SANTIAGO.- Poder hablar por teléfono a estas alturas es un mero detalle para quienes, tras una espera que parecía interminable, ya aseguraron su iPhone 3G, que llega este viernes a nuestro país de la mano de Movistar y Claro, y según lo que informó la primera, se comercializará a partir de $159.900, con planes desde los $36.900.
Y las expectativas no son pocas. Ello, pues desde el anuncio de la llegada del aparato los usuarios y empresas distribuidoras se han encargado de destacar sus virtudes tecnológicas, aunque en honor a la verdad, quien realmente se lleva todos los créditos es Steve Jobs, creador de Apple, cuyos diseños son siempre dignos de admiración, y en este caso de ser comprados.
“El iPhone es bonito, es un signo de estatus y marca un hito en las capacidades que pueden incorporarse a un terminal móvil”, comenta Walter Grote, académico del Departamento de Electrónica de la Universidad Técnica Federico Santa María, agregando que “la principal ventaja comparativa es su interfaz, pues hizo que desaparecieran los botones para dar paso a una pantalla activada mediante el tacto”.
No menos importante es su velocidad de transmisión, incrementada casi diez veces de lo que son hasta ahora los celulares 2G (segunda generación), lo que implica que la descarga de archivos se hace en un tiempo notoriamente inferior. A ello se suma la conexión inalámbrica WiFi, “que permitirá hablar sin usar la red del proveedor de servicios, sino a través de la red fija, disminuyendo considerablemente los costos. De hecho, cuando existe cobertura WiFi se puede hablar por Skype y el costo es cero”, plantea el académico.
Un teléfono de otra generación
Pero ¿cuál es el significado de 3G? Grote explica que “la primera generación (1G, que incluye aquellos celulares conocidos como ‘ladrillos’) se caracterizaban por tener una transmisión analógica, que desde el punto de vista del usuario tenía la ventaja de que al estar en una zona límite de cobertura, permitía percibir la sensación de pérdida de conexión y optar por finalizar la llamada. En cambio, las generaciones posteriores, dentro de las cuales se encuentra la 2G, correspondiente al teléfono celular que la mayoría de las personas usa, opera en forma digital, cuya transmisión se caracteriza porque hay una transición abrupta entre conectividad y no tenerla”.
Otra virtud de la telefonía celular digital es que “el aparato transmite en ráfagas de datos, lo cual se traduce en un ahorro considerable de energía, redundando en una mayor vida útil de la carga de la batería”, explica el académico, destacando que la 2,5G incorporó después la posibilidad de transmitir imágenes y que ahora la 3G lo mejora aún más, permitiendo incorporar eficazmente más servicios, especialmente aquellos relacionados con internet.
En todo caso, de inmediato el experto aclara que esta tecnología sirve siempre y cuando el proveedor entregue el servicio 3G. Ello, pues por ejemplo, “en la localidad de Catemu lo más probable es que ninguna de las compañías asociadas tengan tecnología 3G, y en ese caso este iPhone pasa a ser un teléfono normal, sin aprovechar sus ventajas adicionales”, dice.
En lo que a señal respecta, Grote argumenta que “lo único que uno puede esperar es que mientras más sofisticada sea la transmisión, más dificultades se encontrarán para garantizar cobertura geográfica. En la medida que se aumente el ancho de banda, en las zonas limítrofes de cobertura el problema se acentuará, a diferencia de los teléfonos análogos que tenían mayor alcance”. En consecuencia, en subterráneos y ascensores los problemas de señal serán los mismos de cualquier celular.
Con respecto a las velocidades entre 700 y mil kbps que ofrece Movistar desde Arica a Punta Arenas, el académico explica que en la práctica “esto depende de la ubicación y cercanía del aparato respecto de la estación base más cercana del proveedor de servicios”.
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