COQUIMBO.- Este lunes el navegante francés Norwind Boguslaw y su esposa chilena Carmen Moreira fueron citados por la Armada para declarar ante el capitán de puerto de esta ciudad. El objetivo era dilucidar por qué el yate Columbia SS retrasó en más de un mes su recalada a Coquimbo, hecho que activó un operativo de búsqueda en varios países del Pacífico.
La embarcación había zarpado el 16 de enero desde el puerto de Las Salinas, en Ecuador, y desde allí no se supo más de su paradero hasta que el sábado llegaron al sector de La Herradura con sus cinco tripulantes en perfectas condiciones de salud.
Durante la reunión, el capitán de puerto Arturo Garriga solicitó antecedentes a Boguslaw respecto a su ruta de navegación y las razones de la demora.
"Hay que aclarar los hechos y si hay faltas debe ser sancionado, pero eso no se ha determinado (...) la falta sería que ellos debieron buscar las mejores opciones para poder haber informado que no iban a llegar el día que anunciaron", dijo el uniformado.
Una de las tesis que planteó Boguslaw a la autoridad marítima es que de acuerdo a las leyes internacionales sobre velerismo no es necesario fijar una fecha de recalada, por lo que en Ecuador habrían cometido un error al emanar un documento oficial con esos datos. No obstante, Garriga aseguró que ello aún no puede establecerse con certeza.
El tripulante deberá reunirse con el gobernador marítimo de Coquimbo en los próximos días para continuar con el proceso y esclarecer si finalmente se les sancionará de alguna forma.
Sin viento Boguslaw y los otros cuatro navegantes iniciaron una travesía para recorrer las 4.800 millas náuticas de la Ruta de Los Piratas del Oro Americano a una velocidad de 3 nudos (poco más de 5 km/h). No portaban teléfonos satelitales y el trayecto lo hicieron sólo a vela, y por eso la falta de viento —que se extendió por unos 20 días luego del terremoto en el sur— alargó el viaje.
"Anoté (en la bitácora) que todo era anormal y que algo estaba pasando, pero no sabía qué", dice el capitán respecto al tsunami provocado por el sismo. Cuenta que hubo olas de gran tamaño, pero las sortearon sin problemas, aunque el extraño comportamiento de la fauna marina lo hizo sospechar de algún fenómeno inusual.
De hecho, Carmen Moreira, asegura que "estamos acostumbrados a navegar a vela y por eso no sentimos nada, no nos dimos cuenta".
En el yate llevaban alimento suficiente para navegar otro mes y medio y más de 200 litros de agua. "El viento es un acto de Dios y no se puede ir contra los elementos (...) ahora que llegamos supimos lo que había pasado y que nos estaban buscando", dice Boguslaw.
El Columbia SS finalmente pudo llegar a Tongoy -lugar de residencia del navegante y su mujer- y los otros tres tripulantes viajaron hasta Valparaíso para hacer una visita y luego partir a sus respectivos países (Canadá y Australia).