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El cantante argentino se llevó todos los premios.
VIÑA DEL MAR.- Fito tiene oficio de sobra para pararse frente al público del Festival. Se nota en su expresión, en el desenfado con el que se mueve sobre el escenario, en el relajo y sobre todo en la entrega que ofrece cada vez que se para sobre la Quinta.
Esta vez, otra vez, Fito hizo cantar y bailar y rodar al público que, como siempre, respondió a cada uno de sus llamados.
Sin mayores variaciones a sus anteriores actuaciones en Viña, el rosarino se despachó un concierto potente, lleno de momentos notables. Sobre todo uno, cuando hizo cantar al público a capella en una emotiva versión de "Un vestido y un amor", con la que consiguió encender antorchas verdaderas, esas hechas de papel de diario.
"Giros", "11 y 6", "En esta puta ciudad", "Mariposa technicolor", fueron sólo algunas de las cartas ganadoras que tiró el argentino sobre la mesa. Un juego de cartas con el que era imposible perder.
Fito venció como siempre a base de puro rock, de pura energía, puro desplante y de una empatía con el público que no se cansa de cantar sus canciones.
Los premios quedan para la anécdota. Antorchas más, gaviotas menos, (esta noche otra vez se llevó dos de cada una y no se merecía menos), Fito queda en la retina como un artista de la casa.
“Gracias por el amor de siempre. Hasta la próxima”. Fue lo último que dijo sobre el escenario. Y en el caso de Fito Páez sabemos que esa próxima vez será muy pronto.