Yo nací sin una televisión en mi casa. Sólo había radio. Y un tocadiscos. Nadie tenía un computador por aquellos años.
Si alguna compañera o amiga veía tele, era en blanco y negro; en nuestras vidas, el color a esa cajita demoró en llegar.
Los momentos eran mucho más a campo traviesa. La computación llegó más tarde a la educación. Casi en la enseñanza media. Windows no existía. Aprendimos algo en el colegio llamado Lotus. Claves, números y formas extrañas que no conducían a nada muy fácil. (Me gustaría estudiarlo ahora y ver bien, de qué se trataba).
La magia sincera, eso sí, estaba en el revelado en blanco y negro. Mover un tanque con revelador, para poder descubrir cómo habían salido las tomas fotográficas que habías disparado.
Conversarse una bebida mientras movías ocho minutos un tarrito negro, con tapa naranja, y descubrir qué había en los negativos. Luego aparecía la toma en el papel, y la imagen de lo que hace unas horas viste a través de un visor pequeño y cuadrado. Sueños hechos realidad.
Ahora haces clic, ves, borras, clic de nuevo, mejoras, cambias, ves, aprietas, vuelves a ver e imprimes en tu propia casa, si así lo quieres. Todo más rápido, todo más ágil, todo ahí mismo.
Internet lo descubrí ya crecidita. Me costó al principio. Me costó entender muchas cosas de él. Luego me di cuenta que era mejor no intentar entender todo; tenía que descifrar los usos y virtudes para utilizarlo.
¿Malo? ¿Bueno? Actual. Presente nada más. Todo diferente y evolucionado.
Igual que las reglas de los deportes. Se van cambiando, van actualizándose. Cambian las tácticas, los arbitrajes, las formas de enseñar y de comunicarse, cambian los códigos. Todo evoluciona y crece.
Entonces, hoy día me hablan del blog. Y busco un poco sobre los blogs. Los he leído. Algo conozco. Un blog es un diario personal. Una tribuna para un orador. Un espacio de colaboración. Comunicados para todo el mundo. Un medio.
Se supone que cada blog es como uno quiere que sea. No hay patrones. Hay cientos de ellos. Y todos son diferentes. Y en el fondo es un sitio web, donde cada usuario escribe, ojalá, periódicamente sobre cualquier tema.
Hay formas claras de ver lo más reciente. Y si alguien te lee, te pueden responder, enlazar o comentar sobre lo leído.
Esto existe hace como cinco años ya. Ahora en Chile, un verdadero boom. Lo bello de esto es que han transformado un poco lo que es Internet. Han revolucionado en cierta forma el periodismo. Se dan a conocer voces hermosas -y otras no tanto- a través de la escritura. Y cada uno rescata y conoce lo que quiera de ello. Personas, de buena y mala forma, conectadas entre sí.
Y mucho se habla de que esto es solamente el comienzo. Entonces, Amanda se va hacia allá. Se va a navegar, correr y transportar. Se va a su nuevo espacio llamado Blog. Otro tipo de tribuna. Otra forma de comunicar. Sigue estando, sólo que se cambia de habitación. Y como todo cambio, hay nerviosismo y búsqueda. Hay ansiedad por ver qué va a pasar. Y quien me va a acompañar. Quien me va a ir a ver a mi nuevo hogar. Quien me quiere seguir viendo jugar.
Así que ahí vamos a estar, esperando. Ahora voy a entrar en calor. Quiero –más que todo- jugar bien. Nos vemos.
Amanda Kiran
