Luciano Riquelme
COPIAPÓ.- Banderas en mano, brazos en alto, bocinazos, varios C H I y felicitaciones de parte del ministro de Minería, Laurence Golborne, y los familiares de los 33 mineros, que crearon un ambiente de alegría al interior de la mina San José minutos después del mediodía.
Era la salida triunfal de la máquina de repuesto y apoyo de la T-130, del plan B, y parte de los 28 trabajadores chilenos y cuatro estadounidenses de la empresa de sondajes mineros "Geotec Boyles Bros".
Las mujeres daban besos y abrazos a los trabajadores, en agradecimiento por haber trabajado incansablemente por los suyos entre 12 y 15 horas diarias, para poder alcanzar los casi 700 metros de profundidad, donde se encuentran los trabajadores atrapados.
Cristián Barrera, quien trabajó dos turnos de 12 días, dijo que el momento en que se rompió fondo "fue de mucha alegría, me dieron ganas de saltar. Fue difícil pero al final se logro el objetivo. Yo trabajo en Collahuasi y es un orgullo el haber venido y colaborado en esta situación difícil para ellos".
Roberto Cornejo, experto en prevención de riesgos, y que estuvo 26 días en el yacimiento, planteó que el momento del rompimiento "fue emocionante, por haber logrado la meta después de tanto tiempo".
En tanto, Javier Montiel soldador, dijo que en el momento en que la máquina rompió fondo "saltamos todos de alegría, porque fue una faena en que hubo momentos difíciles. Estamos muy alegres, feliz por la empresa por nosotros y por la gente que está abajo".
Uno de los cuatro estadounidenses que llegó a la mina San José es Jeffrey Roten de West Chester, originario de Pensilvania, quien trabajó en las emergencias mecánicas que fue presentando la maquinaria a medida que avanzaba el martillo.
Él también coincidió en que el trabajo fue arduo debido a la dureza de la roca, pero aseguró que se sentía muy "afortunado" de haber trabajado durante las 33 jornadas que –coincidentemente- duró la perforación.