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Inspectores revelan insólitos chascarros en pruebas de manejo

El caso de la mujer que cayó en una camioneta al mar dejó al descubierto lo "extremo" que puede llegar a ser el examen para obtener la licencia de conducir. Hablan inspectores y alumnos reprobados.

27 de Noviembre de 2011 | 12:23 | Por Natacha Ramírez, Emol

SANTIAGO.- El caso de la mujer que "amarizó" mientras rendía su examen práctico de manejo destapó la gran cantidad de percances que pueden llegar a sufrir los aspirantes a conductor cuando se enfrentan a esta importante etapa, la que muchas veces se puede convertir en un deporte extremo.


Así lo confirma Vladimir Soto, director de Tránsito de Lonquimay, quien vivió un episodio similar, pero en tierra firme. "Le pedí a la persona que doblara en una intersección, pero en vez de apretar el freno para reducir la velocidad, aceleró, dobló mal y no le achuntó a la calle", cuenta el inspector.


Producto de la maniobra, la camioneta "chocó contra la solera, saltó y nos fuimos de punta a un barranco de unos tres metros de profundidad, y quedamos así paraditos con el vehículo de punta". A causa del impacto, el instructor se golpeó en la cabeza con los vidrios. "Pero no fue más que eso", aclara.


Dice que una de las partes más complejas del examen de conducir es precisamente el viraje ya que las personas no disminuyen la velocidad lo suficiente o derechamente confunden el freno con el acelerador, provocando que árboles y barreras de contención lleguen abruptamente al parachoques.


Cuenta que una vez una mujer "tomó la curva muy cerrada y chocó contra la solera y rompió los neumáticos, así que tuvimos que volver caminando hasta la Dirección de Tránsito".


Otro momento extremo del circuito de Lonquimay son las subidas. "Cuando se le pide a las personas que estacionen el vehículo en subida, al sacarlo aprietan el embrague y se van derechito para atrás contra los autos", señala Soto.


Pero el mar y las subidas no son el único requisito para un examen intenso. Ramón Rivera, inspector de Tránsito de Providencia hace 18 años, recuerda que "una vez una joven al sacar el auto del estacionamiento aceleró tanto que la rueda agarró al auto que estaba adelante y arrasó como ocho autos así ¡tatatata! en cadena. Así que agarré el volante y alcancé a frenar cuando estábamos a punto de darnos vuelta", relata.


Ante la cantidad de accidentes a los que están expuestos, Vladimir Soto reconoce sentir un poco de temor. "Al principio uno era muy valiente, pero con el tiempo empieza a preocuparse porque no sabes realmente a quién tienes al lado, porque cualquier persona puede dar el examen y no necesariamente tienen que saber conducir", advierte.


Mujeres que terminan llorando y suplicando


Ya en el plano anecdótico, Rivera recuerda el caso de un padre que golpeó a su hijo que acaba de reprobar la prueba de conducir. "Como hace cinco años atrás un lolo reprobó y cuando se bajó del auto el papá le empezó a pegar cachuchazos y yo tuve que pararlo porque el niño estaba traumado", señala.


Por el contrario, también están los padres que justifican todos los errores que cometen sus hijos, por más graves que sea. "Hay papás que yo les digo 'sabe, acabo de reprobar a su hijo porque se pasó el disco pare' y ellos avalan eso y me dicen '¡Pero cómo oiga, si es un signo pare no más!'. No le toman el peso".


Otra especie dentro de la gama de aspirantes a conductor son quienes terminan suplicando para que no los reprueben. Rivera dice que las más histriónicas en ese sentido son las mujeres. "Siempre lloran las mujeres. Lloran, ruegan. Muchas me han dicho que no las repruebe porque tienen que viajar o tienen que hospitalizarse. Y ahí uno a veces no ingresa el examen y les da otra oportunidad", señala.


Dice que también hay niñas que van hablando solas durante el examen: "Me dicen 'oiga, usted no me saludó' o 'pucha, ustedes que son pesados'. Y yo les digo 'concéntrese. No hable nada. Porque la va a seguir embarrando'".


Reprobada por decir garabatos


Pero no siempre las sorpresas se las llevan los inspectores. Gabriela Dazarola (23) asegura que hace tres años reprobó el examen debido a que dijo un garabato de grueso calibre mientras conducía, en la comuna de Las Condes.


"Estaba tan nerviosa que iba a 20 kilómetros por hora y el tipo me iba retando todo el camino, me decía '¡Acelera!'. Fue terrible. Y al final, cuando íbamos llegando a estacionar, se me para el auto y yo digo un garabato fuerte y el tipo me miró y se le desfiguró la cara, se bajó del auto enchuchado y no me habló más", relata la joven.


Dice que "después el inspector me dijo 'Bueno, usted sabe por qué reprobó'. Y yo le digo 'Sí, porque iba lento' y él me dice 'le faltó un punto muy importante: Por falta de gramática y falta de respeto, no puede decir garabatos'".


Pese a este impasse, Gabriela volvió a dar el examen 15 días después. "Practiqué y practiqué y cuando lo fui a dar de nuevo me tocó el mismo examinador, pero me fui callada todo el camino", afirma.


Salir para atrás y el freno de mano: los errores más frecuentes


Los inspectores indican que uno de los errores más frecuentes que comenten las personas en el examen es que se les para el auto cuando lo hacen andar, o que en lugar de sacarlo hacia adelante, confunden el cambio y salen hacia atrás.


Si logran partir correctamente, otro error común es que no sacan el freno de mano. "Y salen chicharreando, encuentran el auto pesado y no hayan qué hacer y no se dan cuenta", dice el inspector, quien reconoce que en este tipo de errores, relacionados con el nerviosismo, pueden ser más flexibles a la hora de evaluar.


Sin embargo, asegura que en otros ámbitos es implacable, como cuando infringen las normas del tránsito. "¿Me vas a creer que hay gente que se pasa la luz roja?", dice, incrédulo. "Otros no toman la pista derecha ni la izquierda, sino que se van por la línea del medio de la calle. También me ha tocado gente que dobla contra el tránsito. Son cosas insólitas, es alarmante reprobar por cosas así. Ahí uno concluye que los tipos se aprenden los cuestionarios de memoria", afirma.

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