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Cómo son las polémicas clases del profesor Cristián Labbé

Emol presenció una clase del siempre frontal y controvertido ex edil de Providencia. Sepa qué hay de cierto en los mitos sobre cómo son sus clases y por qué decidió enseñarle a universitarios.

01 de Abril de 2013 | 11:19 | Por Leonardo Núñez, Emol

SANTIAGO.- "¿Somos fachos?", se preguntan entre risas algunos de los alumnos del profesor Cristián Labbé. La segunda clase del curso "Evolución del pensamiento político en Chile" para estudiantes de la carrera de Derecho, de la Universidad Finis Terrae, acaba de terminar, y los estudiantes del ex alcalde de Providencia, con la mochila puesta y uno que otro cigarrillo encendido, conversan animadamente.

Estos alumnos no usan chalecos de lana, ni poleras del Che Guevara. Prefieren las camisas afuera, gafas, el pelo corto o desordenado, y están dispuestos a debatir de política o fútbol sin dramatizar los argumentos. Eso hasta que se les pregunta qué opinan de las clases del profesor Labbé. "No opino, no hablo del profesor", dice uno con cara poco amistosa.

"En las clases de Labbé…"


Hace una semana, saber cómo eran las clases del ex coronel concitaba atención, por el inédito revuelo que causó en Twitter la noticia. Se hablaba de funas, se esperaban estudiantes reclamando y fuerte debate en el aula. En un momento, ardía la red social: cuatro de los diez trending topics eran sobre el tema, incluido el número uno: "En las clases de Labbé". Supuestamente, también hubo manifestaciones de estudiantes contra el ex edil, quien cuenta en su currículo con un magíster en Ciencias Políticas.


Pero cuando el martes recién pasado el retirado militar, de chaqueta azul, pelo semi largo engominado, con camisa sin corbata que apenas contiene su humanidad, entró maletín en mano a la sala, seguido de su ayudante, ni antes ni después hubo funa. Las únicas camisetas rojas y algo de papelillo picado que se vieron dando vueltas por la universidad eran por la selección chilena, horas antes del partido contra Uruguay.

Lo que sí hubo fue algo de disciplina. Labbé rechazó que cualquier cosa o persona interrumpiera la clase, menos la prensa. "Es imposible. El profesor manda a decir que no se puede entrar a su clase", explicó, complicado, su ayudante, quien al parecer no sabía que la clase se puede escuchar sin ningún problema desde detrás de la puerta con ventanas de la sala.

Labbé, que está en la etapa introductoria de su curso electivo, remonta los orígenes de la política moderna chilena a Europa. Explica cómo Napoléon, de ser un estudiante mediocre, de poco brillo, logra asumir el control total de la política francesa, generando una cadena de hechos que afectarían profundamente a Sudamérica.

El coronel (r) se permite además hablar del rol de la Iglesia Católica en el mundo contemporáneo, de la elección del nuevo Papa y cómo Argentina está al borde del colapso, nuevamente, por el tamaño y los gastos del Estado. Hace pausas para hacer preguntas a sus alumnos y la clase sigue de forma normal, con uno que otro bostezo contenido.

Te tengo identificado


"¿Y qué opinas de la clase de Labbé?". Es la tercera vez que un alumno rechaza hablar, mientras van saliendo de la sala. "No opino, no hablo del profesor", responde seco otro estudiante. Cuando parece todo perdido, un universitario se abre. "No puedo hablar, pero sinceramente las clases son buenas y el profesor enseña bien". Otro agrega que vino de oyente. "No sé si seguir en el curso. Tengo dudas porque… no sé si seguir", agrega, sin explicar a qué se deben sus dudas.

Otro estudiante que pide que no lo graben, dice: "Las clases no me han decepcionado. A mí me gusta la política. Me imaginé que Labbé iba a ser como un típico milico cuadrado. Pero hay debate y nos dijo que la idea es exponer todas las ideologías políticas. Así, si te declaras comunista o de derecha, puedas reafirmar con más argumento tu opción".

Respecto de las funas, agrega que no ha sido como salió en algunos medios. "Lo que pasó es que hubo un concierto dentro de la universidad y el grupo que tocó puso unos lienzos en las paredes. En estos lienzos algunos estudiantes escribieron cosas en contra de él, pero no fue más que eso", puntualizó.

Labbé, en tanto, es el último en salir de la sala. De inmediato achina los ojos y levanta una ceja, analizando la situación.

-"Hola, don Cristián, vengo a…"

-"Sí, si te caché….", responde sin dar tiempo de terminar la pregunta.

Hace calor y como las cortinas de los modernos ventanales que dan a la calle están cerradas, pareciera que estuviéramos en el pasillo de un hospital, donde la voz del ex edil se escucha con eco, y no en el tercer piso de una universidad.

"No quiero hablar con la prensa, yo estoy en otra y no quiero que me hagan más tira", dice Labbé, decidido a marcharse en el acto pero, a su vez, conteniéndose, como esperando una nueva pregunta.

-Don Cristián, la idea es hablar de la clase, de cómo se lleva con los alumnos.

"Me gusta hacer clases, aunque esto no deja nada, no se puede vivir con las clases. A los alumnos no se las doy fácil. Me gusta que participen, que desarrollen el pensamiento crítico. Claro que el nivel es distinto, yo también hago clases en la Escuela de Negocios, a personas mayores", empieza a explicar Labbé, cuando advierte que pese a su reticencia, igual está hablando. Intenta cortar el diálogo y hace un amague de irse, pero retoma la palabra.

"En la Escuela de Negocios el nivel es exigente… pero no quiero que me cuestionen todo y me persigan a todos lados", dice Labbé, antes de hacer una última reflexión sobre sus palabras.

Mirando directamente a los ojos, agrega: "Bueno, eso es todo. Haz con esto, con lo que te dije, lo que quieres. ¡Marcelito, vamos!", dice a su ayudante antes desaparecer escalera abajo.

Las clases de Labbé han terminado por hoy.

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