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Las Domingas

15 de Mayo de 2004 | 15:22 | Amanda Kiran
Tenía que llegar. Estábamos en la hora y no aparecía.

Eran las diez de la mañana. Nos había citado a las nueve y media, ya llevábamos demasiado rato solas. Eso no pasa habitualmente cuando hay partido. No pasa nunca en verdad.

El llega hasta una hora antes que nosotras. Prepara el calentamiento, se organiza. Siempre está cuando nosotras llegamos. Eso es lo mejor de un entrenador, siempre está.

Todo esto era extraño. Ya, eran las diez y media. Habíamos hecho todo el calentamiento solas. También el peloteo. La capitana se hizo cargo de las posiciones. Según asistencia, sin mucha táctica.

Fue entonces cuando aparecieron los árbitros. El definitivamente no llegaría. Yo, personalmente, me sentí triste.

Que no te vea el entrenador es como que no te vaya a ver tu papá, cuando eres infante.
Es como que algo falta, hay un vacío. Uno completo. Uno se pone egoísta, y lo quiere ahí, viéndote, observando el trabajo efectuado en la semana.

Llevar a cabo este trabajo, sin el conductor de los hilos, la verdad, no tiene tanta gracia. Eso es trabajo en equipo. Pero bueno, había que motivarse y darle con ganas.

Las suplentes nos alentaban de afuera, y según se fue dando el partido, la capitana fue haciendo cambios. Yo no salí. Estuve dentro todo el primer tiempo. Cuando se tocó el pitazo del fin de la primera fracción, lo primero que hice fue preguntar por él.

Agarré mi celular y revisé las llamadas perdidas. Siempre pasa que cuando estoy jugando, llama toda la gente que no te ha llamado en semanas. Entre estas llamadas perdidas, había una de él. Le devolví de inmediato.

-¡Hola! Y ¿qué pasó?
-Amanda, fui papá.
-¡¡¡¡¡Qué!!!!!! ¿Papá? No sabíamos que era para tan luego…
-Sí, -respondió él-.
-Se adelantó casi un mes. Está todo bien, pero fue tan tarde, que no podía avisar.
-Felicidades. Grité fuerte y feliz.

Informé de inmediato a todo mi equipo, y en este medio tiempo empezaron los mil y un gritos.

-Es niñita…gritaba él.

Y nuestro coro de gritos le daba de vuelta…¡¡¡es niñita!!!

En fin, en la euforia misma nos fuimos al segundo tiempo. Cero a cero, en un partido medianamente importante. Aunque todos los partidos son importantes, éste bajaba su importancia, sólo por la paternidad de nuestro DT.

Jugamos mejor el segundo tiempo, y sin querer, pero queriendo, metimos cuatro goles. Terminamos triunfantes y orgullosas con un marcador hermoso para llevar de regalo a la clínica.

Nos fuimos así tal cual. De la tenida más deportiva y sudorosa que hay. Como guatón recién salido del partido de la liga del domingo. Las once partimos a verlo a él y conocerla a ella: Dominga.

Llegamos a la clínica y él estaba ahí, de frente a un ventanal, mirando a su hija. Su sonrisa iluminaba todo el pasillo. La clínica olía a guagua. Cierto, y un poco a nosotras también. Estábamos felices. Todas éramos tías.

Nos mostró a su hija por la ventana… Y empezaron los comentarios.

-Pero si es igual a ti.
-Ahh, no, es igual a ella… (decía otra).

Nos arrebatamos por comentar lo bella que era Dominga, y de lo orgullosas que estábamos.

-Dominga un domingo, y con cuatro goles de regalo. (Comentó una tercera).

Sonreíamos todas. No parábamos de reír. En eso, tras el vidrio, aparece una enfermera, agarra a Dominga y se la lleva a otro señor.

Nuestro entrenador, desconcertado. Nosotras furiosas, como leonas en celo, ayudándolo a entender. Ella mirándonos con asombro se asomó por la puerta. Y dice: “La de usted es esta otra Dominga. La de la sala de al lado…”.

Nos sentimos engañadas por escasos segundos. Nos comimos un rato los comentarios. Luego la observamos una vez más…y empezamos de nuevo.

Pero si es igual a ti…no…es mas parecida a ella… Y bla, bla, bla, cacareando una vez más… Felices con la paternidad de nuestro entrenador. La Dominga hermosa; la otra, también.

Que guagua no es linda cuando nace. O mejor que eso, son todas feas… y esa es la gracia, lo lindo de lo feo. Contradicción perfecta.

Dos Domingas un domingo.


Amanda Kiran
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