
Si elijo un color. Este debería ser amarillo. Siempre luz, siempre sol, siempre el color de la camiseta que defiendo.
Si elijo una fruta sería el melón, siempre dulce, siempre rico, siempre jugoso. Al contrario, si elijo una verdura, me voy a lo verde. Fresca y suave, la lechuga es la elegida.
Si elijo un nombre, sería Amanda, el nombre que le da fuerza y pasión a mis sentimientos transmitidos.
Si elijo un número, es el número diez. El número que me dieron de sorpresa una vez y que me ha acompañado por años en mi espalda. El número que ha sacado risas y llantos, el número de los momentos y de la pasión.
Si debo elegir una comuna, elijo La Reina. Llena de recuerdos, llena de vida, llena de mis mejores años, y los de mi familia.
Si elijo un deportista, tendría que ser mi madre. La amante de las disciplinas y del juego limpio, la profesora ideal, para amar y practicar los deportes.
Si elijo una pasión, es el hacer ejercicio. Competir, enseñar a otras para que compitan.
Si elijo a un profesor, seguro que es la Irene. Creyó en mí, y me apoyó siempre.
Si elijo un mes, sería octubre. Porque pasó de ser un mes cualquiera, a ser el mes del nacimiento y la vida.
Si elijo a un miembro de mi familia, no podría, son todos, todos.
Si elijo un medio, es Internet, por seguro, la llegada de él me abrió los ojos mucho y a muchos.
Si elijo una canción, sería Wonderful Tonight, de Eric Clapton.
Si elijo a uno de mis abuelos, sería la Meme, que hasta hoy está todos los días en mis recuerdos.
Si elijo una película, sería Blade Runner, que en su momento me abrió la pasión del cine y de la vida.
Si elijo un balneario, ese es Papudo. Me dejó nadar, correr, competir, jugar fútbol y pololear en él. Es el dueño de mis veranos, y de algunos inviernos también.
Si elijo un viaje, tendría que ser Vancouver. Una ciudad preciosa que nos dio un campeonato soñado y perfecto, durante tres semanas increíbles, del cual trajimos una medalla.
Si elijo un deporte solo, uno para nombrar, seguro, sin dudar es el hockey césped.
Ahora, si hablo de un año bueno, y armónico, ese fue 1997. Lleno de triunfos, glorias y descubrimientos.
Pero si me pongo a pensar, con qué me quedaría o qué cosa preferiría hacer en este preciso instante, la respuesta sería mi presente. Exactamente como está ahora. Lleno de lo que tengo y de lo que no tengo.
Lleno de mis días que pasan corriendo para descubrir una nueva mañana en conjunto con todo lo que tengo hoy.
Si hablamos de elegir cosas, podría seguir nombrando miles de momentos, colores, personas, números, deportes y pasiones.
Pero después de algunas experiencias, complejas y decidoras que te van probando día a día, quería escribir hoy, en forma agradecida, por lo que tengo.
Por los que me llaman, los que comparten, los que me quieren, los que me alojan, los que me regalan, los que se acuerdan, los que me cuidan y los que me necesitan.
A todos ellos les cuento que, hoy por hoy, la vida sonríe y estoy agradecida.
Nos vemos mañana.
Amanda Kiran