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Conferencia Episcopal rechaza la despenalización del aborto y pide defender la vida

No obstante, los obispos dijeron que sí estiman lícitos los tratamientos que sean necesarios para sanar a una embarazada que sufra una enfermedad, "aunque comporten un riesgo, incluso letal, para el ser que no ha nacido".

28 de Diciembre de 2010 | 14:54 | Emol
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Monseñor Ezzati lideró la declaración pública, donde los prelados ofrecieron ''luces para el discernimiento en conciencia de los católicos y de todas las personas de buena voluntad''.

La Segunda

SANTIAGO.- En el día que se recuerda a los Santos Inocentes, la Conferencia Episcopal de Chile (CEPCh) decidió emitir una declaración para reafirmar su rechazo a cualquier práctica abortiva, aun cuando esté en riesgo la vida de la madre, y contribuir a la "reflexión" de las autoridades.


Encabezados por su presidente, monseñor Ricardo Ezzati, los obispos católicos del país recordaron las palabras del Papa Juan Pablo II para enfatizar que el mandamiento "no matarás" vale "con toda razón cuando hay que proteger la vida del ser humano que aún no ha nacido y, en consecuencia, rechazar la legalización del aborto".


Dos semanas después de que los senadores Evelyn Matthei (UDI) y Fulvio Rossi (PS) presentaran un proyecto de ley sobre la materia, los prelados afirmaron que "en un embarazo en el cual la vida o la salud de la madre corre peligro, no es lícito eliminar la vida del niño concebido".


"Desde la perspectiva de lo más propio de la medicina, que es sanar, curar y nunca dañar, y compartiendo el pensamiento de Pío XII, consideramos que es erróneo poner el asunto con esta alternativa: o la vida del niño o aquella de la madre. No, ni la vida de la madre ni la del niño puede ser objeto de un acto de directa supresión. De una parte como de la otra la exigencia no puede ser más que una: hacer todo esfuerzo por salvar ambas vidas", agregaron.


Tras remarcar que "nunca será un acto médico el que dañe directamente a cualquiera de ellas", los religiosos explicaron que sí estiman lícitos los tratamientos que sean necesarios para sanar a una embarazada que sufra una enfermedad, "aunque comporten un riesgo, incluso letal, para el ser que no ha nacido".


No obstante, subrayaron que "no se debe confundir una acción terapéutica a favor de la madre, que encierra como consecuencia no buscada el peligro de una pérdida, con la directa eliminación del ser que no ha nacido".


Asimismo, expresaron que si se pretende despenalizar el aborto "cuando se puede predecir con probabilidad o subjetiva certeza que el niño nacerá con un defecto o enfermedad, hay que tener presente que la eliminación de un ser humano no constituye terapia alguna puesto que no sana a nadie". En su opinión, "se trata de un aborto directo ilícito desde el punto de vista moral y gravemente contrario al ordenamiento legal y constitucional de nuestra nación".


De igual forma, insistieron en que una sociedad que elimina a los débiles y enfermos "permite que la violencia se constituya en el método para resolver los conflictos" y, por lo mismo, imploraron "para que la sabiduría y fortaleza de Dios guíen las decisiones en tan trascendente materia".

Como pastores de la Iglesia Católica y a partir de su enseñanza, con caridad en la verdad, queremos ofrecer luces para el discernimiento en conciencia de los católicos y de todas las personas de buena voluntad; también como un aporte a la reflexión de los legisladores y autoridades ante un tema que toca profundamente el alma nacional, como es el elemental derecho a la vida.


Ciertamente, las situaciones a las que se refieren estos proyectos de ley son muy dramáticas y dolorosas tanto para la madre como para las personas cercanas a ella, y no se suele estar preparado para vivirlas. El sentimiento de dolor que experimenta una madre y su familia al saber que el propio fruto de la concepción implica un peligro para su vida, que el hijo que espera con tantas ansias viene con una malformación grave, o que el ser humano que se gesta en su seno es el fruto de una violación; es un sentimiento que hay que comprender y debe constituir una gran preocupación para la familia, los servicios de salud y por cierto también en la propia comunidad cristiana. Situaciones como éstas, aunque escasas, son fuentes de angustia, incertidumbre y dolor que a nadie pueden dejar indiferente.


4. Ante tales situaciones, la pregunta es cómo responder de la mejor manera para ser respetuosos con la vida, tanto de la madre como la de su hijo, logrando que la respuesta del marco jurídico, de los servicios de salud y de la sociedad entera refleje un hondo respeto al derecho a la vida que tiene cada ser humano.

1.       prácticas abortivas son la negación misma de lo que se entiende por un acto médico, que consiste en hacer el bien posible, en este caso, a sus dos pacientes: la madre y su hijo. Nunca será un acto médico el que dañe directamente a cualquiera de ellos.

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