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El gato escapado

23 de Julio de 2004 | 18:05 | Amanda Kiran
Pero es que yo me quería ganar esa tele po’ Amanda (gritaba el gato)

¡Era mi sueño...un sueño!

21 pulgadas...Sony...pantalla plana...mmmm

¡Toda, entera para mí solo, en mi pieza, a todo chancho, viendo bailar a las minas ricas de Mekano!

Gato, ¡habla más despacio, si te escucho! –grité de vuelta-.

En la pista de baile, de la fiesta de un matrimonio amigo, a mitad de la tarde, donde nos encontramos, luego de diez años sin vernos... en el sur de Chile, bien al sur.

Tan al sur, que los invitados, no sabían a qué estaban invitados.

Tan al sur, que la torta tenía además de dos novios sobre ella, un tercer integrante, un bebé, como dirían por allá.

Tan al sur, que por la gigante ventana del lugar se apreciaba el mar, sembrado con lluvia nueva, sin molestia para un tremendo arco iris, que aparecía cuando le daba la gana.

Tan al sur, que se respiraban solo buenas vibraciones, y la mejor onda.

Tan al sur, que los novios cada cierto rato, llegaban, te abrazaban, te decían que te querían mucho, y seguían bailando.

Tan al sur, que durante el almuerzo nos acompañó un buen sureño, con guitarra al hombro, cantando "El Mundial del 62".

Tan al sur, que volver al norte te parecía una locura y una aberración.

Tan al sur, que dejar de ver el verde por todos lados realmente te provocaba angustia.

Mientras, seguía escuchando "la historia".

Bueno Amanda, como te estaba contando.

Era una maratón. Y el premio al ganador era un televisor Sony de 21 pulgadas.

Pues entonces me propuse que sería mía.

Pero Gato (le dije)... a los 38 años hay formas mas fáciles –creo yo- de obtener una televisión.

No Amanda, en estos 10 años, no he cambiado.

Sigo igual, un alma sin rumbo, soltero, sin mina fija, sin hogar propio, sin pega constante, sin preocupaciones, por lo tanto, lo que menos tengo es plata.

Así que me preparé, siguió contándome...

Corría alrededor de mi casa, cinco, seis veces, cada dos días. Con eso por un mes, pensé que estaría listo. No es que mi casa sea grande, pero al menos transpiraba.

Entonces, pensé; la televisión seguro es mía.

Y sin nervios, sin tensiones, sin mayores preocupaciones, llegó el día.

La gran "Sony Maratón".

Partimos, y salí primero, me habían dicho que debía puntear desde el principio para mantenerme dentro de los primeros puestos, si no, se me podían escapar los corredores... para mi buena sorpresa, el "escapado" fui yo...

Y me separé mucho del montón.

Mi primer kilómetro, fue una maravilla, al segundo, ya un poco más cansado, pero aún primero…en la siguiente loma de la carrera, ya para el kilómetro tres, me sentía bastante agotado, pero mi sueño se mantenía vivo... la televisión...

Así es que, seguí, seguí aperrando.

En eso, escucho por los micrófonos.

¡¡Atención, atención!! Tenemos un ESCAPADO, sin nombre, el corredor # 346 está a la punta, y no sabemos quién es, mientras averiguamos, le seguiremos la pista de cerca...

¡Amanda, ése era yo!

Me estaban observando, porque era un nuevo corredor, escapado, en la punta...

Así que, antes de desmayarme y de que vieran como me llamaba, y casi al comenzar la bajada, logré desaparecer del resto de los competidores, y de un piquero me tiré a los matorrales al borde del camino.

No podía más, y no quería que supieran el nombre del escapado.

Eso era lo ideal. Desaparecer sin nombre, sin pasado, sin presente.

Pero ¿cómo Gato?

¿Arrugaste en el kilómetro cuatro? ¿Te escapaste literalmente, retirándote de la carrera?

-Sí Amanda- así no más fue.

Sin pantalla plana, sin sueño, sin las minas de Mekano, pero con honra ¡pué!.

Siempre con orgullo y honra de haber sido, por tres kilómetros y eternamente el "verdadero escapado".


Amanda Kiran