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Un infalible, una apuesta y una dosis de nostalgia abrirán esta noche el Festival de Viña

Miguel Bosé, Six Pack y Earth, Wind & Fire son los encargados de subir el telón de la edición 49 del certamen. Sólo el español aparece en las apuestas como seguro ganador.

20 de Febrero de 2008 | 07:50 | El Mercurio Online

VIÑA DEL MAR.- Llegó la hora. Esta noche comienza una nueva versión del Festival de Viña del Mar. Una que, al manos en el papel, aparece algo deslucida, sin el brillo que ofrecieron anteriores. Una impresión reforzada por el recuerdo fresco del poderoso cartel que dio vida a la edición 2007, con artistas con aura de exclusivos, de estrellas continentales o mundiales, cuya llegada al certamen aparecía como todo un logro de la organización.


¿Que Miguel Bosé es una estrella hispanoamericana? No cabe duda, pero en su contra está el hecho de verlo por séptima vez arriba del escenario de la Quinta Vergara, más encima presentando sus grandes éxitos de la mano de su disco Papito.


Con ellos, el español abrirá la jornada festivalera, y el pronóstico es, como siempre, avasallador. Bosé no debería tener problemas para echarse al bolsillo al público y cuanto trofeo existe en Viña del Mar, a menos que la cautela con que suelen comenzar los animadores -como queriendo decir que acá nada se regala- determine otra cosa.


De esto ya saben sus compatriotas de La Oreja de Van Gogh, que el año pasado terminaron el show inicial con una antorcha de plata y otra de oro a su haber, pese a recibir más aplausos y chillidos que colegas que luego se llevaron el "combo festival" completo.


Pero Bosé es Bosé, y si su "Papitour" no enciende los motores, seguro que lo logra con sus galanterías y frases provocadoras. En estas materias, el tipo sabe.


Alarmas encendidas


Aunque el año pasado se haya dormido casi por completo, en la Quinta Vergara sigue habitando un monstruo que, nunca se sabe, puede despertar. La principal alarma al respecto para esta versión, se ubica precisamente en esta primera noche del certamen.


El grupo Six Pack -de buena llegada en los preadolescentes, pero menos reconocibles para el gran público- llega a Viña del Mar con una buena dosis de desconfianza depositada en ellos, algo que se reflejó en la conferencia de prensa que ofrecieron ayer.


En el Hotel Sheraton, los reporteros preguntaron reiteradamente acerca de sus bajas posibilidades de éxito y de si estaban en conocimiento de lo "difícil" que es el público viñamarino. Los adolescentes de "Karkú" trataron de pasar por alto las advertencias, dejando en claro que al menos por ganas y por predisposición no se quedarán.


Y aunque su limitado alcance etáreo y el escueto show de tres canciones les pueden jugar en contra, no hay que subestimar el nivel de televisación de un público como el del Festival. Si Ximena Abarca, Mario Guerrero, Glup! (como unos desconocidos que cantaban el tema central de una teleserie) y hasta Marciano (antes de que Sergio Lagos animara) sobrevivieron, ¿por qué no podría pasar lo mismo con Six Pack?


Nostalgia disco


El cierre de la primera jornada recoge de alguna manera esa fórmula algo "parche" a que el Festival nos tiene acostumbrados con los números anglo.


Salvo recordadas excepciones, no vienen los artistas en gira mundial, los que están vendiendo millones de discos, que ganan premios y que ponen temas en los rankings de todas partes. A la hora de cambiar de idioma, el Festival suele buscar en el recuerdo, en las viejas glorias que, ojalá, dispongan de más de algún tema de trascendencia.


Earth, Wind & Fire cumple con ese perfil. Con sus éxitos anotados en años atrás contados por décadas, el grupo viene a deleitar a los que aún se sienten a gusto con un estilo que nunca se ha ido de nuestras pistas de baile.


Por lo mismo se ubican como un buen número de cierre en el estilo Viña: algo más movido, hasta fiestero si se quiere -¿o alguien recuerda que un baladista haya salido al final de la noche?-, tal como en otro ámbito lo son Wisin & Yandel, Calle 13 y Giolito.


Si Earth, Wind & Fire acude bien a esa reputación no debería tener mayores sobresaltos. De lo contrario, tal vez tampoco haya reprobaciones populares, pero sí otra consecuencia no del todo grata, como es la de terminar actuando con una galería notoriamente mermada.