Greta Niehaus (a la izquierda) junto a su esposo Klaus Schmidt-Hebbel antes de la audiencia.
Por Christian Zúñiga, El MercurioSANTIAGO.- En un difícil relato, interrumpido a menudo por las lágrimas, Greta Niehaus narró el trágico día en que su hijo, Diego Schmidt-Hebbel, murió asesinado a manos de José Ruz y el profundo dolor que le ha causado la ausencia del joven economista, del que aún no se puede reponer.
Greta explicó que tras el crimen de su hijo, "vino el shock de su ausencia, no (poder) quererlo más, no abrazarlo más". "En estos dos años lo que más me ha costado ha sido su ausencia, el hoyo que dejó su partida", confesó la mujer, quien dijo que aún no puede entrar a su pieza ni abrir su billetera o el maletín con las cosas de su trabajo y su celular.
"Veo una foto y lloro. Pienso mucho en él. Lo peor que le puede pasar a una madre es la muerte de un hijo", sostuvo la mujer, quien afirmó que "una parte de mi corazón se murió con él". Sin embargo, reconoció que durante este tiempo ha tratado de "luchar contra la depresión" por sus otros hijos.
Pese a su dolor, afirmó que "si este tribunal hace justicia, yo y mi familia nos vamos a sentir seguros" y anunció que el dinero que obtengan en el juicio lo entregarán beneficencia, "porque sentimos que eso es sanador y reparador".
Dijo además que este caso es una lucha "del bien contra el mal", donde al bien lo representa "el amor incondicional, la ternura, la solidaridad y la lealtad", mientras que el mal está encarnado en "seres que actúan por odio, maldad, venganza y extrema codicia". "Eso es maldad y además es gozar con la desgracia ajena", señaló, aludiendo a los imputados.
Greta Niehaus también agradeció a los chilenos "porque todos han reconocido en Diego a un ser ejemplar, un ser humano que se perdió para la sociedad".
El trágico 4 de noviembre
Durante la audiencia –la quinta del juicio contra Pilar Pérez y José Ruz–, también relató los angustiosos momentos que vivió tras enterarse que Diego estaba gravemente herido y los difíciles días que sucedieron a su muerte.
La mujer dijo que se enteró que su hijo estaba grave por una llamada de la abuela de Belén Molina. "Me dice que Diego tuvo un accidente muy grave y me puse nerviosa. Partí a buscar a mi hermano en el auto y manejó él. (...) Ya sabíamos que tenía una bala en el cuello y le dije a mi hermano: 'Se me va a morir, se me va a morir'", recordó.
Una vez en la Posta Central, dijo que un médico se acercó a ella, la miró a los ojos y la preparó para lo peor. "Me dijo que (Diego) estaba resistiendo porque era joven y muy sano", recordó la mujer.
En ese momento decidió llamar a su esposo, Klaus Schmidt-Hebbel, quien se encontraba en París, Francia, por razones de trabajo. "Yo no había querido avisarle, pero cuando ya no había esperanza…", explicó Greta.
Después, su hijo Andy entró y salió del pabellón donde estaba Diego. "Vi en sus ojos (de Andy) que ya no había nada que hacer. Me senté y casi me desmayé. Luego abrieron la puerta y me dijeron que había fallecido. Pedí ir a verlo, entré a la sala y pude darle un beso en la frente", narró la mujer, con la voz entrecortada.
Dijo que al salir de la sala, las funcionarias del pabellón le ofrecieron una taza de té "que aún agradezco" y luego descendió al primer piso de la Posta, hasta donde había llegado Belén, "que estaba ensangrentada", y la abrazó.
Una vez en su casa, a Greta le empezó a doler el pecho y debieron llevarla de urgencia a la clínica. Al día siguiente, se levantó a llorar y luego fue al jardín donde eligió las mejores flores para hacerle un ramo a Diego y se lo llevó.