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Toma mi mano

Baila conmigo

02 de Octubre de 2006 | 19:18 | Ernesto Garratt Viñes
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El Mercurio
Esto es lo que le faltaba a Antonio Banderas para ser el estereotipo del latino en Hollywood: representar a un perfecto bailarín con acento y buen corazón. Banderas es Pierre Dulaine, un profesor de baile de salón que un día mira lo que no debe en la violenta Nueva York: un chico pobre de una secundaria pobre rompe furioso un auto y Banderas, que no lo denuncia, se queda pensando y luego vislumbra la solución. Ayudar a los chicos rebeldes y furiosos. Así decide dar cursos de baile de salón a los chicos castigados de una escuela con problemas económicos y sociales y lo que viene es algo parecido a "Al maestro con cariño", ese clásico con Sidney Poitier civilizando a un grupo de chicos salvajes en la Inglaterra de los años 60, mezclado con "Fama".

No es mala la combinación, y de hecho su factura final entretiene y uno quiere seguir a los personajes, saber más de ellos y conocer sus esfuerzos de autosuperación. Además que hay musicales efectivos, pero, eso sí, nada deslumbrantes. Pero a la postre, "Toma mi mano" es un telefilme que se cuadra con una fórmula, que no busca nada especial en el fondo cuando en el origen este relato se trata de un caso real, de un hecho de la vida real convertido en un algo más bien apagado y controlado. En un baile mecánico, de esquemas bien aprendidos. Sin mucho corazón.