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Marzo 2005

25 de Febrero de 2005 | 14:06 | Amanda Kiran
Anoche me puse a pensar en todas las cosas que he hecho. No todas, todas (imposible recordar todas), pero intentar recordar la mayor cantidad de cosas que he vivido en mi vida.

Esto porque se viene marzo, y hay que, cada año, plantearse nuevas metas. Entonces, recordar algo de lo vivido sirve para cada nuevo planteamiento anual. Así fue mi tesis en el desvelo. Entonces, empecé...

Tuve una mascota. Un perro. No era muy inteligente, pero era un perro cariñoso y leal. Yo lo adoraba. Lástima que mi papá lo odiara tanto y tuvimos que regalarlo. Es que se comió una enciclopedia legendaria de mi familia. No entera, pero varios tomos, y perdió su valor material. Casi me dejan de patitas en la calle, pero al final se fue él.

Otra cosa que he hecho es viajar. He viajado y he tenido mucha suerte. El deporte me ha dejado viajar mucho. Conozco varios países y me han gustado todos. Eso es bueno. He conocido idiomas, no aprendido, conocido. También a su gente dentro de ellos, eso ha sido increíble.

He representado a mi país en una disciplina y he participado en competencias de niveles importantes, para mí. He ganado medallas. Y alguna que otra copa... siempre en equipo. Lo mejor de ganar algo, es tener con quien compartirlo y celebrar.

He ido a Valparaíso a ver los fuegos artificiales, desde el cerro, desde el mar, desde el puerto. Todas sus formas bellas, y todas las celebraciones únicas.

He pasado un dieciocho de septiembre fuera de mi país, comiendo empanadas y tomando vino, y disfrutando del video presidencial que da vuelta el mundo. Y también lo he celebrado bailando cueca en una fonda, de lo más chilena, en un pueblo lleno de carisma y personajes locales.

He desafiado al mar y su ímpetu. He navegado y le he ganado. Celebré mi graduación de cuarto medio y gané un premio con el cual soñaba. Gané un concurso de cuentos, y me publicaron en una revista. Trabajé de fotógrafa en un diario que nadie jamás conoció, excepto los que trabajamos en él: se llamaba Corazón. Se vendían 3 ejemplares por kiosco, cada 15 días. Y mi papá los compraba todos.

He competido en varias carreras. La de mayor distancia fue de 10 Km. En todas he sentido el mismo cansancio y, al término de ella, la misma satisfacción por haber logrado llegar a la meta.

Soy madrina, tengo varios ahijados, y también he sido testigo de un par de matrimonios. Y lo no tan bueno: he tenido que ser testigo de un par de separaciones. Pero, según argumentan, todo ha sido para mejor. He llorado más de un millón de veces en mi vida y he reído el triple o más.

He estudiado, he leído, he descifrado y he inventado. He ayudado a construir y también ayudado a derrumbar. He mentido, y he hablado con la verdad. Me hice la cimarra, sólo una vez, y nos pillaron. Y el castigo fue un premio doble, del cual tengo los mejores recuerdos.

He acampado y he cocinado en la mitad de la nada en el sur de Chile. He escrito millones de cartas con papel y lápiz, de las cuales no en todas he tenido respuesta. He cantado en público, más de una vez, y actuado en frente de varias personas también (generalmente para las navidades, cuando hacíamos obras de teatro para nuestros padres, tíos y abuelos).

Estuve más de una temporada ayudando en una fundación para superar la pobreza. He fotografiado en blanco y negro, en color y digital. Y he revelado de las tres formas. He montado, con más personas, una exposición, sin ningún éxito más que la satisfacción personal. ¿Qué mejor?

Hice una fiesta a los 21 años, de día, y a los 29 años, de noche. Ambas, éxitos totales. He estado enamorada. Tengo amigos. Buenos amigos. De todas las edades y en todos los lugares. Y he dejado de ver a amigos. Buenos amigos también.

He vivido sola, con amigas, con mis padres, con mi hombre. He soñado en colores y en blanco y negro. He soñado despierta y durmiendo. He chocado en auto. Me caí de un techo. He tenido esguinces y más de algún desgarro. He pasado frío, pero en condiciones extremas, deportivas, que bien lo ameritaban. Nunca he pasado hambre. Ni me ha faltado que ponerme. Jamás he dejado de sentir el apoyo de mi familia.

Sí, he sentido fuertes miedos. Miedos que a veces pareciera, nunca fueran a acabar, pero que finalmente llegan a su término. Me he peleado con gente, y he mostrado mi enojo. También me he comido la rabia y me he sentido mal.Una vez empujé a una compañera de colegio (la más pesada del colegio), me irritó al punto que tuve que empujarla. Mal hecho. No debería haberla empujado. Lo malo fue que perdió el equilibrio y se cayó de poto. Lloró por horas, el escándalo fue tremendo y me castigaron. Todavía me da risa.

Hay tantos balances que hacer cada año, tantas cosas que podríamos poner en una pesa. Cada año debe traer nuevas historias para poner en nuestra vida. Las cosas van pasando, ¿y vamos haciendo lo que de verdad queremos? La vida tiene este lema. Plantar un árbol, escribir un libro, tener un hijo. No he hecho ninguna de las tres aún. Me queda tiempo. Eso espero. Pero voy a empezar a ponerme las pilas con alguna de las tres. La duda es... ¿con cuál empiezo?

Amanda Kiran
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