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Aeróbica acuática

06 de Mayo de 2005 | 18:01 | Amanda Kiran
Nos metimos al agua como un par de morsas pidiendo ayuda. Llegamos tapadas hasta el cuello con la toalla que nos dio el club. Estábamos avergonzadas e incómodas, porque es algo fuera de lo común.

Así relataba la Andrea su primera incursión en "su nuevo deporte". Lo que sucede es que dos compañeras de equipo quedaron embarazadas casi juntas. Cómodo para ellas, no tan bueno para el equipo, que por suerte tiene un semillero de lujo y rápidamente encontró buenos repuestos. Demasiado buenos.

Y así estas dos palomas tuvieron que buscar gimnasia alternativa para no quedarse tan atrás. Acostumbradas a estar constantemente moviendo las patitas decidieron meterse a nadar. A la Fran no le gusta tanto nadar por nadar, así que decidieron buscar otra opción, y ésta era la de hidrogimnasia, rara combinación para dos personas que están acostumbradas a correr, transpirar, dar pases y trabajar en equipo.

Esto era un verdadero desafío. Humillante desafío. Las dos sumamente blancas, con gorra en la cabeza, que les deja las cejas como en enojo constante, bastante sueltas, con una guata extraña, que a los 4 meses nadie sabe si le dan mucho al pan, o están con alguna enfermedad de colon (por ejemplo). Con el pudor vivo de soltar la toalla para caer en el agua. Sin querer salpicar nada de nada para los lados. Sabiendo que no se encuentran en su etapa más bella, con ese cuerpo que ya está solamente dedicado a un niño/a que viene en camino, y no así a la mujer que solía ser. Nueve meses que valen la pena.

Una vez adentro de la piscina, la profesora encantada de ver gente joven se anima más enfocándose en una clase casi para ellas dos. Futuro positivo de su trabajo. Porque dentro del agua hay varias señoras en la tercera edad hace rato. Cansadas al primer pataleo, y que no demuestran mucha tonicidad en sus músculos. Al igual que un par de varones, con el pelo teñido, el cual se entresale por la gorra de baño, que podía fácilmente servir para la ducha, como para nadar.

Así, entre ese mar de personajes, estaban la Andrea y la Fran, dispuestas a todo. Nadando con pelotas de plástico, luego con guantes para agravar el peso, también con unos largos flotadores que se movían como un monstruo atacándolas. Pero en ese siniestro panorama, ellas dos muertas de la risa.

Lo bueno de todo esto, es que siempre hay algo que se puede hacer. Siempre existe la posibilidad de mover el cuerpo y pasarlo bien. De encontrar personas que quieren mejorar su calidad física y psíquica, aunque uno crea que no. Gente que creemos está durmiendo en su casa y, sin embargo, están a las nueve de la noche metidos dentro de una piscina para sentirse mejor. Aunque no vean ningún cambio tan radical.

Estas dos amigas van a estar unidas por un tiempo a esta realidad, que aunque parezca humillante y sin sentido, las hace pasar un buen rato con personas diferentes, edades diferentes y realidades diferentes, buscando un mismo fin: mejor calidad de vida y por qué no, bajar unos kilitos.


Amanda Kiran
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