde, los Porter-Castillo asumieron la derrota y hoy están sobreponiéndose al dolor que les provoca la idea de que nunca más la tendrán.


“Si me dijeran ahora que tengo posibilidades de recuperarla, no lo haría, creo que no es bueno para ella. Para nosotros va a ser una pena de por vida. Dijimos que íbamos a luchar, pero por un periodo razonable”, afirma Marcela.


Tres meses después de haber perdido la pelea judicial por la adopción, el matrimonio está tranquilo y convencido que hicieron lo correcto.


“Lo más triste es que la gran mayoría nos ha dicho que habrían hecho lo mismo que nosotros. O sea, era razonable no sólo sentir lo que sentíamos, sino que también luchar por la Matilde. Eso quiere decir que lo que hacíamos no estaba mal. Sin embargo, la Fundación siempre nos hizo sentir lo contrario”, sentencia Marcela.

Marcela Castillo no esconde su resentimiento con la Fundación Chilena de Adopción, incluso rebate directamente las palabras de su directora, María Teresa González, que según ella, en una entrevista habría dicho que el matrimonio le faltó el respeto a Matilde.

"Siento que fue al revés. (El sistema) le quitó todos los derechos y eso no es una falta de respeto, es lo peor que le puedes hacer a una persona”, asegura.

Tras el caso de Matilde, Marcela critica a la Fundación, de no haber reconocido que su directiva también se equivocó en cómo abordó la situación.

"Cuando vez que hay cosas que no reconocen y no hacen ni un tipo de mea culpa para evitar que el sistema no se les venga abajo, es peor. Así, van a seguir apareciendo otros Porter-Castillo, como ya venían otros. No digan que fuimos los únicos porque no fue así”, sentencia.

Marcela es tajante y responsabiliza directamente González, por cómo se desarrolló el conflicto: "Si nos hubieran manejado un poco mejor, habría logrado que el sistema funcionase mejor".

Aspecto que refuerza su marido, al afirmar que nunca hubo una preparación para ser guardadores.

"Siempre nos hablaron de que cuando fuéramos a entregar la guagua nos iban a hacer una terapia ¿Qué terapia? Nunca existió, ni antes, ni durante, ni después. Eso fue una mentira", alega Porter.

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