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La última noche de pestilencia y moscas antes del cierre de la planta de Pelequén

Los ciudadanos de la Sexta Región ganaron la "batalla" contra la planta de residuos Colhue, que cerrará de manera definitiva según anunció ayer su propio dueño, tras la suspensión resuelta por la Comisión de Evaluación Ambiental de la VI Región.

14 de Abril de 2012 | 13:21 | Por Claudio Ortega, Emol

SANTIAGO.- Son las 01:15 de la madrugada en Pelequén y el olor en el ambiente es insoportable. Las calles del pueblo están vacías, mientras al interior de las casas sus habitantes comienzan la lucha de todos los días para evitar que la pestilencia se apodere de cada rincón. Sin embargo, sus esfuerzos resultan infructuosos.


Basta con entrar a un par de hogares para percatarse de que las moscas hacen caso omiso de las guerra que se les ha declarado, con ventanas cerradas todo el día, aislantes para puertas, más de tres matamoscas por casa, un insecticida diario y hasta adhesivos para que los bichos queden atrapados.


Cientos de insectos literalmente se "toman" los techos que se tornan de un color oscuro.


"Esto es lo que vivimos todos los días. Cuando cae la noche es asqueroso el olor, debemos colocar cojines por debajo de las puertas para tratar de evitarlo. Nos estamos enfermando física y sicológicamente", relata con angustia José Valenzuela quien es nacido en Pelequén.


La contaminación que produce la planta de residuos Colhue ha provocado diversas enfermedades sin distinguir sexo ni edad. Nauseas, vómitos, jaquecas, infecciones estomacales y diarreas son síntomas que, según los habitantes del pueblo, se han generado producto de la contaminación ambiental.


Constanza Venegas de 16 años es una de las personas que ha visto afectada su salud, por ello junto a su madre debió abandonar su hogar. "No puedo comer ni quedarme aquí. Me tengo que ir a la casa de mi pololo y en el último tiempo he tenido muchos problemas estomacales que me tienen con bastantes remedios. Esto da asco, es algo horrible, donde no se puede ni respirar", explica la joven mientras muestra un par de medicamentos que debe consumir diariamente para disminuir los dolores.


La lucha para alimentarse


La señora Avelina Sánchez nos invitó a ser testigos del sufrimiento que experimentan cada vez que desean comer. Nos sentamos a tomar once en su casa y bastaron unos segundos para que las moscas comenzaran a revolotear sobre los alimentos que estaban en la mesa.


Pan, tomate, jamón y huevo. Todos fueron "degustados" durante unos instantes por estos insectos, provocando la pérdida del apetito para quien no está acostumbrado, además de posibles infecciones.


La situación se repite en la mayoría de los hogares de Pelequén y sirve para comprender la motivación de sus habitantes para salir a las calles exigiendo la paralización de la planta de lodos.


"Aprendimos a vivir así"


Avelina dice que debieron "aprender a vivir así", porque hace un año la situación se agudizó cuando los olores comenzaron a emanar durante gran parte del día y las moscas se convirtieron en "un integrante más de la familia".


"Es una sensación de impotencia ver todo el daño que no están causando y la única manera de llamar la atención fue con estas protestas. Yo y mis hijos no podemos seguir aguantando este ritmo de vida, nos afecta, no podemos comer y mucho menos dormir como se debe", declara.


Pero todo esto parece estar llegando a su fin y esa podría ser la última noche de malos olores y moscas en Pelequén. El dueño de Colhue, Germán Pardo, anunció ayer que las funciones en la planta cesarán para siempre y que pretende transformar la planta en una reserva ecológica.


El trámite se haría efectivo la próxima semana, cuando la empresa presente al Servicio de Evaluación Ambiental (SEA) de la Sexta Región el plan de cierre definitivo de las instalaciones en Pelequén.


Los habitantes del pueblo de la VI Región sólo esperan que éste sea el comienzo de una  vida normal, una vida sin pestilencias ni insectos que la perturben.



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