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Festival: El mito del Monstruo

Ya no es como antes, cuando los artistas se encomendaban a la ayuda divina antes de subir a la Quinta. Ahora el antes temido público es más un osito de peluche romántico y apacible.

23 de Febrero de 2005 | 11:32 | Felipe Gálvez T, El Mercurio en Internet


VIÑA DEL MAR.- Hay dos cosas que el Festival de Viña del Mar confirmó en su versión 2005. La primera, que Ricardo Montaner debe ver el certamen 2006 desde su casa; la segunda -y ésta es preocupante- que el otrora temido y hasta desalmado Monstruo de la Quinta Vergara, ahora no es más que un mito, un cuento de niños, un extinguido ser del pasado.

Una lástima, porque son tantas las historias que dan cuenta de un público exigente y hostil que marcó la carrera de varios, humoristas principalmente, que verlo hoy transformado en un "osito de peluche" causa decepción.

Y es que este año más que nunca -ya el año pasado se podría haber aventurado esto- el público que llenó la Quinta fue apacible, amable y hasta condescendiente con varios shows que en otra época habrían acabado en las fauces del denominado Monstruo.

Atrás quedaron aquellos tiempos en que el artista subía nervioso a la Quinta, aquellos días en que varios oraban y se encomendaban a la ayuda divina, aquellas jornadas en que el Monstruo era portada de diarios y comentario de muchos.

Quizás fueron dos humoristas las últimas en sufrir en carne propia la agresividad de un público que no perdonaba una mala rutina: Vanessa Miller, en 2002, y Natalia Cuevas, en 2004, aunque ésta última abandonó el escenario presa de sus propios nervios más que por el miedo a las garras de un público que simplemente no tuvo reacción ante su rutina.

Este año sólo la mexicana Fey y el humorista Paulo Iglesias vivieron el miedo real de enfrentarse a una audiencia difícil y a la que hay que conquistar. Pero aún en esos casos hay que tomar en cuenta ciertas reflexiones.

Fey fue más bien víctima de las circunstancias. Es cierto que su presentación tampoco daba para esperar mucho, pero a la mexicana le tocó salir a escena justo después de la apabullante presentación de Marco Antonio Solís. Lo mismo con Paulo Iglesias, quien sin mostrar una rutina brillante, fue capaz de callar las pifias que amenazaron por momentos su espectáculo.

Fueron esos, además de unas cuantas pifias a Montaner, los únicos momentos en que la Quinta recordó que existía un Monstruo. Los últimos atisbos de su existencia se pueden encontrar en la eterna galería, aquel sector nunca despoblado que llega primero y se va al final.

Resulta paradójico que sea la parte donde la entrada cuesta más barata, la que es más exigente con el show que se muestra. La galería no perdona, pero tampoco este año fue como antes.

En general el público que llega a la Quinta está conformado por fans de los artistas que se presentan, no por gente que acude a ver toda la jornada de festival. Eso hace explicable que durante la presentación de Congreso se escucharan algunas pifias, de seguidores de Lucybell que querían ver a su banda en escena.

Eso explica también que una vez que cantó Raphael, casi la mitad del público abandonara la Quinta, convirtiendo el show de Babasónicos en una presentación familiar.

Durante la presentación de las canciones en competencia también se siente un ambiente poco amigable, pero no por que los temas sean malos - es más, casi nadie los escucha- sino por un tema que va más allá de lo musical, para traspasar al ámbito de la eterna rivalidad nacionalista con Argentina y (cada vez mayor) con Perú.

Pero sería eso y no más. El Monstruo dio paso ahora a un gatito regalón que disfruta con la ternura y romanticismo que cada vez se hace más presente en el Festival. Fueron La Oreja de Van Gogh, Alberto Plaza, Alexandre Pires, Miguel Bosé y Marco Antonio Solís los más aplaudidos, sin que mostraran en escena - la salvedad vaya para el mexicano- un show apabullante.

Y con Paulina Rubio, David Bisbal y Diego Torres - todas presentaciones de bajísima calidad- el tierno "osito de peluche" tuvo mucha piedad y no fue capaz de sacar las garras para pifiar cuando había que hacerlo.

El Monstruo es historia y quines recordaron su existencia lo hicieron para extrañarlo y lamentar su remediable - ojalá vuelva en 2006- ausencia.
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