El prelado dijo que lleva a Chile dentro de su corazón ''y muy especialmente después del terrible terremoto sufrido recientemente''.
EFECIUDAD DEL VATICANO.- El Papa Benedicto XVI aseguró hoy que lleva a Chile dentro de su corazón, "muy especialmente" después del "terrible" terremoto ocurrido en febrero, y que reza por los 33 trabajadores chilenos atrapados en la mina San José.
"Aunque esté lejos geográficamente de aquí, llevo a Chile dentro de mi corazón y muy especialmente después del terrible terremoto sufrido recientemente. Desde el primer momento mostré mi cercanía al pueblo y a través de la visita de mi secretario de Estado, el cardenal Tarcisio Bertone, hice llegar mi consuelo y esperanza a las víctimas, a sus familiares y a los numerosos damnificados", afirmó.
En el discurso que dirigió al nuevo embajador de Chile ante la Santa Sede, Fernando Zegers Santa Cruz, que hoy le presentó sus cartas credenciales, el Sumo Pontífice agregó que "tampoco se olvida" de los mineros atrapados en la Región de Atacama y de sus seres queridos, por quienes reza "fervientemente".
El Obispo de Roma resaltó la unidad del pueblo chileno ante las desgracias, su respuesta "tan generosa y solidaria" cuando el sufrimiento arrecia, así como el esfuerzo que la Iglesia Católica local realiza para ayudar a los necesitados.
Benedicto XVI subrayó además que este año se celebra el Bicentenario de Chile y destacó el papel jugado por la Iglesia en los acontecimientos más importantes del país y en la consolidación de una "identidad nacional propia, profundamente marcada por el sentimiento católico".
En esa línea, recordó los 25 años de la firma del Tratado de Paz y Amistad con Argentina, en el que medió el Vaticano y se evitó una guerra. A juicio del Papa, esto quedará como "un ejemplo luminoso del bien inmenso que la paz trae consigo, así como de la importancia de conservar y fomentar aquellos valores morales y religiosos que constituyen el tejido más íntimo del alma de un pueblo".
El prelado destacó también que aunque la Iglesia y el Estado son independientes y autónomos, ambos están llamados a desarrollar una colaboración leal y respetuosa para servir la vocación personal y social de las mismas personas. Y precisó que cuando la Iglesia "alza su voz" frente a los grandes retos y problemas actuales, no actúa por un interés particular, sino que lo hace "en nombre de valores que toda persona puede compartir con su recta razón".
Entre esos problemas subrayó las guerras, el hambre y la pobreza extrema de tantos y volvió a defender la vida humana desde su concepción hasta su ocaso natural, así como la promoción de la familia fundada en el matrimonio entre un hombre y una mujer, "primera responsable de la educación de los hijos".