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La historia de la jubilada que donó su departamento para rehabilitar a jóvenes

Zulema Juica Aspe (86) se desprendió del único bien que tenía para que la Corporación La Esperanza lo utilizara en sus programas de reinserción social. Aquí cuenta por qué lo hizo.

11 de Enero de 2013 | 10:33 | Por Leonardo Núñez, Emol

SANTIAGO.- ¿Si usted dependiera de sólo una módica pensión regalaría el lugar donde vive para una obra de caridad? Eso fue lo que hizo Zulema Juica Aspe, de 86 años, con su departamento en Maipú. Esto, pese a no poseer mayores lujos y tener cinco hijos que se hubiesen beneficiado con una posible herencia.


La historia la dio a conocer el senador Jaime Orpis, presidente honorario de la Corporación La Esperanza, institución  beneficiada por el regalo de la señora Zulema.


"Me habían dicho que se trataba de una persona de clase media y por lo tanto presumí que tenía otros bienes. Sin embargo no era así. Es decir, le estaba donando a la Corporación todo su patrimonio", contó el parlamentario en una carta enviada a "El Mercurio".


"Al preguntarle por qué lo hacía, me responde que había visto un reportaje en televisión. Mostraban cómo un adolescente destruido por la droga, abandonado su hogar, había decidido ingresar a La Esperanza. A ella le bastó sólo eso para entregarnos todo y lo único que tenía. Me di cuenta de que estaba frente a un ser superior. Más emoción recibí cuando agrega el siguiente comentario: 'Disculpe por lo pequeña que es esta donación, pensé que no me la iban a considerar'", relató Orpis.


"Mi primer hijo no está, se fue chiquitito"


Aunque no quería hablar con la prensa, Zulema, viuda que tuvo ocho hijos (tres de ellos ya fallecidos), finalmente accedió a contar su historia, muy sencilla, pero con un gesto que podría marcar la diferencia en la vida de quienes han sido derrotados por la droga.


"Soy del norte, de la ciudad de Petorca. No estudié, tengo poca educación. A los 16 años me casé y me fui a vivir con mi esposo al campo. Y a los 17, tuve mi primer hijo, que no está, se fue chiquitito", resume la señora Zulema en la terraza de su hija Marisol, achinando los ojos detrás de sus gruesos lentes, desconfiada aún de hablar de sí misma.


"No me gusta que se haga tanta publicidad. A lo mejor van a decir esta señora, porque hay tanta mente mala, van a decir a lo mejor 'esta señora, esta vieja, debe tener mucha plata, por eso dona'. Nunca tuve y no voy a tener tampoco. Hago como que tuve un sueño, y lo voy a donar. Me gustaría que la gente que tiene y la que no tiene, se incentive y ayude", aclara.


Su hija Marisol, con quien vivirá ahora Zulema, interviene en la conversación para aclarar que todos los hermanos -dos conductores de locomoción colectiva, un pequeño agricultor, y otro ingeniero-, apoyan y respetan la decisión de su madre.


"Ver el reportaje de ese joven que se reunía con sus padres, fue lo que me clavó el corazón", recuerda Zulema. "¿Por qué podría llegar esa persona a caer tan bajo? Gracias al 'Eterno' no tengo a un familiar perdido en la droga y el vicio del licor... Me da mucha pena ver sufrir a otras personas". 


Cuando la invitaron a conocer cómo era Corporación La Esperanza, reafirmó su decisión. "Fue emocionante ir a la Corporación y ver no sólo jovencitos, también personas mayores en rehabilitación. Me gustó la labor, por ese lado estoy contenta, porque no sólo es para dejar la droga, también que puedan reinsertarse para que después la persona se valga por sí misma", finaliza Zulema, reiterando que "ojalá vendan luego el departamento para que sirva a esas personas".

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