Familiares de víctimas del Casa 212: No tenemos rencor, pero pedimos justicia

JUAN FERNÁNDEZ.- El ronquido sin pausas de los motores era lo único que rompía el silencio a bordo del buque Sargento Aldea. Fueron 26 las horas de navegación que separaron a Valparaíso —desde donde se zarpó ayer al mediodía— de la reciente parada: El archipiélago de Juan Fernández.

Este domingo se cumple un año de la tragedia que impactó a todo el país: El choque del avión Casa 212 de la FACh, que le quitó la vida a 21 personas, entre ellas al animador Felipe Camiroaga y al filántropo Felipe Cubillos.

Ciento tres parientes aceptaron la invitación del Gobierno y de las Fuerzas Armadas para regresar a la Isla, con el fin de homenajear a los fallecidos en el lugar donde perdieron la vida.

Entre los pasajeros se encontraban varios niños, a quienes se les habilitó una improvisada sala de cine en el hangar del buque, al lado de un helicóptero. Para ellos, este viaje por mar fue una aventura.

Para los adultos, en cambio, es un capítulo menos de una larga tragedia. Así lo entiende Marcelo, hermano del camarógrafo de TVN, Rodrigo Cabezón. "Mi corazón no está con rabia", confiesa a Emol. "Mis otros hermanos y mis padres, tampoco albergan rabia o rencor. Estamos tranquilos, ya asumimos, estamos conscientes de que Rodrigo no está con nosotros. Pero también estamos abocados en la búsqueda de las reales causas que provocaron este accidente".

Marcelo trae en su equipaje arena de la playa de Maitencillo y un submarino de juguete con el que se divertía su hermano en la casa familiar de Quillota. Dice que ambas cosas representan a Rodrigo, y las arrojará este domingo al mar en el denominado Punto Loreto, donde se estrelló el Casa 212.

"Emocionalmente no me preparé para este viaje. Sólo sabía que era un viaje que había que hacer para despedirme de mi hermano y para dejar estos recuerdos en su lugar de descanso", agrega.

Pese a que la investigación ya está cerrada y los tribunales se aprontan a entregar sus conclusiones judiciales, la desconfianza por los resultados del proceso es un sentimiento que cruza entre a todos los parientes. El cuñado de Erwin Núñez, Cristián López, señala que investiga por su cuenta lo que sucedió con integrantes de la Fuerza Área que fueron dados de baja tras el accidente.

En tanto, Jackeline Pino, madre del cabo Flavio Oliva, cuyo cuerpo nunca fue encontrado, exige que los responsables vayan a la cárcel. Acusa que no cancelaron el viaje sabiendo de las difíciles condiciones climáticas en la isla.

"Quiero que la gente de la Fuerza Aérea se vaya presa. No me interesan las platas ni las indemnizaciones. Estaba previsto lo que iba a pasar y los mandaron en un ataúd con alas a Juan Fernández", acusa.

José Oliva, tío de Flavio, sacó otras conclusiones durante el viaje a bordo del Sargento Aldea. Antes de irse a dormir, pasó una hora mirando el mar desde la cubierta. "Flavio no tenía ninguna posibilidad de sobrevivir. Recién con este viaje, al ver la inmensidad del mar, asumo eso. Aunque hubiese resistido al impacto, el frío del agua, de verlo solo flotando en el mar, mal herido... es complicado. Su abuela a veces piensa que él está en una isla, inconsciente. Pero estando acá te das cuenta de que no tenían posibilidades".

El buque Sargento Aldea arribó hace pocos minutos a la Bahía Cumberland, lo que marca el inicio de las actividades por el primer aniversario de la tragedia. Tras el arribo está programado un responso en la capilla de la isla y mañana será la ceremonia de recuerdo en Punto Loreto, donde los familiares de las víctimas arrojarán al mar coronas y recuerdos de sus parientes.