Eduardo Varela, quien cursa 5º básico en el Colegio Sagrados Corazones de Manquehue, sufrió un TEC y una fractura mandibular tras ser chocado en el "Tubing" de Farellones.
EmolSANTIAGO.- El sábado 26 de junio Eduardo Varela (11) fue invitado a Farellones a participar del cumpleaños de un amigo junto a un grupo de niños. Al día siguiente, celebraría su propio cumpleaños en Santiago. El menor, quien cursa 5º básico en el Colegio Sagrados Corazones de Manquehue no conocía la nieve, por lo que "era el mejor panorama que podía tener", cuenta su madre, María Cristina Ercilla.
Para los cerca de 15 niños invitados, la principal atracción del día fue el popular juego "Tubing" -que consiste en deslizarse en una especie de flotador por un tobogán de nieve-. El juego funcionaba en seis pistas simultáneas y ese día era operada por sólo 5 cinco personas que, según María Cristina, no dieron abasto a medida que el juego empezó a "sobrevenderse" y algunos adultos "imprudentes" comenzaron a lanzarse sin esperar su turno, incluso mientras había niños deslizándose. "No había mucho control, estaban colapsados", señala la mujer.
En medio de ese panorama, fue el turno de Eduardo, quien se deslizó junto a un amiguito por el tobogán. Éste termina en una pequeña subida que ayuda a frenar y luego un operario los detiene y los ayuda a bajar del flotador. Sin embargo, en esta ocasión el funcionario no alcanzó a detenerlos, según la madre, debido a que "había niños tirándose en paralelo en las seis pistas", así que Eduardo y su amigo comenzaron a retroceder nuevamente hacia el tobogán.
Justo en ese momento, un sujeto se lanzó por la misma pista, sin esperar la autorización. Cuando estaba cerca de los niños, alcanzó a gritar "¡Cuidado!". Entonces el amigo metió la cabeza entre sus brazos, pero Eduardo, al oír el grito, atinó a voltearse y recibió el impacto de la patada en la cara.
"Mi hijo quedó inconsciente, y con la fuerza de la patada salió volando del flotador y cayó boca abajo en la nieve a varios metros de distancia y apareció un charco de sangre. Como iba inconsciente, no fue capaz de amortiguar el golpe de ninguna forma", relata María Cristina.
Estuvo una hora en la nieve antes de ser rescatado
Producto del accidente, el menor resultó con un TEC y una doble fractura en la mandíbula. Pero eso era sólo el principio de la odisea. Según cuenta su madre, el menor permaneció durante una hora en ese lugar, en espera de que llegara una moto de nieve para poder subirlo. En ese lapso, sólo recibió la precaria atención de una patrulla de esquí, que se limitó a inmovilizarlo y tenderlo sobre una camilla. Producto de la larga espera, el niño presentó una hipotermia que llevó su temperatura corporal a 35,4 grados, que bien pudo haberle causado la muerte.
Finalmente, cuando lograron salir del tobogán, se percataron de que los funcionarios de Farellones todavía no habían llamado una ambulancia para trasladarlo a un centro médico, con el argumento de que ésta debía ser costeada por los usuarios y no podían solicitarla sin su autorización. "Le pasaron el cacho a la mamá del amigo y le dijeron 'ya señora, haga lo que quiera', sin importar que ella anduviera a cargo de otros 15 niños. Realmente fue una actitud inhumana", considera.
Tras una nueva espera de 20 minutos, el menor fue trasladado en estado grave a la unidad de la Clínica Las Condes, ubicada en La Parva, donde lograron estabilizarlo y recuperó la consciencia. Pero luego presentó vómitos y debieron trasladarlo a Santiago, donde llegó cinco horas después del accidente. La madre remarca que "el tiempo posterior a un accidente es muy valioso, y perder cinco horas sin saber cuál era la magnitud de las lesiones es una irresponsabilidad enorme".
Al día siguiente -cuando debía celebrar su cumpleaños-, el menor fue operado de la mandíbula en la Clínica Alemana, donde en tres meses volverá a ser intervenido para retirarle una placa de titanio. El niño sufrió daños en varias piezas dentales y, aunque no quedó con secuelas neurológicas, la semana pasada sufrió una parálisis facial, derivada de la gran inflamación que le provocó el impacto y la operación. Dicha complicación ya está siendo controlada con fuertes medicamentos.
A esto se suma "el dolor físico" que tuvo que soportar después de la cirugía, la dieta líquida que debe seguir tras la operación de mandíbula y, por supuesto, la decepción. "Quedó súper choqueado, los primeros días en la clínica lloraba todo el día, no podía creer que le hubiera pasado eso y que lo hubieran dejado prácticamente botado. Para un niño es súper doloroso, porque los niños son más idealistas y creen que el mundo es más justo y la gente es más buena", relata María Cristina.
"Fueron indolentes y negligentes"
Tras la situación que vivió, la madre acusa que el centro invernal actuó de una forma "indolente" y "absolutamente negligente en todo sentido". En primer lugar, remarca lo "inseguro" que es el juego en que se accidentó su hijo y la "falta de personal" que había ese día. "Funciona en forma muy precaria, no les ponen cascos, no hay nada que los amarre y evite que vayan a salir disparados", señala. En su opinión, "la seguridad para ellos no es un tema, sobre todo en el caso de los niños".
A esto se suma que "cuando se produjo un accidente, que ya era evitable, la actitud posterior no puede ser de dejar al niño ahí botado y que los papás del cumpleañero se hagan cargo y adopten todas las acciones para lograr traerlo a Santiago". Por el contrario, "debieron haber prestado toda la colaboración para que el rescate y el traslado se hubiera hecho en el menor tiempo posible. Debieron haber llamado un helicóptero en el momento, porque no sabían la magnitud de la lesión".
Y, como guinda de la torta, dice que nunca la llamaron desde Farellones para saber cómo estaba el menor tras el grave accidente. "Mi hijo se podría haber muerto y a ellos les daba lo mismo". Señala que la familia ha debido correr con todos los gastos médicos y que durante una semana intentó comunicarse con el gerente de Farellones para obtener una respuesta. "Lo único que conseguí es que me llamara un jefe de seguridad, que fue muy desagradable. En el fondo, se lavan las manos".
En cuanto al sujeto que golpeó en el rostro a Eduardo, María Cristina dice que en Farellones "no le tomaron ningún dato, ninguna declaración, nadie le dijo nada, a nadie le importó. Eso es lo más indignante de todo, los mismos niños lo vieron después tomando bebida, muerto de la risa".
El accidente que sufrió Eduardo Varela es el cuarto que se conoce en las últimas semanas y que afecta a un niño en un centro invernal.
El más grave ocurrió el pasado fin de semana en el centro de esquí "El Colorado" y causó la muerte al pequeño Bruno Silva , de 8 años.
El menor, tras chocar contra una barrera de madera, se le quebró la clavícula, la que a su vez rompió una arteria, sufriendo un paro cardíaco.
La semana pasada ocurrió otro accidente en La Parva, aunque con un mejor desenlace. El menor P.M., de 7 años, resultó ileso tras quedar colgando por varios minutos de un andarivel a 20 metros de altura, enganchado de su parka.
Previamente, a principios de julio, la menor Agustina Hola, de 15 años, quedó grave tras chocar contra una barrera mientras esquiaba en el mismo centro invernal. Producto del accidente, la joven se quebró la pierna y quedó sorda.