
Sigo cambiando a gente de casa. Eso significa tener una camioneta.
Aunque sea del año del
peo, es una camioneta y es importante. No solo a mí se me ocurrió empezar este nuevo año en casa nueva. A varios les nació la misma idea. Así que coqueteando con su pick up, mi maravilla de los ochenta pasó a buscar a la Tere. Me pidió que la ayudara a llevar algunas cosas a su nueva parada. Se va por 5 meses a vivir con su mamá, mientras le entregan su definitiva "casa propia", que queda en las afueras de Santiago.
Así que a sufrir unos meses para luego gozar el resto de la vida… Entonces, me estacioné abajo, en su edificio, y esperé que bajara con las primeras cosas. Su suegra la estaba ayudando. Su santa suegra que la ayuda siempre. Mientras ellas bajaban cosas, yo las subía al pick up, y así el trabajo era mas expedito. Cada subida les tomaba como media hora. Y yo, a pleno sol, esperaba.
El problema fue cuando me puse a mirar, en la espera, los autos estacionados en el edifico. Había diferentes autos, y comencé a imaginar una carrera entre todos ellos. Habían marcas como Subaru, Suzuki, Volskwagen, Fiat, Chevrolet, Mitsubishi, Peugeot y varias otras mas... Pero estaba este auto tapado, que me tenía muy intrigada. Era un auto antiguo, estilo Cadillac, bien tapado con una elegante manta especialmente hecha para él. Como si fuera hijo único.
No pude contener mi curiosidad y me lancé encima del cobertor del auto… Cuando empecé a destaparlo sentí miedo. ¿Por qué? En ese momento pensé que era porque algo extraño rodeaba a ese auto. Después comprendí que era porque yo estaba haciendo algo malo.
No tengo por qué mirar cosas ajenas, pero en ese momento me venció el interés mal sano. Así que destapándolo, lo único y primero que vi fue un par de piernas. Estaban semi tapadas por una frazada, y de la cabeza se veía una nuca con pelo rubio. Era una mujer, tirada en la parte trasera de este automóvil antiguo, color naranjo, bien cuidado, casi de colección.
¿Quién sería capaz de guardar un cadáver en un auto tan llamativo? Alguien que quiere ser capturado (pensé)… A mi vida le afectó seriamente tanto “Silencio de los Inocentes” (entre otras películas) en mi juventud.
Me sentí en la obligación de llamar al 133. Cuando la Tere bajó, no sólo estaba el conserje y varios vecinos chismosos, sino que los Carabineros, Investigaciones y otros personajes más de seguridad comunal. Mi amiga y su suegra no entendían nada.
Ella me abrió los ojos con un asombro asustadizo impresionante. "Encontré un cadáver", le dije.
"¡Quéeeee", exclamó ella.
Y al mismo tiempo de sentir su agudo grito en mi tímpano, sentí otro grito peor.
-¡¡Señorita Amanda!!
-Sí, mi carabinero (frase o más bien palabra que utilizaba mi padre, cada vez que un carabinero le paraba en alguna carretera, la que adquirí en mi lenguaje diario como una sola palabra: "micarabinero", pensando por años, que era un solo nombre para aquellos señores de verde).
-Este, no es un cadáver….
-¿Cómo no, si yo lo vi?
Y entonces empiezan a sacar este hermoso maniquí rubio del auto del joven diseñador homosexual, que vivía en el edifico de la Tere.
Mi vergüenza fue inevitable y humillante. Al diseñador tuve no sólo que pagarle el vidrio, que Investigaciones y Carabineros rompió para sacar el cadáver, que -según yo- existía en su auto, sino que disculparme por la confusión, el mal rato y la desconfianza. Todo en conjunto con la patética ilusión de ser una investigadora privada, involucrada en el hallazgo de este crimen del Cadillac naranjo.
Mi imaginación y la curiosidad llegaron demasiado lejos. Lo único que yo quería era ver el auto. Y seguir soñando –de aburrida en la espera- con las carreras de automóviles que se podían tener en este estacionamiento. Debe haber sido el calor. Eso espero. Pero agrandé todo a un lío gigante, por curiosa.
Nunca me había pasado, y no me ha vuelto a pasar. No me va a volver a pasar. No puedo ser tan
sapa. La curiosidad mata al gato y a veces algo más.
Amanda Kiran